A la Naturaleza:

62 12 1
                                    

Arrullados mis dedos que se ocultan de los extenuantes rayos del sol,

escondiendo sus pequeños y arrugados cuerpos bajo las gruesas capas de arena...

Excepto mi cuerpo que se ve atacado sin piedad por el calor,

Sin embargo, lo disfruto, pues mi cuerpo está aquí en esta hermosa playa,

pero mi mente viaja como pasajero entre los átomos, duerme plácidamente entre las nubes o hasta incluso iría más allá del horizonte.


Pero dudo que se atreva, pues se acerca una tormenta proveniente del horizonte;

Nubes negras que pretenden apoderarse del reinado de la claridad, oprimirlas hasta opacar su luz...

Una lucha fascinante y temporal en la que casi siempre predominada la oscuridad.

Y por alguna razón que desconozco, todos salen de la playa, huyen de su belleza que ahora parece amenazadora;


Su ambiente desequilibrado a causa de los fuertes vientos, formando oleajes enormes y arrasadores que rompen con fuerza en la orilla haciendo más extenso su alcance...

humedeciendo la arena, y esta, testaruda y tenaz, abandona su estado húmedo y débil, y vuelve a su origen.


La tormenta reinaba en la playa, y las olas y el viento obedecían sus órdenes;

Ya no quedaba ni un alma en su reino, solo yo, si es que se podría decir que mi alma no huyo despavorida con los que se fueron, pues no tenía miedo y mi mente ya había regresado de su viaje.

Mis dedos despertaron de su descanso debajo de la arena y salen temerosos como mineros al ver la brillante luz del sol,

después de haber pasado tanto tiempo en la oscuridad,

Camino hacia este gran escenario caótico y hermoso, freno repentinamente, me siento aferrado a la orilla, no me permito entrar a este tan maravilloso lugar, tal vez por miedo a la naturaleza...

No, no tengo miedo a sus destrezas en el arte del caos, pues la admiro y quiero ser parte de ella.

Pero llevar a cabo este cometido sería imperdonable, injustificable ya que no encajaría en el perfecto ambiente que ella ha creado;


Arruinaría los suspiros del viento que obligan a las olas a agitarse,

¡Es tan humano esta conexión, de amor y lujuria!

Pues el viento, un romántico empedernido, una poesía le dice al mar y este se sonroja y avergonzado se revuelca en si misma...

¡Oh, naturaleza, mujer, Diosa de tanta belleza, tenaz y fría ante cualquier adversidad que se le
presenta...!

Hazme parte de tu arte, conviérteme en tu instrumento, permíteme destacarme entre tus obras más hermosas, y aunque no sea digno, permíteme serlo...

¡Aquí me tienes amándote a gritos, y a mí me gusta quererte en silencio!

Letras Desnudas [ EDICIÓN TERMINADA ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora