Capítulo 11

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Este capítulo está narrado por WINRY

CAPITULO 11

Había pasado casi un año desde que lo había visto, sentido, tocado y besado, también había pasado casi un año desde que esta necesidad se había vuelto un martirio.

Lo extrañaba a cada momento me hacía mucha falta, aunque solía llamarme regularmente, ya no se había pasado por Resembool desde que se había ido. Tenía entendido que había conseguido un mecánico financiado por el gobierno, en central y no desperdiciaba tanto tiempo en viajes. Hacía algunas semanas que no recibía una llamada de esos dos hermanos, y la última vez que llamaron, para la suerte de todos, habían avanzado mucho en su investigación.

A pesar del dolor, yo seguía con mi vida, con mis pacientes, había comenzado a hacer visitas a domicilio dentro de Resembool, servía para distraerme más y así el día terminaría más rápido. La abuela Pinako ya algo avejentada pero tan activa como una joven que apenas comienza a vivir, se quedaba con los trabajos en casa y perfeccionando cada vez más sus nuevos modelos de automail.

Ese mediodía tan atípico, regresaba de unos domicilios algo cansada, últimamente estábamos contando con mucho trabajo. Me encontraba recostada en el sofá de mi viejo living, el que contenía tantos recuerdos... Había dejado de leer atentamente el libro de mecánica que se encontraba abierto justo por la mitad contra mi regazo, sus descoloridas y arrugadas paginas emanaban un aroma a libro viejo, de esos que permanecen en la memoria de uno durante años... y la verdad es que me ayudaba mucho a relajarme, mientras dejaba todo lo demás para observar detenidamente, con nostalgia el plateado anillo en mi dedo.

De pronto escuché unas enérgicas carcajadas que me parecieron muy familiares detrás de la puerta, dentro de lo más lejano de mi memoria, sabía de quien se trataba y mi corazón dio un ligero respingo y comenzó a latir con increíble fuerza. De seguro estaba imaginando cosas, pero no, volví a escuchar aquellas risas tan alegres que me obligaron a levantarme del sofá dudosamente y me acerqué a la puerta con algo de nervios y miedo. Den no dejaba de ladrar y supe que aquella manifestación no era nada hostil.

Sin pensarlo dos veces abrí la puerta y allí fue cuando vi el escenario más increíble que podría ver en mi vida. Me froté los ojos, pues no creía que mi vista estuviera en lo cierto, pero allí estaban ellos... Las dos personas a las cuales más amaba Ed y Al... Alphonse estaba riendo feliz y volvía a tener su cuerpo humano, mis ojos comenzaron a humedecerse y al cabo de pocos segundos ya no lograba distinguir más. Corrí con toda mis fuerzas casi a ciegas por aquellas lagrimas de felicidad, con anhelo de acabar con los pocos metros que nos separaban y me abalancé sobre ellos.

Los abrasé con fuerza y los tres reímos en el suelo regodeándonos de felicidad. Ahora si estaba segura de que podía creer en lo increíble, me voltee para llamar a la abuela, pero ya estaba en el marco de la puerta con su rutinaria pipa en los arrugados labios sonriendo satisfecha.

Los tres nos reincorporamos solo para volvernos a abrazar. Al separarnos mis ojos se encontraron con aquellas orbes ambarinas que me removían el estomago de sensaciones inescrutables, pestañé para dejar caer esas lagrimas que dificultaban mi vista de tan hermoso panorama. Se acercó a mí dubitativamente, y me tomó de la cintura acercándome a su cuerpo, una de sus manos se aferró a mi nuca para besarme con tranquilidad pero a la vez urgencia y necesidad, lo noté en el leve temblor de sus labios. Mis sentidos se fueron opacando por el calor que iba subiendo a mis mejillas. A poca distancia logré escuchar una risita picara proviniendo de Al, seguido de una serie de pasos rápidos que se alejaban en dirección a la casa.

— Abuela! Abuela! Regresamos! — Logré escuchar con la confusión que tenía encima.

Sus labios siguieron moviéndose sobre los míos nostálgicos, posesivos y yo no pensaba detenerlo por más que eso me llevara al colapso.

Falso Corazón de MetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora