2.

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Narradora.

-Illumi, ¿puedes prestarme atención por una vez en tu vida? - preguntaba una joven de brazos cruzados desde el borde de la cama de una de las enormes habitaciones de los Zoldyck. Su rostro podía describir su gran enfado. -Estoy bastante harta de que nunca valores lo que tienes a tu maldito alrededor. ¿Nunca sabrás apreciar lo que tienes delante de tus narices?- siguió preguntando la chica. Illumi, que estaba de pie, no parecía que le importase lo más mínimo lo que le decía la muchacha. Él simplemente mantenía sus ojos cerrados, como si estuviese cansado de todo. Ni si quiera le contestó, lo que enfureció el triple a la chica.

-¡¡Me tienes harta!! ¡No eres más que un maldito insensible! Definitivamente, no tienes sentimientos... - le soltó la castaña mientras que las lágrimas brotaban sin cesar de sus ojos. Illumi suspiró, pero continuó sin contestar. De repente, el teléfono de Illumi comenzó a sonar. El Zoldyck contestó de inmediato: se trataba de su madre.

-¿Sí, madre? - preguntó el joven. Debía ser algo medianamente urgente para que le contactase por teléfono.

-¡¡Illu!!  Necesito que bajes, he de presentarte a alguien. Es la nueva, mm... sirvienta de la casa. - contestó Kikyo a su hijo. Illumi no pudo evitar extrañarse. Sabía que andaban buscando a alguien para que trabajase en la casa, pero nunca imaginó que la encontrarían tan rápido, teniendo en cuenta que su madre era una persona de lo más exigente.

-Está bien. Bajaré lo más pronto posible. - concluyó el mayor de los Zoldyck, despidiéndose de su madre. Al terminar la llamada, miró a la joven que seguía llorando desconsoladamente en su cama. El verla llorar no le producía ningún tipo de lástima. Solo quería que se fuese de allí lo más rápido posible.
-Ririka, he de ver a mi madre. Lárgate de aquí. - le soltó sin ningún tipo de emoción a la chica. Ella por un momento levantó su rostro para encontrarse con los oscuros ojos del Zoldyck.

-Dime si significo algo para tí, Illumi. Necesito saber si todo esto ha sido algo para tí. - rogó la chica, con unas ligeras lágrimas en sus mejillas.

-Ririka, no significas nada para mí. Haz el favor de irte de aquí y no volver. No me hagas repertirlo. - contestó Illumi de formá seca, muy seca. La seriedad en sus palabras hicieron que a Ririka le doliese más lo que le acababa de decir. Se acababa de dar cuenta de que el último año que habían pasado juntos no le había importado nada.

-Entonces, yo he sido una simple marioneta para tí, ¿es así? - cuestinó de nuevo la joven, lo que empezó a enfadar a Illumi.

-Qué lista eres. - le contestó él, dedićándole una falsa y escalofríante sonrisa. - Solo te he utilizado para mi beneficio. Ahora he terminado las misiones que te conciernen, y... quiero que te largues. O te mataré. - el aura asesina de Illumi se dejó notar en el ambiente, asustando a Ririka, que conocía de sobra lo peligroso que podía ser su compañero. Era un Zoldyck, al fin y al cabo. La joven decidió no articular ni una palabra más. No se atrevía. Se secó sus últimas lágrimas con la manga de su chaqueta, levantándose de esa cama que nunca más volvería a pisar. Lentamente, caminó hacía la puerta.

-Adiós, Illumi. - se despidió, pero no obtuvo ninguna respuesta por parte de él. Con el corazón dolido, se marchó de ese espeluznante lugar en el que tanto tiempo había pasado entrenando y realizando misiones con la persona de la que se acabó enamorando: Illumi Zoldyck.

Narra Hime.

La casa de esta familia era una auténtica pasada. Hasta el uniforme que debía ponerme era precioso. Ahora estaba esperando en ese bonito salón junto con la señora Kikyo que acababa de llamar a sus 4 hijos para que viniesen a conocerme. Creía recordar que me había dicho que tenía 5 hijos pero decidí no preguntar por si acaso, he de admitir que la mujer me daba... bastante respeto. Quería evitar hacerle demasiadas preguntas. Estaba ya demasiado contenta de que me hubiese contratado tan fácil.

MANSIÓN ZOLDYCK | Illumi Zoldyck |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora