ᴠɪɴᴏ ᴅᴇ ᴜᴠᴀs ⁕ Kamigami no Asobi ⁕

Capítulo 27

Narrador

Habían pasado días desde la inoportuna visita de Takeru y su disculpa hacia el dios del vino. Desde aquel día ya no era tan extraño ver al dios del mar un poco lejos de su hermano al lado de los amantes secretos.

Se le veían juntos y no era extraño para nadie.

Gracias a eso Dionisio podía aprovechar para estar más tiempo con Hikaru sin que nadie cuestionara sus acciones y aunque a Takeru le gustaba molestar al dios, él se la pasaba genial junto a ellos.

Lástima que Yui no tenía la misma suerte.

La chica pelimorada había logrado ganarse la amistad de Apolo, Balder y podía influenciar un poco en Hades, Tsukito y Dionisio algo que no había podido lograr en Thor, Loki y Takeru.

Y su objetivo era el dios del mar japonés.

[...]

Hikaru la supuesta diosa de las estaciones japonesa había notado claramente una cosa, la nueva unión que estaban teniendo Yui y Takeru.

Al parecer su hermana le había enseñado una habilidad que tenía a Takeru y por ello ahora estaban tan unidos.

Su momentos juntos era cuando corrían y si no se equivocaba Hikaru era después se clases que ambos salían a correr por el bosque con el uniforme de deportes. La chica albina estaba casi segura que la amistad muy pronto surgiría en ellos ya que su hermana siempre había sido así de alegre y agradable hacia los demás.

Y además Hikaru deseaba que Takeru tuviera una amiga más.

A ella definitivamente le agradaba el dios del mar y era uno de sus pocos amigos dentro del jardín por lo que le deseaba lo mejor.

Había terminado de tomar sus últimas notas en la clase de Thot-sensei y estaba guardando todo notado como Takeru y Yui eran los primeros en irse conversando animadamente.

—¿Lo notaste princesa?—se le acercó Apolo animado—últimamente Take-Take y la hada se han vuelto muy unidos espero ella logre su amistad.

—Lo logrará Apolo-san.

—¿Qué tal los takoyaki's que te mande con Di-Di?

—Deliciosos Apolo-san—alago ella esbozando una pequeña sonrisa para tomar su maletín con una mano—muchas gracias en verdad por pensar en mí.

—Como no si para mi eres una amiga.

—Supongo que para mi también.

—¿Supones? Pensé que éramos muy amigos como tú con Take-Take y Di-Di—tomo su mentón entre dedos para luego dar una gran sonrisa—te mandare más dulces por la tarde con Di-Di.

—¿Ehh? Estaré muy agradecido contigo Apolo-san. Eres realmente muy bueno es solo que tu y yo no convivimos mucho y por ello no sabia si eras amigos tu y yo.

La albina recibió una pequeña disculpa y un leve asentimiento junto a una promesa de en algún reforzar lo que Apolo consideraba una amistad.

Y claramente Dionisio no se quedaba atrás.

Él también había notado el acercamiento de su amigo y Kusanagi Yui. Los había visto  pasando tiempo juntos y como se divertían al correr que una palabra no se le pudo evitar pasar por la cabeza.

Pareja.

Aquellos dos a los ojos de él hacían una buena pareja y en cierto momento los había estado emparejando.

Tanto se había hecho a la idea de que en un momento podrían volverse pareja que se lo contó a su amada que lo miro con una ceja alzada entre divertida y un poco extrañada de aquel emparejamiento.

—No lo creo.

—¿No has visto lo unidos que son?—le cuestionó el dios pasando su brazo por los hombros de la chica—yo creo que si podrían hacer una linda pareja.

—Si tu lo dices.

A pesar de que su novia no compartía la misma idea y ella estaba a favor de que eso solo llegaría a una amistad aun así él no dejo de emparejar a ellos dos.

Tanto lo hizo que a veces molestaba a Takeru discretamente.

A veces le sacaba una risa a su novia ya que ella si lo entendía pero el Totsuka no parecía entender los comentarios de su amigo y las risas de su amiga.

[...]

Era una tarde nublada cuando Hikaru al fin había regresado de la biblioteca después de ayudar a Thot-sensei ya que no quería estar hasta muy tarde ahí y esta vez si quería descansar bien.

Apenas llegó y una sonrisa ladina se le formó en el rostro para utilizar un poco su poder y hacer que pequeñas gotas de lluvia comenzarán a caer provocándole una pequeña felicidad a la albina que se veía satisfecha con el clima frío y nublado que tanto adoraba.

Admiró el paisaje levemente lluvioso sola.

Dionisio estaba con los demás dioses griegos, Melissa claramente estaba con Yui pasando el rato con su otra amiga y Takeru de seguro estaba con su hermano ya que la diosa no creía que su amigo fuera a correr en estas condiciones.

—¿Admirando el clima?

—Si—murmuró sin quitar la vista del paisaje—adoro este clima tan precioso, ¿has venido a acompañarme o has traído otra vez algún postre de Apolo?

—Siento decepcionarte pero no, esta vez Apolo lo ha hecho NADA.

Remarcó la última palabra provocándole una risa a la chica ya que sabía cuanto amaba el dios todo lo que hacía Apolo y disfrutaba cada platillo y le era extraño no comer algún postre o bocadillo antes de la cena.

La sonrisa se le borró y se levantó de la silla donde estaba para sacar la cabeza por la ventana.

—¿Ha ocurrido algo?

—Vi a Takeru salir corriendo al bosque, pensé que hoy no iría ya que esta lloviendo pero al parecer me equivoque.

Dionisio se acercó y solo pudo ver como el dios del mar desaparecía entre los árboles del bosque y ver como la lluvia aumentaba poco a poco.

Después volvió a girar su cabeza viendo a Yui correr por la misma ruta de todos los días.

Hikaru se veía preocupada.

Tenía un pequeño mal presentimiento de todo esto pero a pesar de ello se sentó en la silla frunciendo levemente el ceño.

—¿Estarán bien?

—De seguro que si. Ella va hacia Takeru y yo creo que entre ellos se cuidarán, no te preocupes tanto.

—T-tienes razón.

Ella quito la mirada del bosque para ir a tumbarse a la cama y tratar de pasar aquel presentimiento malo que llevaba encima. A su movimiento le siguió Dionisio con una pequeña sonrisa colocando sus brazos bajo su cabeza como un tipo de almohada.

El silencio era cómodo.

Ambos no tenían que decirse y ella solo había atinado a acurrucarse al lado de su novio, y hubieran seguido de esa manera más tiempo así si no fuera por un pequeño temblor que había pasado y hubieran ignorado aquello de no ser por el temblor más fuerte que había habido.