En menos de media hora arribamos al hospital y para nuestra sorpresa, la doctora Greene está esperando junto al personal designado mi llegajda. Recuerdo que en el protocolo se mencionaron gran variedad de profesionales pero ahora que los veo reunidos en la entrada de la sala de urgencias pienso que esto es ridículo. Aparte de mi ginecóloga, se encuentra el anestesiólogo, un neonatólogo, un intensivista, tres enfermeras y una mujer que pertenece a un comité de lactancia materna, la cual me enseñará a amamantar a Ted en cuanto llegue a este loco mundo.
Ryan abre la puerta del auto y una de las enfermeras se acerca con una silla de ruedas pero yo la rechazo inmediatamente. Estoy en perfectas condiciones y no creo que mi Ted desee abandonar en este momento el confortable mundo de mi vientre.
-Señora Grey deje que la llevemos, será mas rápido--afirma la doctora Greene cuando trato de hacer mi camino hacia el elevador. Ryan camina a mi lado como lo hace una madre cuando su bebé está aprendiendo a caminar y esperando el momento en que caiga. Es tan irritante que dan ganas de despedirlo.
-Estoy bien, no me duele nada, no creo que sea el momento--y si lo fuera tampoco haría uso de la estúpida silla. En algunos de los libros que Christian lee a mi lado dice que caminar es una buena terapia para el dolor de parto y ayuda a adelantar el proceso.
-Está bien pero deje que sea yo la que de la ultima palabra en ese asunto--contesta con suavidad pero imponente. Creo que la buena doctora Greene no se tomará a la ligera el manejo de mi parto y menos con el obseso del control que es mi esposo. Quiere tener todo cubierto, y no permitirá que Christian tenga algo que objetar sobre su manejo de la situación. Me siento resignada y algo enojada, pero pronto se convierte en vergüenza cuando veo la importancia y trascendentalidad que adopta el personal con mi llegada.
Entramos a la suite de maternidad que Christian solicito exclusivamente para mi y todos los malos sentimientos quedan relegados, es una habitación enorme e increíblemente acogedora. Las luces tenues, las flores y los cálidos colores irradian tranquilidad. Me quedo embobada mirando la enorme bañera que encontré tras la puerta del baño, pero soy devuelta a la realidad cuando la doctora Greene me interrumpe y me extiende una bata.
-Por favor señora Grey, retírese toda la ropa y póngase esto, la esperare en la habitación.
Quisiera decirle que no es necesario pero se que no me escuchara, así que decido obedecer, pronto saldré de todo esto y podre irme a casa. Me retiro las sandalias y comienzo a desabotonar mi vestido cuando logro escuchar a Mía que habla con Christian en la sala de estar contigua.
-¿Por qué tienes el celular apagado Christian?
Corro inmediatamente a través de la habitación hacia la sala bajo la mirada confundida de Grace, la doctora y las enfermeras, pero cuando llego ya Mia le a soltado la bomba.
-Pues tal vez quiera saber que estamos con Anastasia en el hospital y la doctora Greene la esta atendiendo en estos momentos.
Me ubico frente a ella y muevo los brazos cruzándolos de un lado para el otro mientras que gesticulo la palabra "No". Mia se queda confundida, no sé si por mi reacción o por la de Christian que sospecho no debe ser muy tranquila, luego de unos segundos responde entre tartamudos.
-Ehh… no..no… ella esta bien--pero en milésimas de segundos se repone y lo tranquiliza con una afirmación muy astuta --.Sólo quería que supieras que logre convencerla para hacerse un chequeo como tu lo pediste--Mia hace una mueca y se ríe, luego me entrega el teléfono.
-Hola--contesto cortante porque aun siento rabia. Sabe que no quería que se quedara cerca a esa maldita bruja.
-Dime que estas bien--la angustia en su voz es casi palpable. Puedo imaginarlo al otro lado de la línea llevándose la mano a su cabello como lo hace cuando esta desesperado.
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Siluetas de Cincuenta Sombras
FanficEste no es un Fanfic de mi autoría pero cuento con el permiso de autor para poder publicarla. Espero que sea completamente de su agrado y que lo disfruten.