#6: Kyrie Eleison

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He llegado a las 4:30pm, para la celebración del rito maronita a las 6pm. No sé qué diablos es eso. Vi unos tutoriales en Internet, pero no recuerdo casi nada. Estoy en blanco.
Al llegar, un hombre está curioseando mi gaveta de Ceremoniero, oculta bajo el nombre de Monseñor Ignacio TREJOS, un exobispo ya jubilado. Es la forma de Padre y mía de consolidar nuestra confianza, esa gaveta encierra más secretos de los que puedo contar, y ahora un tipo está ahí, metiéndose en lo que no le importa.
-Buenas tardeeees- exclamo con sarcasmo, la idea es que el tipo deje mi gaveta en paz.
-Buenas... tarrrdes- el hombre cierra mi gavetita y se voltea. Es bastante alto y tiene el cabello negro peinado y tachonado de hilos plateados. Sus ojos negros como la noche me miran con simpatía, mientras me sonríe. Tiene las cejas algo gruesas y la piel pálida. Viste una camisa blanquisima, como las de Padre, y un abrigo gris oscuro grueso, pantalón formal y unas bonitas zapatillas negras. Se me ocurre que es uno de los nuevos ministros lectores, pero no me suena su rostro. Me observa a través de sus gafas sin montura. Da un aire de confianza. Me acerco a saludarle y en eso noto un cartón blanco que sobresale debajo del cuello de su camisa. Un cuello clerical.
-¿Eres Walter?- me pregunta. Tiene un acento como estadounidense.
-No, Padre- le digo, cuidando de que vea que noto su cuello clerical -Soy Ignacio Alvarado, Maestro de Ceremonias de la Catedral.
-¿Diácono?- pregunta.
-No, monaguillo. Acólito. Ayudo al obispo- hablo con oraciones cortas para que entienda.
-Entiendo- dice con una amplia sonrisa -Soy el Padre Charbel.
-El maronita- respondo. Él asiente -Un gusto conocerle- Mi nivel de cortesía me sorprende. Me relata un poco de su misión y de la misa de hoy. Adolfo aparece y se une a la conversación. Entonces aparece también Padre Hernán en una guisa que casi nunca le he visto: camisa Blanca con el cubrecuellos negro y mancuernas con dos ópalos, traje gris y zapatillas nuevas. Se ha teñido y cortado el cabello, y no dudo que se haya hecho algún tratamiento exfoliante.
-¡Charbel, amigo!- exclama eufórico. Se unen en un abrazo -¡Eres bastante puntual!- se ríe -Supongo que ya Ignacio se ha presentado. Él es mi monaguillo de confianza, mi Ceremoniero, el más leal. Nunca me ha fallado- tanta alabanza me embriaga -Él, junto a otros acólitos, y Emmanuel el diácono, nos ayudará hoy. Más a ti.
El Padre Charbel sonríe y saca de un maletín una serie de folletos y papeles sobre el rito católico maronita. Comienza a explicarnos a Hernán, Emma y a mí el rito, Adolfo incluido. Da ejemplos, dramatiza y hace dibujitos mientras los tres tratamos de visualizar el rito. No lo logro, pero finjo que sí. Hernán también dice que si a todo. Me pasa un folleto en arameo-español y me dice:
-Ignacio, en el rito maronita, el diácono tiene un papel muy reducido- Emmanuel asiente -Lo que tú ves que dice diácono, realmente te corresponde a ti- lo miro con sorpresa.- Para nosotros, el diácono es el acólito, seminarista, el Ceremoniero. Para ustedes, es el paso antes del presbiteriado. Como Emmenuel (los maronitas respetan el nombre sagrado de Emmanuel, Jesucristo, Dios con nosotros; entonces cambian la pronunciación) es un diácono romano, le daremos partes que le corresponden al diácono maronita- dice, y se vuelca en una explicación larguísima y reparte nuestras partes. Emma y yo no entendemos nada, y Padre tiene los ojos muy abiertos. Tampoco entiende ni Jota, pero se hace el entendido.

En un momento en el que me explica los nombres de los Santos Maronitas que debo nombrar, suena el timbre de la puerta trasera. Hernán se apresura a abrir. Entra ella ¡Dios mío! A ella la convocaron para esta misa, y Charbel hace escasos diez minutos me explico que las mujeres son prohibidas en el rito maronita. Padre le dice algo al oído y ella se disculpa, pasa detrás de nosotros y se va a nuestra sala.
-¿Quién es ella?- pregunta el Padre Charbel de soslayo.
-Es Paula- responde Emma -Una acólita.
-No sabíamos que las acólitas no existen en tu rito, Charbel. La coordinadora convocó niños y niñas- Hernán traga saliva visiblemente incómodo.
-¿Cuántos convocó?- Charbel se ve incómodo también
-No lo sé- respondo -pero las niñas son las más experimentadas. Paula, por ejemplo, es muy estudiada en liturgia y tradición romana. Le vendrá bien estudiar la liturgia maronita. Le explicaré algunas cosas básicas de las que usted me explicó, Padre. Si me permite,- digo viendo a Hernán, quien me asiente con una seña- ella me asistirá a mi hoy
-¿A ti?
-Los maestros de Ceremonias romanos a veces necesitamos alguien que nos ayude- respondo mirándola. Está de espaldas a nosotros. Ni siquiera nos oye. Veo como su blusa blanca cae por su espalda de violonchelo y el cuello de esta enmarca su cuello. Me quedo embelesado y descubro a todos viendo al mismo lugar. Me volteó y sacudo la cabeza para que ellos me sigan.

Enamorada de un seminarista </3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora