Capítulo 8

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Aioros entró al gran salón donde se llevaba la fiesta, por su lado pasaba uno de los meseros con su charola llena de copas, cogió una; se la tomó de golpe, le devolvió la copa —Athena dame fuerza— se acomodó su saco y fue hacia Saga.

—Buena noches chicas— sonrió con esa ternura, las mujeres casi se desmayan miro a Saga que aunque mantenía su sonrisa, en sus ojos se notaba molestia —Perdonen que las moleste pero necesito llevármelo por unos minutos.
Aunque sus ojos estaban achinados, y esa sonrisa era la que siempre mostraba, Géminis podía sentir un cosquilleo como de alerta —Ahora vengo, hermosas damas.

A una hasta le había depositado un pequeño beso en la mano; camino detrás de Aioros; salieron de la sala; caminaban por el pasillo grande eh iluminado —¿A dónde vamos?
—Tu tranquilo— pero sentía todo lo contrario.

Aioros entró por una puerta. Era un amplio baño, había un señor, al cual ambos saludaron; Sagitario se acercó al lavado, se empezó a lavar sus manos; tenía tanta tranquilidad que eso le desesperaba a Géminis. Aquel hombre salió del baño; Aioros cerro la pileta, se sacudió sus manos y giró.

Apoyado en el mesón; cruzó sus brazos —¿A qué juegas Saga de Géminis? — su voz sonaba seria, pero no tenía tono agresivo, su mirada fija en los ojos de Géminis.

—No sé, de que hablas— se sentía como un pequeño que estaba a punto de ser regañado.

—Esta mañana, casi me violas en una tienda, y ahora delante mío descaradamente coqueteas a las mujeres.

Saga levantó su ceja, estaba sorprendido, no sabía si Aioros estaba celoso, o si tal vez había tomado más de cuenta y le reprochaba. Dentro de él llevaba un deseo de gritar, esta sería la primera señal de que tal vez Aioros si correspondía sus sentimientos — Aclaró, esta mañana yo no intente hacerte nada malo, solo me acerque a ti, y si hubiese pasado algo no era violación, porque todo era con tu consentimiento — sonrió de lado —Siempre será así, todo con tu consentimiento— miro a un costado, para que en sus ojos no se refleja la duda —Pero no se que juegas tú, aceptas besarme; aceptas que este cerca tuyo, pero cuando estamos por tocar el cielo, te alejas; me dejas con el deseo de besarte; tu y yo podríamos tocar las estrellas; podría robar todas las estrellas del cielo si así quisieras; podría darte el mundo a tus pies, pero te niegas.

—¿Me niego?; ¿¡me niego!?, Saga por los ¡Dioses eres un cínico!

—¿¡Cínico!? dime en que.

—Ahora mismo, me dices que tocaríamos estrellas juntos, pero si no me acercaba a ti les dirías lo mismo a ellas; todo con tal de llevarlas a la cama.

—¿Eso crees de mí?; ¿tan poco me ves?

—¡Si! te veo como una doble cara; sinvergüenza; descarado; infiel eres un fariseo.

Saga más que molesto estaba dolido, parecía que cada palabra había golpeado en su pecho, de repente, no se veía tan intimidante; la mirada hacia abajo; labios caídos; los puños apretados; cuando levantó la cabeza; a Sagitario casi se le cae el corazón; era la mirada más melancólica que había podido ver —Es así como soy ante tus ojos—  sonrió con pena —No te puedo culpar, yo también me vería a si ante tus ojos... al fin y al cabo fui yo quien te mato; fui yo quien te arrebato todo, yo lo arruine todo soy sencillamente un miserable.

—Saga... yo, perdona, me excedí en las palabras.

—No te disculpes; es lo que piensas, fuiste sincero, por lo menos sé que sientes algo por mí; y eso es algo, aunque sientas repudio hacia mí; por lo menos es algo, creo que dolería más saber que no sientes nada.

—Saga yo no dije, que te odié...

—Vale tranquilo, mejor me voy— volvió a sonar su voz segura —Solo quiero que sepas que lo de ahora, quería ponerte celoso, ya que sí, me  jodio que hoy estaba tan seguro que te gustaba, que solo te estabas haciendo al duro; pero ahora lo entiendo tu solo querías complacer al "Gran Patriarca", aunque en realidad yo  solo te causo malestar.

Saga se dio la vuelta, se sentía tan bajoneado; estaba por llegar a la puerta, pero antes de jalar la puerta; Aioros lo jalo del brazo, se dio la vuelta, no pudo decir ninguna palabra porque Aioros se lanzó a besarlo; con deseo; desesperación y pasión. Saga no lo dudo, correspondió el beso con las mismas emociones; lo levantó y lo sentó encima del mesón, se separaron unos centímetros.

—No te entiendo, ¿Qué quieres de mi Aioros?; dices que me odias, luego me besas.

—No te odio...quiero que toquemos el cielo juntos — puso su mano en esa mejilla colorada y caliente, lo volvió a besar, sus lenguas se chocaban, Saga se apartó y comenzó a bajar sus labios, se puso de rodillas y comenzó soltar el cinturón de Sagitario Aioros volvió en si —Saga, para— agarro la cabeza de Saga; este se sintió otra vez desanimado; se levantó.

—¡Ves otra vez con lo mismo! — ahora si se notaba molesto —Me prendes y luego lo jodes; dime tu Aioros ¿¡que juegas!?

—Saga alguien puede entrar, nos pueden ver.

—Y a mí que con eso.

—Somos caballeros, ¡eres él patriarca!

—Si bueno, me largo.

—Saga aguarda.
—NO, me largo.

Aioros se bajó del mesón —¡Géminis! dije que te detengas.

—Para que si tu no vas hacer nada, ni tampoco dejarás que te haga algo.
—¿Ah, no?...

La puerta del baño se volvió abrir, camino hasta el lavado y se miró al espejo, sus ojos estaban rojos y las lágrimas deslizaban por su mejilla, aunque no decían nada, dentro suyo había tanto, sus ojos rosados se veían tan tristes —Y sigo cayendo ante tus encantos, aunque todos son un engaño— se mojó su rostro, respiró profundo —No puedo creer que voy a volver aceptar.

Salió del baño, volvería al mismo lugar donde lo esperaba aquel arrogante, mientras que, en aquel baño, en el último cubículo, estaban dos jóvenes —Ves te dije que alguien podría entrar.
Miro intentando estar molesto al peli azul que estaba de rodillas, pero no podía sonar ni enfadado, ni verse como tal, Saga se apartó un poco —¿Quieres que pare? — sonrió pícaramente.

—Si...

—Mientes, a un necesitas de mi atención... y hasta que te complazca, no me detendré, y de una sola bocanada se volvió a meter todo el erecto miembro de Aioros, haciendo que vuelva a soltar un gruñido de placer

 y hasta que te complazca, no me detendré, y de una sola bocanada se volvió a meter todo el erecto miembro de Aioros, haciendo que vuelva a soltar un gruñido de placer

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Mi manera de pedirte perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora