¿Quién eres realmente?

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-¿Y entonces que te preguntó?

Willy hundió la punta de su pala en la tierra seca al mismo tiempo que una segunda pala lo ayudó lanzando la tierra a un lado.

-Qué sí podía montar una casa con una pared de mi casa ¿Ves que sanguijuela?- Respondió deteniéndose cuando el hombre búho dejó de cavar a su lado para jadear dramáticamente con una mano sobre su boca.

-Si merece una mina en toda jeta de su casa.

-Que se la merece- asistió el peliblanco mientras abría su inventario y seleccionaba los explosivos que colocaría en la trampa del suelo, entonces eso fue exactamente lo que hizo.

Fargan se cruzó de brazos detrás de él sonriendo con malicia.

Se preguntó si él tenía una igual.

No podía sentir su propia cara en estos días.

Cubrió los explosivos con una capa malintencionadamente delgada de césped falso contemplando con ojos cerrados que la trampa en la entrada de la vivienda estuviera escondida. Esa cantidad explosivos no mataría a alguien pero no podía decir lo mismo del refugio que el nuevo había construido toda la noche.

Supuso que era lo justo. No odiaba al tío nuevo. Solo lo había visto una vez y ni siquiera estaba invadiendo su colina.

Sin resentimientos, o bueno, la menor parte de ellos.

Solo eran travesuras.

Estaba guardando su pala en algún lugar libre de su inventario cuando una TNT nada elegante fue arrojada hacia la puerta estrellándose contra la madera antes de rebotar en el suelo inestable.

Por suerte no arruinó nada.

Willy quién se había tensado inmediatamente le envió una mirada amenazadora a su compañero aún con el brazo extendido. Fargan solo se retrajo para lanzar un beso con las puntas de sus garras a su obra. -La cereza de nuestro pastel, compi.

Willy suspiró.

-Fargan, los dioses me hablaron esta mañana en la ofrenda ¿Sabes qué me dijeron?

-¿Qué?

-Que eres imbécil, Fargan- dijo mirando debajo de sus gruesas pestañas la caja roja posada frente a la puerta como el maldito paquete del cartero.

Fargan hizo un puchero solo visible para la mitad inferior de su rostro.

-Pero ¿Por qué, tío? ¿No ves que es nuestra firma?

-A ver ¿Por qué dejaríamos una firma?

-Pues imagínate que tengamos una hermandad sin firma.

-No tenemos una hermandad.

-¿Y no quieres?~

-No, no tienes idea de lo que es el factor sorpresa, la verdad- respondió abriendo su inventario una vez más para buscar algo que lo ayudara a sacar esa cosa de allí sin tener que pisar su propia trampa.

-¿Qué dices? Imagínate su sorpresa cuando vea el TNT en su puerta. Es una carta de bienvenida, tú fliparías.

-Me vas a hacer bostezar.

-¡WILLY!- Fargan gritó repentinamente apartándose.

Willy llevaba conociendo a Fargan seis meses, un año si contaba su aventura en la posada, sin embargo se encontró abriendo los en sobre la caja familiar junto a él.

Una mirada hacia arriba lo llevó a encontrarse con la rata alada apuntándolo con una flecha incendiada.

Una sonrisa malvada.

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