Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 4/Uɴ ᴀᴍᴏʀ ᴛóxɪᴄᴏ

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—Chuuya, te amo, por eso debes ser mío. Solo mío. Así yo seré sólo tuyo y todo lo que hago es por amor. No lo olvides mi hermoso Rey Borrego—

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¡Kouyou! Su amada Kouyou volvería en un día de aquella misión. Chuuya estaba muy contento, al fin tendría a alguien más en que confiar. Agradece a Dazai un montón por su ayuda, realmente lograba enamorarse cada día más, finalmente lo aceptó aun cuando ensuciaron su cuerpo y se encontraba en un estado tan deplorable y asqueroso que ni él mismo llegó a querer. Osamu si lo quiso y lo cuidó, el pelirrojo sabía que detrás de aquella fachada de mafioso duro, frío y cruel, no era más que eso —al menos fuera del trabajo. Dazai igual le daba miedo en ciertos momentos— porque en la intimidad era muy tierno y suave con él.

En estos momentos el más bajo miraba las estrellas desde la ventana, apoyado en el marco de ésta. El  anhelo brillaba en sus ojos mientras esperaba a su amado, el cual tuvo una misión por separado a la suya. Una suave brisa fría llegó a su cara, haciéndole salir de su ensoñación. Realmente deseaba poder estar con Dazai en esos momentos, pese a encontrarse bien. Habían pasado 7 meses desde lo ocurrido y sus ataques de pánico y ansiedad habían disminuido considerablemente y pese a que las pesadillas se mantenían Osamu estaba a su lado para darle calma al despertar. No sabría que hacer sin él.

Cerró la ventana y fue hasta la cocina para intentar hacerle una bonita cena al más alto, realmente quería sorprenderle y demostrarle su gratitud y que pese al comportamiento que tenían ambos en el trabajo el uno con el otro. Lo amaba con locura.

Sabía que al castaño le gustaba el cangrejo, pero en esos momentos no había muchos ingredientes para hacer algo tan elaborado, puesto que muy pocas veces estaban en casa y los alimentos fácilmente se podrían pudrir en caso de tener una misión por mucho tiempo fuera. Haría una cena liviana para luego ir a dormir los dos juntos.

Sonrió levemente al ver todo listo. Había hecho unos macarrones con queso, era algo muy simple pero esperaba que le gustará al de vendas, puesto que hace mucho que no cocinaba y se esforzó mucho, además tuvo que salir a comprar el queso cosa que le dio cierta ansiedad pero ya al estar en su apartamento se sintió mejor y comenzó a preparar todo hasta la llegada del castaño. 

Se sentó una vez dejado todo listo, solo debía servir, se sentó en la mesa a esperar. Desgraciadamente la espera le trajo consigo el pensar demasiado.

>>Estás sucio. Una cena tan simple no convencerá a Osamu de lo contrario<<

>>Solo está contigo por pena<<

>>Seguro ya está con otra<<

>>Te mereces todo lo que te sucedió. Eres horrible. Tienes la culpa de todo<<

Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Solo quería que las voces se callaran, le herían, pero tenían razón. Él tenía la culpa por ser tan despistado, él tenía la culpa por dejar que unos bastardos ensuciaron su cuerpo. Lo sabía ¡Lo sabía! Pero no quería seguir escuchándolo.

No supo en qué momento ya se encontraba en la cocina nuevamente, con un cuchillo en la mano, a punto de cortarse una parte del cuerpo. No le importaba cuál, sólo quería aliviar el dolor que se expandía desde su pecho y acallar aquellas voces que empeoraba el martilleo constante en su corazón. Su antebrazo se llevó aquellos cortes los cuales le brindaron aquel alivio que tanto buscaba. Ahora sólo era dolor físico. Las voces en su cabeza se habían detenido al igual que el golpeteo doloroso en su pecho. Con eso bastaba por ahora.

Oʙsᴇssɪᴏɴ ˢᵒᵘᵏᵒᵏᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora