Capítulo 5

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POV ALFRED

Salimos del planetario cogidos de la mano. Se había hecho de noche y la temperatura había bajado bastante, es más, parecía que iba a llover.

Noto la pérdida de la mano de Amaia y cuando la miro veo como está, cruzada de brazos, sin duda tenía frío.

-¿Tienes frío?

-Me he olvidado el jersey, jo es que no estaba para pensar en esas cosas-dice haciéndome reír.

Me quito mi sudadera y se la entrego, ella abre la boca, pero con un gesto le impido que siga. Se la coloca rápidamente y aunque le queda algo grande, está guapísima con ella. Y no puedo evitarlo, ni quiero, ni tengo ya que hacerlo. Así que me arrimo a ella, posando con cuidado mis manos en su cintura, acercándola más a mí y la vuelvo a besar, esta vez sin miedo, sin duda, sabiendo que ella va a corresponderme.

Siento enseguida como sus manos vuelan a mi cuello haciendo que me estremezca antes el calor de su cuerpo y el frío del exterior. Nos besamos lento, reconociéndolos, sintiéndonos el uno al otro. Busco su lengua y enseguida la encuentro al abrirme paso en su boca, y jugamos a buscarnos, a encontrarnos a conocernos más y más, hasta que entonces lo noto, y ella también debe hacerlo porque se separa del beso haciendo que me sienta super frustrado de golpe.

-Esta lloviendo.

-Está lloviendo-repito mientras siento como las gotas empiezan a caer cada vez más seguido y de repente empieza a caer una buena tormenta por encima de nosotros.

Sin darme tiempo a reaccionar, siento como Amaia me agarra de la mano y ambos salimos corriendo, ni si quiera sé el rumbo, yo simplemente le sigo mientras el agua consigue colarse a través de nuestra ropa.

No sé cuánto tiempo llevamos corriendo, pero soy un flojo, siento que me falta el aire y me paro para recuperar un poco de fuerza. Amaia se para unos paso más adelante mirándome con un pucherito.

-Nos vamos a empapar.

-¿Más?-digo haciéndola reír-parece que estemos en la película cantando bajo la lluvia, ¿Cómo era?-digo acercándome a una farola agarrándome a ella mientras canto y bailo a su alrededor provocando la carcajada se Amaia que se tiene que agarrar el estómago de la risa que le estoy provocando.

-Alfred para, no puedo más.

-Esta lloviendo, es divertido-digo gritando mientras salto sobre un charco como cuando era un niño, hasta que de repente siento como si el suelo se moviera sobre mis pies, y acabo tirado todo lo largo que soy, sobre la acera, justo encima del charco.

-Alfred-escucho a Amaia corriendo hacia mí y poniéndose a mí altura-¿Estas bien?

-Yo si, mi orgullo no puede decir lo mismo-digo intentando levantarme y veo como Amaia empieza de nuevo a romper a reír sin poder parar y como algunas lágrimas se mezclan con el agua de lluvia que cae sobre su hermoso rostro-no ayudas.

-Pues deja de hacer el ganso, ¿Qué quieres que haga? -dice ayudándome a levantarme del suelo mientras no puede evitar volver a reírse-Vamos, y deja de hacer el ganso aunque sea un par de minutos más-dice riéndose mientras volvemos a emprender el camino, esta vez andando despacio, sin prisas, total, ya no nos cabía más agua encima.

Llegamos a su casa, y mientras ella va a por toallas yo investigo un poco, intentando ensuciar lo menos posible. Veo fotos de una Amaia pequeña, fotos con su familia, con sus padres, con sus hermanos. Fotos de una vida feliz al menos por lo que se ve en las fotos. Escucho sus pisadas y me giro intentando hacer ver que no estaba haciendo nada malo, pero cuando me giro y la veo allí, de pie, con el pelo mojado cayendo por su espalda, y con una camiseta larga como única vestimenta, casi se me cae la mandíbula al suelo. Estaba preciosa.

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