Capitulo 28

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Despierto con un frío congelante en el pecho, es como si aquella neblina se me colara en el cuerpo y se me concentrara en el corazón. Una sensación de abandono muy parecida a la que sentí cuando no encontré a Ana la mañana siguiente de que me confesara que estaba embarazada, sólo que aquella vez la resaca no me permitía ser tan consciente de esa sensación. Me siento en la cama y trato de tranquilizarme pero no puedo, es como si deseara salir corriendo para alcanzar a mi padre. No entiendo por qué se fue, cualquiera que pudiera leer aquel diario sabría que ellos se amaban, sin embargo comienzo a sospechar que el antiguo amigo de mi madre, Jonathan, tiene que ver con todo esto y solo hay una manera de saberlo....leyendo el segundo diario.

Busque el maldito diario después de regresar del hospital con nuestro bebé pero no lo encontré. No le pregunté a Ana por su paradero porque quería que estuviera relajada, y por más que lo he buscado simplemente no lo encuentro. Es momento de enfrentarme a mi esposa de ser necesario para que me lo entregue.

-Ana--la llamo y puedo sentir un nudo en la garganta que me dificulta hablar. Comienzo a percibir aquella sensación que tenia cuando era niño. La de querer hablar pero no poder hacerlo porque mi garganta amarraba mis palabras. El terror se apodera de mí. No puedo caer en eso. ¡No otra vez!

-Ana, despierta--la sacudo fuertemente y lucho con aquel nudo que me quiere silenciar.

-¿Qué pasa?--pregunta girándose muy alarmada.

-¿En dónde esta el segundo diario?--nuevamente me golpea la imagen de mi padre alejándose mientras yo observo por la ventana y mi necesidad de salir corriendo no me permite continuar en la cama--.¡Debo leerlo ahora!--gruño.

-Tranquilízate Christian, es solo otro sueño--Ana esta a mi lado y trata de consolarme entre sus brazos. Su luz logra calentar un poco mi corazón.

-¡Ana quiero leerlo ahora, creo que es el momento!

-Está bien, pero primero deja que alimente a Tedy--ella se gira y se dirige a la cuna de Tedy. No puedo esperar pacientemente pero tampoco puedo privar a mi pequeño de su alimento.

-Dime donde lo ocultaste, yo iré por él-- añado.

-Tienes que ser paciente, te lo daré cuando termine de alimentar a nuestro hijo y tu te ocupes de sacarle sus gases-- ella toma a nuestro hijo y se sienta con el en brazos en la mecedora.

-No creo que pueda Ana--estoy desesperado, no puedo seguir luchando con esa imagen en mi cabeza. Quiero saber mas de mi padre y tal vez descubrir si aun vive y en donde está.

-Claro que puedes Christian, tu pequeño te necesita--responde mientras que la pequeña boca de mi hijo busca aun sumergido en angelicales sueños el seno de mamá para saciar su necesidad.

¡Mi hijo! Un pequeño ser que amo mas que a la vida misma. ¿Habrá sentido mi padre lo mismo por mí? Creo que sí, porque sus ojos reflejaban amor en aquel recuerdo y sé que los que se ocultan en el fondo de mi memoria me lo podrían confirmar, pero por más que lucho no los puedo sacar a la luz, es como si estuvieran amarrados a la que siempre a sido mi alma oscura. ¿Qué puede motivar a alguien a dejar el amor de su vida y a un hijo cuando realmente lo ama como yo lo hago con mi Tedy? No puedo ni imaginar una razón para abandonar a Anastasia y a mi hijo, aunque ella me odiara y no deseara estar conmigo buscaría la forma de estar a su alrededor protegiéndolos, entonces.... ¡Tal vez no me amaba!

Un pequeño rayito de sol me calienta el corazón. Ana me ha colocado en el pecho a mi Tedy y su calor y ternura me atraviesan generándole a mi alma el alivio que no consigue. Lo aprieto contra mi delicadamente para llenarme de su calor. Pero Ana parece insegura y trata de desanimarme.

Siluetas de Cincuenta SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora