ITS 11:11

Cosquillas y Francés.

La casa de Louis están silenciosa o solitaria como siempre, con mensajes en el teléfono, seguramente de su madre pidiéndole disculpas como todos los días, de no poder estar ahí con él.

Dejó caer sus cosas en un rincón y dirigió su mirada al ruloso, quien estaba asombrado viendo el gran hogar donde vivía el castaño.

-¿Vives aquí? -corrió por todo el piso de abajo como niño de 8 años en una dulceria.

-Si- Louis lo seguía con la mirada, con el ceño fruncido, preguntándose si andaba algo bien en la cabeza del adolescente.

-Wow- escuchó el eco de su voz, de seguro estaba en el baño- ¡El espejo esta dos veces mas grande que yo!

-Iré a mi cuarto, te espero ahí cuando termines tu tour- mencionó lo suficientemente alto para que llegaran a los oídos del rizado, tomó su mochila y se encamino a su habitación.

-¡Louis no me dejes solito!- Las grandes pisadas de las botas de Harry se escucharon, y en un momento ya se encontraba atrás de Louis.

El castaño giró la perilla y dejó entrar a su cuerpo en su habitación, la cual estaba algo desordenada, las paredes apenas se distinguían, de color verde oscuro, había demasiados posters esparcidos en ellas, su cama estaba tan destendida que las sabanas llegaban hasta la puerta.

-Que bonita vista- la mirada verde ignoró cualquier desorden de allí, viendo el gran ventanal que daba vista al sol escondiéndose justo.

Louis solo se quitó las vans y se lanzó en su cómoda cama, cubriéndose hasta la cabeza con su edredón.

-¡Hey!- gritó Harry y se encaminó hasta llegar a la orilla de la cama, donde meció débilmente a Louis- Cuando terminemos puedes dormir...

-Te daré 10 dolares si haces mi tarea, hasta te dejare usar mi baño con espejo gigante- murmuró la delicada voz y se encogió mas en su escondite bajo el edredón.

-No, gracias, ya use el baño de todas maneras- rió- ahora sal de ahí o me harás... Te haré cosquillas- sonó traviesamente la ronca voz por toda la habitación.

-Ni siquiera lo intentAAAAHHHH!!- sintió varios piquetes en su estomago y se retorció resistiendo no reír.

-¡Vamooooos! No seas flojito- dijo entre risas el ojiverde y se acercó mas a la persona bajo de las sabanas.

Se escuchó una escandalosa risa, destruyendo el silencio de toda la casa, su risa era verdaderamente la mas ruidosa, pero para ser Louis, era lo mas dulce que podías escuchar salir de el.

-¡Dejame!- los pies de Louis no hacían mas que moverse intentando patear a Harry, pero este estaba demasiado alejado para que una patada lo alcanzara, además de que las piernas del castaño eran cortas.

-Has la tarea malcriado- las risas de los dos se combinaban, haciendo una hermosa melodía.

Una de las manos del menor fueron hasta el edredón y destapó el rostro que estaba debajo de este.

La sonrisa viva de su compañero hizo que el ahora sintiera cosquillas por todo el cuerpo, siendo que nadie lo estaba tan siquiera tocando. La sonrisa de Louis quedó captada en su memoria, como sus ojos se arrugaban tiernamente mientras sus labios dejaban a la luz una hermosa hilera de dientes.

Las pequeñas manos de Louis golpearon las de Harry y borró su sonrisa volviendo a su estado serio.

-No lo vuelvas a hacer, haré la tarea- se levantó de mala gana y se sentó en una silla frente a su escritorio.

El rizado lo siguió y sacó los cuadernos de la mochila azul de su acompañante- ¿Que tienes de deberes?- preguntó revisando sus apuntes, los cuales eran escasos y tenían varios dibujos en las esquinas.

-Francés y algo de literatura.

-Amo la literatura.

-La odio.

-Que sorpresa- rió el rizado y dejó los dos libros sobre el escritorio de Louis.

-Debo hacer un ejercicio de Francés y leer un poema- apretaba sus manos, y estas le sudaban, estaba mas que nervioso.

-¿Sucede algo?- Se arrodilló el ojiverde a su lado, con la mirada preocupada, sus labios entre abiertos con las cejas caídas.

-Es... No es importante- dejó libre el apretón de sus manos y cojio el libro de Francés, lo ojeó y dirigió su vista a la actividad 29.

-¿Es esta? - apuntó el rizado, recibiendo un asentimiento de cabeza de parte del lacio- vamos, es fácil, acomodar las palabras para formar la oración correcta.

-Si... Fácil- susurró afligido el mayor.

-Si no entiendes algo puedes decirme, estoy a tu lado- susurró el menor, mirándolo profundamente a sus ojos azules.

-Lo sé.

A Louis le llevó 24 minutos para ser exactos, terminar una oración, la cual estaba mal acomodada.

-no creo que este bien Louis, en realidad es "Où est un bon restaurant ?"- Sonrió tiernamente con dirección al ojiazul y lo miró cabizbajo.

-Lo intente, ¿eso importa?- sintió la furia en sus palabras y cerró el libros, miró atentamente a sus ojos esperando contacto visual -No me mires así- apretó los labios- ¡Deja de mirarme, carajo!

-¿Que sucede?- la preocupación y tolerancia de Harry lo hacia enfadarse mas, consigo mismo.

-No puedo, simplemente no puedo- Levantó el libro y lo tiró al suelo.

-No seas rudo con el libro- bromeó el rizado y lo levantó- ¿Que te impide hacerlo? ¿No has aprendido bien Francés? ¿Algo te distrae?

-Tengo - volvió a apretar sus manos y trago en seco- no debería de importarme si alguien lo sabe... Pero tu me das confianza

-Dilo, no lo publicare en la escuela- sonrió

-Tengo dislexia- soltó el aire acomulado en sus pulmones- la tengo y la estúpida dislexia me jode la vida.

-No sé que decir- soltó después de un incomodo silencio- pero no creo que no podamos superarlo.

-¿Podamos? Tu no tienes esa idiotez, eres hasta tutor, hasta estas avanzado un año- lo miró con furia, pues nadie entendía lo que sentía, no conocía a nadie en su vida a quien se le movieran las letras y las silabas por todas partes.

-Tienes una linda nariz- Louis sintió en toque del dedo anular del rizado contra su nariz.

-¿Que?

-Y lindos ojos, azules.

-Basta- se ruborizó.

-Vamos, haremos tu tarea y te ayudare en todo, te leeré cada letra hasta que no la saques de tu mente- levantó el libro de Francés y lo puso en el escritorio.

Louis miro el libro y las letras se movían en toda la hoja, sintió la mano de Harry sobre la suya, y como utilizaba su dedo para apuntar a donde estaban leyendo, el intentaba poner atención, pero ahora lo que lo distraía era el rizado que sostenía su mano.