Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.
Salmos 121:1-2Un barco, naufragó cerca de una pequeña isla y solo un sobreviviente quedó. Éste, pudo nadar hasta la isla desierta, donde oró fervientemente al Señor para que alguien lo rescatara. Cada día él se paraba en la orilla de la playa y miraba a un lado y al otro esperando ver alguna señal de algún barco que pudiera rescatarlo, pero todo parecía ser en vano, pues pasaban los días y la ayuda nunca llegaba.
Exhausto y frustrado, comenzó a construir un pequeño refugio para protegerse de los vientos, la lluvia y el sol y allí guardo algunas de las pocas posesiones que logró rescatar del naufragio. Un día, salió para otros lugares de la isla a fin de buscar comida y cuando regreso encontró que su pequeño refugio había sido consumido por el fuego de la fogata que él había encendido la noche anterior. La columna de humo se elevo a los cielos y con el humo sus esperanzas, ahora estaba sin nadie que lo rescatara, sin donde refugiarse y sin nada de comida. Con tristeza y enojo él clamó: Dios ¿por qué me haces esto a mí?
Al día siguiente, él se despertó con un ruido. Era un barco que se aproximaba a la playa. ¡Venían a rescatarlo!
Cuando les preguntó: ¿Cómo supieron que yo estaba aquí?
Los hombres del barco dijeron. Nosotros vimos ayer una columna de humo que se levantaba y eso nos sirvió de señal.En las circunstancias difíciles, es muy común que el miedo, el desespero y las aflicciones lleguen a nuestras vidas, pero si algo es cierto, es que no podemos permitir que nuestras emociones tomen dominio de nuestras vidas.
Muchas veces, nuestra vida se ve representada como ese náufrago solitario, que quizás hacemos el intento de salir adelante pero en el intento parece que nuestro destino es que nos vaya mal, pero no, porque nuestra ayuda viene de Dios, y por mas de que nos encontremos en el lugar mas desierto, alto o bajo del mundo, allí Dios nos encontrará y nos brindará su ayuda y protección.
Dios, se manifiesta en nuestras vidas de maneras impredecibles, y tal vez lo que parece ser el mayor desastre de todos, podría ser ese humo que se eleva al cielo para dar una señal de ¡auxilio!
Aunque en muchas ocasiones de nuestras vidas, nosotros mismos nos hemos sentido como un náufrago perdido a la deriva, nunca debemos perder nuestras convicciones y saber que solo basta alzar nuestra mirada al Señor y él vendrá a nuestro encuentro, y que sin importar las catástrofes que podamos causar, Dios usará aun el humo de las cenizas, para atraer su gracia y favor a nuestras vidas.
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Mi Diario de Amor❤
RandomAcá no expongo un libro en sí, esa no es mi intensión, cada una de las palabras que aquí están escritas son producto de mi día a día, de mi interés de estar cerca de Dios y poder complacerlo aun con mis letras. Muchas personas me han dicho que se me...