Capítulo 29

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Narrador

—¿Qué puedo hacer Artemisa-sama?

Después de haber explicado la situación a detalle y que Hikaru hubiera puesto en juego en que la diosa se burlara de ella y le quitará sus poderes al contarle sus sentimientos pero en cambio se encontró con el rostro hermoso de la diosa que la miraba fijamente.

La diosa tenia un semblante serio.

Hikaru supuso que había dado un mal paso al tratar de explicarle la situación por la que le estaba pasando y sentía que en cualquier momento desapareceria sin dejar rastro y sus padres y todos sus conocidos se olvidarián de que alguna vez ella había existido.

Lo que podían hacer los dioses era una lista larga que incluso podrían poner detalles y todo.

—¿Te gusta él y por eso quieres ayudarlo Hikaru?

—¡¿Qué? No!— chilló la muchacha avergonzada por la pregunta las vergonzosa de la diosa que parecía hablar enserio—el dios del mar y yo solo somos amigos Artemisa-sama.

—Bueno—aquella diosa parecía ser una bipolar ya que tan rápido como había puesto aquellos fríos ojos ahora tenia una deslumbrante sonrisa en su rostro—entonces que importa si lo ayudas o no. Tu tienes mi respaldo y también el de la diosa Demeter que ya está ansiosa de querer conocerte—respondió dando un bocado a las uvas que tenía en una mesa.

—¿Su respaldo y el de la diosa Demeter?

—Si pequeña—respondio sonriendo dejando a la vista sus blancas perlas que formaba parte de su encantadora sonrisa—con ella de tu lado, mi padre ni se atreverá a tocarte un solo cabello.

—¡Entiendo, pe-!—fue interrumpida por la mano de la diosa que la calló.

—Se honesta contigo Hikaru. ¿Es un preciado amigo para ti?

Hay la albina comenzó a plantearselo tomando una de las uvas ofrecidas por la diosa de la caza que seguía comiendo con gran entusiasmo.

Recordó muchas cosas.

De pequeñas hasta grandes cosas que había hecho el dios por ella y entre ellos estaba el salvar su vida. El dios había salvado la vida de una humana.

Esta vez le tocaba a ella y sin embargo lo había dudado mientras su amigo no lo había hecho al salvar su preciada vida y quizás era por el momento y sus sentimientos acumulados dentro de ella pero le parecía escuchar el apodo que le había puesto.

“Fraude”

No era el mejor apodo que existía pero podía ver la sonrisa que le daba tras decirle eso o como le revolvía el cabello divertido.

—Si lo es Artemisa-sama. Él es un único amigo mío que no cambiaría por nada.

—¡Bien dicho!

—¿Usted cree que debería ir ahora?

—No lo creo. Debe de estar en un momento criticó y pesado, quizás debería estar solo por un momento para tranquilizarse.

—Entiendo.

—¿Qué tal me enseñas como va tu entrenamiento?

Con una aptitud desanimada asintió y sacó su arco y flechas para comenzar la demostración.

[...]

Cuando había terminado la demostración ya era demasiado tarde y la diosa le había dado la orden de ir directo a descansar para poder comenzar bien al día siguiente.

Su paso era lento y pesado mientras iba hacia los dormitorios femeninos, hoy Artemisa-sama había querido enseñarle lo que era su transformación a deidad pero justo había llegado Thot a interrumpir diciendo que era incorrecto hacerlo sin el permiso del dios del rayo al cual al ser mencionado a su hija rodó los ojos para desaparecer de la vista de ambos.

Eso había sido lo más agotador porque después había tenido que ir tras ella ya que su entrenamiento no acababa ahí.

Y al encontrarla tras unas horas al fin pudo ser libre de ir a descansar.

Sentía como si se moriría, el cuerpo le dolía en especial las palmas de las manos por el manejo excesivo de su arco y una espada que Artemisa-sama le había dado como práctica de defensa.

Había sido agotador.

—Suerte que ya llegué—murmuró para sí misma entrando en su habitación y al instante dejo aun lado su arco y flecha para tumbarse en la cama.

Estaba tendida boca abajo acabada por todo el entrenamiento.

Se sentía tan débil que al más mínimo movimiento de pie podría hacerla caer sin ningún esfuerzo.

Y mientras ella trataba de descansar un poco antes de cambiarse su ropa por un pijama cómodo, Melissa la observaba desde el escritorio y ella al estar tan cansada ni había notado la presencia del pequeño muñeco.

El ser salto del escritorio para luego ir hacia la cama de la chica.

Le costó tener que subir y casi había bajado por completo uno de los lados de la sábanas para llegar hacia ella pero lo había logrado después de mucho esfuerzo y ahora iba así ella y acarició su cabeza tratando de llamar la atención pero ella ni le hizo caso.

—Jun-niisan deja de molestar—dijo ella, dando un manotazo al aire pero luego elevó la cabeza—estoy en el jardín de los dioses, no en casa—recordó y vio a Melissa apunto de caerse por un lado de la cama y ella en un intento de salvarlo se lanzó a rescatarlo. Vaya rescate ya que al final había terminado en el suelo con el muñeco viéndola desde la altura—auch, que mala suerte. Lo siento por haber hecho eso Melissa estaba tan adormilada que ya ni consciencia tenia para recordar que estaba aquí y no en mi hogar.

—No te preocupes, ahora cuéntame. ¿Qué tanto te preocupa?

—¿Ehh? ¿“Qué me preocupa”?

—Bueno me entere de Kutanagi que Takeru fue suspendido y que ella te pidió ayuda pero tú no hiciste nada por las órdenes de Zeus. Ella no te culpa y pensaba en ofrecerte disculpas por ocasionarte problemas.

—Disculparse—murmuró ella sentándose en el suelo y acomodando su cabeza en la cama—ella no necesita hacerlo. Yo siento que aquí soy la que falló y ocasionó problemas. Podía haber ayudado a Takeru aún si me ganaba alguno que otro problema con Zeus ya que me salvo la vida sin dudarlo y ahora que él está en problemas y hay la posibilidad de que se convierta en estatua no hice nada.

—Tranquila Karu-chan—le acarició la cabeza el muñeco—gracias por confiar en mí y contarme eso. A decir verdad yo solo ayudó a Kutanagi pero no siento que seamos muy amigos como tú y yo.

—Eso es bueno, y es Kusanagi.

La chica esbozo una sonrisa para soltar un suspiro. Siempre había pensado que tener a alguien de confianza no le vendría nada mal ya que estaba harta de guardarse todos sus sentimientos algo que al llegar al jardín y volverse amiga de Melissa lo había cambiado todo.

Podía llamar al pequeño muñeco su amigo de confianza.

Le había contado varias cosas.

Entre ellas le había comentado vagamente una vez que ella no era una diosa como lo pintaba y en realidad era una humana hermana de Yui y el ser había prometido no decir nada y así fue.

—Gracias Melissa.

—No te preocupes Karu-chan—el pequeño dio un giro sobre la cama sonriendo y elevando los brazos—espero que después de todo esto cuando regreses a ser humana sigamos siendo amigos. Me encantaría quedarme a tu lado sin importar que.

—A mi también me gustaría.

Las sonrisas entre ellos dos no faltaron y menos el esperado abrazo tratando de sellar una promesa inexistente de quedarse al lado del otro sin importar lo que venga después.

Hikaru sabia que quizás no volverían a verse una vez regresará a su mundo pero ella deseaba aunque sea guardar todos los preciados recuerdos junto a todos los dioses y a Melissa. Deseaba guardar el lindo sentimiento que sentía cuando se unía junto al pequeño en un tierno abrazo, quería guardar en sus memorias cada palabra y sonrisa del ser amarillo y además de su novio y su mejor amigo Takeru.

Mientras viviera deseaba recordar la hermosa experiencia que estaba viviendo.

Prefería vivir al máximo aquella experiencia y recordarla cuando regresará a su “vida aburrida”.

ᴠɪɴᴏ ᴅᴇ ᴜᴠᴀs ⁕ Kamigami no Asobi ⁕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora