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De alguna manera se habían acomodado en esa mesa; después de los saludos y el reencuentro, pasaron a segundo plano la llegada del pelinegro y se dedicaron a compartir con sus demás amigos, más que todo porque Samuel no quería ser el centro de atención en esa reunión. Así, estaban todos sumidos en sus conversaciones; el pelinegro conversaba junto con su viejo amigo Alex, Guillermo y otro de sus amigos; a unas sillas de él, el peliblanco conversaba junto con Miguel y otros amigos. Ambos se veían de reojo, ninguno hacia amago de querer acercarse, uno no sabía cómo hacerlo, el otro creía que era lo mejor.

En algún momento de la velada, la cabeza del pelinegro daba vueltas haciéndolo sentir mareado. Decidió salir un momento del bar para respirar el aire libre. Afuera el lugar lucía bastante tranquilo, el bar se encontraba frente a un pequeño parque bastante iluminado con varios puestos de comidas ambulantes alrededor. Sin pensarlo, se dirigió hasta allí para sentarse junto a un árbol y respirar el aire fresco.

Recapituló su día, habían sido muchas emociones golpeando todas en un solo momento. Jamás pensó volver a reencontrarse con Rubén, no en esa situación. Después de haberlo visto en el parque junto a la pelirroja que suponía era su pareja, decidió que era mejor mantenerse lejos de él; no lo buscaría, el joven ya tenía su vida hecha, por lo tanto, creía que era mejor mantenerse alejado. Pero, aun así, no puede evitar sentir un punzante dolor en su corazón. Se prometió que no lloraría más, entonces ¿Por qué lo estaba haciendo?

Tal vez era efectos del alcohol o sus emociones acumulándose y golpeando fuertemente. No lo sabía, pero ya se encontraba allí, dando ligeros sollozos tratando de calmarse a sí mismo para regresar al bar y no preocupar a sus amigos. Pero, justo en ese momento, siente un ligero apretón en su hombro.

– ¿Samuel?... ¿por qué estás llorando? – a su lado, se encontraba aquel joven del que tenía pensado olvidarse, apretando ligeramente su hombro y con una expresión de preocupación.

Samuel no habló, solo se limpió el rostro y negó con la cabeza como respuesta.

– ¿puedo sentarme contigo? – preguntó el peliblanco, Samuel solo asintió como aprobación.

El ambiente era tranquilo, a pesar de la ligera incomodidad que sentía el pelinegro en ese momento, no quería volver a formar parte de su vida, se había dicho que era mejor estar lejos, entonces ¿Por qué no podía irse de allí?

– sabes... – empezó a hablar Rubén – Han pasado tantos años ya, que aun pienso que estoy en medio de un sueño – contaba viendo al frente, a los pequeños gatos que jugaban rodando entre sí por el lugar. Samuel lo volteo a ver, el peliblanco siguió. – Tantas veces había soñado con que regresabas, que estabas aquí frente a mí; y cada vez que soñaba eso y despertaba, la realidad me caía como un balde de agua fría. – el peliblanco dirigió su marida a su acompañante – Solo espero que este no sea otro de esos sueños. – finalizó.

Ambos se quedaron viendo, el pelinegro no sabía cómo reaccionar; se esperaba todo, menos aquellas palabras.

– por favor, dime que no es otro sueño. – siguió hablando el peliblanco, esta vez bajando un poco el tono de su voz. Lentamente y con algo de miedo, acercó una de sus manos a la mejilla del pelinegro, sintiendo por primera vez después de mucho tiempo su tacto. Samuel cerró los ojos dejándose llevar por la sensación, para él también parecía un sueño, del que tenía miedo de despertar.

– no es un sueño – volvió a hablar el peliblanco – en verdad estás aquí. – decía pausadamente con ligeras lágrimas asomándose – Si fuiste tú al que vi aquella vez en el parque –

Y como si fuera un alfiler, esa frase rompió la pequeña burbuja que se había formado en ese momento. El pelinegro se alejó de golpe viéndolo con los ojos abiertos, recordando de golpe todo lo ocurrido.

– Rub... digo, Rubén – habló por primera vez el de ojos amatistas – Me alegra verte de nuevo. Me alegra saber que estás bien y eres feliz. Pero no quiero interponerme en tu vida. - alejó la mirada un instante - Tu ya tienes tu vida hecha, ya encontraste a alguien y asumo que eres feliz así; eso fue lo que vi en el parque ese día. – dirigió nuevamente su mirada al contrario. – yo te prometí que iba a volver y aquí estoy. Y si te soy sincero, jamás dejé de amarte. Pero entiendo que seguiste con tu vida y debo respetarlo – lentamente se levantó del lugar – Me hace sentir tranquilo saber que estas bien, siempre te desee lo mejor y lo seguiré haciendo – se agachó un momento para dejar un pequeño beso en la mejilla del peliblanco; para luego alejarse del lugar en dirección al bar. Pero antes de dar un paso, el peliblanco lo detuvo tomando su mano.

Samuel volteó a verlo, pero se sorprendió al recibir un abrazo. Rubén lo estrechaba entre sus brazos dejando escapar pequeños sollozos; el pelinegro correspondió aquel abrazo tratando de calmarlo.

– Sam y-yo... – trató de articular alguna palabra, pero los sollozos ganaban.

– shh, tranquilo – trató de calmar con un tono suave el pelinegro, dando ligeros círculos en su espalda.

– Sam, – se separó de golpe – escúchame, la persona con la que me viste ese día es mi mejor amiga, ella ya tiene su pareja. Yo no tengo pareja; traté de conocer más personas y tener algo con alguien más, pero ninguna de esas relaciones resultó, ¿sabes por qué? Porque nunca pude olvidarte. Por más que traté de enterrarte en lo más profundo de mi corazón, no pude hacerlo. Inconscientemente te esperé; aun sabiendo que talvez tu ya me habías olvidado y estabas con alguien más. Pero aun así tenía esperanzas, porque a pesar de todo yo tampoco dejé de amarte. – finalizó.

Samuel solo lo veía sin creer lo que había escuchado, no quería pensar que todo eso se trataba de algún tipo de fantasía; pero pudo comprobar que era real cuando el peliblanco se acercó tomando la iniciativa y, con mucha delicadeza, plantó un pequeño, pero cálido beso en los labios del pelinegro; separándose al instante. Fue ahí cuando Samuel reaccionó, y sin pensarlo, volvió a unir sus labios en un beso más largo, un beso que expresaba todo el amor que nunca murió, todo lo que se habían extraño, todo lo que habían anhelado tener al otro a su lado nuevamente.

Al separarse, solo se sonrieron y se abrazaron nuevamente. Habían pasado muchos años, pero al fin estaban juntos de nuevo. Porque ninguno se olvidó, ninguno se dejó de amar, ninguno dejó de soñar con la llegada del otro a su lado, ninguno perdió la esperanza de que se volverían a encontrar.

– te extrañé mi pedacito de sol – habló el pelinegro esbozando una cálida sonrisa.

A pesar de todo, el amor fue mucho más fuerte. 

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Si llegaste hasta aquí, muchísimas gracias por tomarte tu tiempo de leer esta historia 😊

Originalmente pensaba hacerla un one-shot, pero al ver que resultó siendo más larga de lo que pensaba, decidí dividirla en capítulos.

Al final resultó esto.

Espero que te haya gustado :3 

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Volveré a ti || RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora