A mí Padre:

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Yo, siendo discípulo de la literatura, no encuentro palabras para definir la admiración que tengo hacia a ti, Padre.

No obstante, al pasar de los días, al despertar por las mañanas y ver tu majestuosa figura recostada del marco de la puerta;

Me recuerda a esa emotiva historia:

Del niño, que con su inteligencia e ingenio saco de la melancólica y casi irreversible pobreza en la que estaba sus hermanos y padres.

Haciendo del apellido Vargas, un legado que yo y mis hermanos estaremos más que orgullosos de llevar.

Nunca olvidare todo lo que hiciste por mí;

Como ser mi maestro desde los trascendentales momentos de mi infancia, con las enseñanzas que me hicieron comprender que serás mi amigo y mi padre hasta la muerte.

Dándome buenos principios antes que buenas maneras. Concibiéndome tu rectitud antes que la frívola elegancia.

Siguiendo los pasos de los valores que te convierten en una persona tan respetable, digna de admirar.

Y estaré orgulloso de pensar que algún día seré como tú, todo un Padre...

Y si al llegar ese día, no estas a mi lado, no será el fin...

Pues en mi vivirán tus valores.

Y al llegar mi hora, comenzare mi búsqueda implacable con el único fin de encontrarte.

¡Oh...! Y no serán obstáculos los escombros de los planetas que ya no existirán,

Ni la negrura del espacio,

Ni los rincones infinitos,

Mi rendición jamás predominará en mi.

Pues, baldíos podrán los lugares donde te buscare y dónde prometo encontrarte,

Yermos los espacios abismales donde te pensare;

Y fútiles podrán ser los mapas que consulto, que veré y que encontraré, sin embargo, de comprensión maravillosa, más allá del horizonte del olvido.

Y no es triste.

No...

No hay cabida para la tristeza, donde aún latente esta,

El recuerdo.

El recuerdo del mejor padre de todos los tiempos.

Letras Desnudas [ EDICIÓN TERMINADA ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora