POV ALFRED
Me despierto cuando siento un cosquilleo en la nariz. Abro los ojos despacio intentando evitar la luz que entra por la ventana. Me remuevo en la cama y entonces veo que es el culpable de ese cosquilleo. Amaia está tumbada de espaldas a mí con su cuerpo completamente pegado al mío y su pelo rozando mi cara. Cierro los ojos y su olor me llena por completo.
La abrazo por la cintura apretándola más a mí y beso su espalda dejando pequeños besos por todo los lados, hasta que siento como poco a poco empieza a removerse. La veo girarse despacio, con los ojos entrecerrados. Su boca forma un gracioso mohín.
- ¿Tienes sueñito?
- Un poquito.
- Descansa, voy a darme una ducha.
- No, no te vayas - dice tirando de mí, colocando mi mano sobre su cuerpo haciendo que la abrace, lo que me provoca mucha ternura.
- Vuelvo enseguida - digo dejando un beso en su cabeza antes de levantarme, para ir hacia el baño.
Me meto en la ducha y dejo que el agua caiga por mi cuerpo haciendo que las marcas de lo que anoche pasó se aviven aún más en mi recuerdo. Un calor sube por mi cuerpo cuando recuerdo sus labios sobre los míos, su piel junto a la mía, el tacto de su piel, su olor, su sabor… Entonces empiezo a sentir algo en el pecho. Algo que conozco demasiado bien, en unas horas, cortas horas, tendré que despedirme de ella, tendré que decirle adiós sin saber cuándo podremos volver a vernos. Tenía miedo… Un miedo irracional que me frena y que me paraliza.
Cierro el grifo mientras siento como el pecho está a punto de estallarme. Cojo una toalla y me dejo caer en el suelo mientras las lágrimas salen de mis ojos sin poder evitarlo, mientras siento que la maldita presión, la maldita ansiedad, se vuelve a hacer dueño de mi cuerpo.
No sé cuento tiempo llevo aquí sentado en el sueño, hecho una bolita, cuando la puerta se abre despacio y una Amaia preocupada se asoma.
- Alfred… ¿Estás bien? - pero no necesita respuesta. Cuando me ve allí tirado, solo tapado con una toalla y mis ojos enrojecidos por el llanto, rápidamente entra y, sin decir nada, se arrodilla delante de mí y me abraza. Me abraza con fuerza contra ella y no sabe que acaba de darme lo que necesito. No necesito palabras, ni nada más, sólo sentirla contra mí.
Unos minutos después empiezo a sentir como la presión empieza a bajar, aunque el dolor se mantiene. Nos separamos despacio y ella me limpia con cuidado las lágrimas, veo mucha preocupación en su mirada. Lo último que quería para nuestro último día, pero quizás… Quizás deba contarle todo para que entienda. Siento que es algo que debo hacer para que entienda un poco porque soy como soy y porque a veces el miedo me frena.
- Amaia… L o siento.
- No seas tonto, solo dime qué estás mejor…
- Sí, gracias.
- ¿Puedes levantarte? - yo asiento y con su ayuda ambos nos levantamos del suelo y caminamos de vuelva a la cama.
Nos tumbamos en ella y Amaia me abraza apoyando su cabeza sobre mi pecho mientras yo cierro los ojos intentando mantener el dolor a ralla. Cierro los ojos unos segundos mientras disfruto de su cercanía, cogiendo fuerza para lo que tengo que hacer.
- Amaia…
- ¿Sí? - dice levantando la cabeza para mirarme.
- Tengo… Tengo que contarte una cosa - digo incorporándome un poco para quedar apoyado en el cabecero de la cama, y ella se incorpora también sentándose enfrente de mi mientras agarra mis manos - Necesito que me dejes contarte todo sin que me cortes. Es muy importante.
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Romance¿Qué pasaría si la persona con la que llevas seis meses hablando viaja a tu ciudad?