Y volvimos, años después. Puede que esto no sea lo que esperabas, pero al ser EDUS una historia inspirada a su vez en una historia real, se cortó durante un tiempo la conexión con las fuentes de esa historia. Es difícil retomarla, volver a pegar esas partes que sé a muchos les cautivó más que las otras historias de esta servidora.
Disfrútenla.***
Ignacio (años después)
Miro la página web de la aerolínea con cierta decepción: la compra ya está hecha y no puedo hacer nada para impedirla, puesto que no he sido yo quien la ha hecho. Suspiro, cansado, mientras bebo el último sorbo de café de la última bolsa que traje. No bebo otro café que no sea ese desde entonces. En el botiquín del baño guardo un frasco de Fluoxetina y otro de un fármaco que mejora la oxigenación, y me pregunto cómo no me he vuelto adicto. O tal vez sí y no recuerdo. Tomo la dosis prescrita y salgo de la cocina con mi jarra de café.
En la cocina, la hermana Margarita se encuentra revolviendo el guiso en una olla como si fuera un brebaje, mientras la hermana María Pilar añade unas especias.
-Salve María, hermanas.
-Bambino Ignacio- me saludan ambas al unísono.
-¿Mucho trabajo?- les pregunto en italiano mientras lavo mi jarra.
-No como el suyo.- sonríe la anciana Margarita.- Dudo que tomar café con cardenales y obispos sea un trabajo arduo luego de tales estudios.
-Ya me gradué, hermanas. No tengo nada más que hacer aquí.
-¿Pero quién va a criticar entonces nuestros guisos?- se lamenta Sor María.
-¡Hermana!- le riñe sor Margarita. Española y anciana, tiene un carácter sumamente fuerte que me agrada. Ella es la de la magia de la cocina, la que ha hecho que mis pantalones hayan aumentado un par de tallas.
-No hay nada que criticar a los guisos de una Sor Nonna.- sonrío.
-Calla, Ignacio.- en su gesto pétreo se refleja una sonrisa.Entra la priora, la hermana Estela, una mujer blanquísima cuyo hábito igual de blanco la hace parecer un espectro. La única que viste así. El resto de hermanas visten de gris.
-Buongiorno, Ignactius. Entonces, ¿Se acabó?- me pregunta en perfecto español, pues somos coterráneos.
Las hermanas intercambian una mirada, y Sor María frunce el ceño, resentida, pues no sabe español. La priora rodea la mesa y se sienta frente a mí, cruzando los brazos.
-Se acabó, hermana. El próximo mes parto de vuelta a la patria.
-Sé que vivir en la Ciudad Eterna era tu sueño más preciado.
-Fue lindo mientras duró, hermana. No me quejo.
-Retomas tus obligaciones en la Curia, supongo. Tu antigua vida.
-Así es. Entraré el miércoles después de mi llegada. Esa es la idea, mientras el padre Adolfo se mantenga lejos- me estremezco ante la idea.
Sor Estela toma una de mis manos entre las suyas, frías.
-No es sencillo, Ignacio. Te lo digo de una vez.- y su voz, suave, resuena en las paredes de mi cráneo como un golpe de hierro- Vas a sufrir arranques de nostalgia. Vas a sentirte atrapado en tu realidad. Sé que no es la primera vez que tienes que renunciar a un sueño sin desearlo, y sé que tienes ese temple para poderlo superar. Pero no va a ser fácil.
-Nadie dijo que fuera fácil...- respondo, frío. Pero en mi cabeza se desata un torbellino.
Ella suspira por respuesta, y se voltea a las monjas -Sor Pilar, te necesito en el solar.Nos quedamos en silencio, interrumpido por el burbujeo del caldo.
-Has pasado por mucho en estos últimos años.- comenta Sor Margarita, rompiendo el hielo.
-Se puede decir que he ido de mal en peor. Esta etapa de mi vida es la más alegre en todo este tiempo, creo.
Sor Margarita se seca las manos y toma un durazno de la mesa.
-¿Tienes algo que hacer después de Vísperas?
La miro, sorprendido ante la pregunta.
-Hermana, sabe bien que a partir de ahora estaré incordiando entre ustedes hasta mi partida.
Ella muerde el durazno, extrayendo su semilla que deja a un lado.
-Lo tomaré como que tienes libre. Después de Vísperas, en las catacumbas.
-¿En las catacumbas?- me sorprendo.
-¿Te asustan los espíritus de mis compañeras?- se ríe.- Allí nadie nos verá, jovencito. Muy pocas van allí.
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Enamorada de un seminarista </3
RomanceElla está enamorada perdidamente. Pero tiene un problema: él ahora es seminarista. Pero no es un chico cualquiera; es diferente a los demás. Se llama Ignacio y fue el más inteligente de su generación secundaria y universitaria. Odia las muestras de...