|| Love : Truenor : FINALIZADA ✅✅ ||

[⚡] One-shot No 2 [⚡]

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Efraín: 19

Mateo: 18

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> Advertencia <

> Utilización de un tema sensible, se pide discreción <

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Y ahí estaba de nuevo, llorando, abrazando a una almohada, mientras
intentaba ahogar los sollozos que se escapaban de su boca. El rizado no sabía cuánto tiempo llevaba llorando, estaba solo en casa, por lo que nadie había ido a su habitación, para saber qué era lo que le sucedía.

Palacios en un vano intento de dejar de llorar, se sentó, sin soltar la almohada que tenía entre los brazos, intentando buscar algo con que distraerse, pero su mirada se dirigió rápidamente hacia el espejo que tenía en una esquina de su pieza. Al verlo sintió como aquel nudo que tenía en la garganta se formaba rápidamente de nuevo, llevando de manera inconsciente sus manos hacia su estómago, sintiéndose completamente asqueroso.

El morocho no tenía sobrepeso, es más estaba casi en los huesos, ya que no comía cómo se debía y cuando lo hacía, vomitaba hasta que su estómago estuviera completamente vacío. Pero a su criterio estaba gordo, y corría el riesgo de que Efraín, su novio, lo dejara por no ser lo suficientemente atractivo y lindo, consiguiendo fácilmente a alguien mejor que él.

Así que, se puso de pie y se dirigió al baño, donde se arrodilló hasta estar a la misma altura del excusado, para después llevar dos de sus dedos hasta su boca, en un intento de deshacerse de lo poco que había ingerido en el desayuno.

Nadie tenía conocimiento sobre lo que el rizado estaba pasando, ni Pedro ni Juliana, habían sido capaces de darse cuenta de ese extraño comportamiento que su hijo tenía, desde hace un mes, donde un comentario de parte de Reeve le hizo revivir ciertas inseguridades que creía muertas.

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-¿Te gusta como me veo? - preguntó Palacios, haciendo un par de poses para el chileno, quien lo observó de pies a cabeza.

La pareja ya llevaba un buen rato en la habitación del primero, Mateo estaba escogiendo un atuendo para salir, era domingo y todos los domingos, Efraín llegaba a su adorable novio a donde él quisiera, ya sea a la plaza, el cine o un centro comercial, esto se les había hecho una costumbre desde que empezaron a salir.

Ambos llevaban más de dos años de relación, Reeve y Palacios se habían conocido gracias a algunos conocidos en común. Desde el primer momento que Efraín vio al morocho se le hizo sumamente atractivo, adorable, con una personalidad que irradiaba luz y alegría, caso similar sucedió con el rizado, pero quien ese entonces estaba pasando por un mal momento.