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A pesar de que Rubén pensó lo peor, y quién no lo haría luego de hacer semejante idiotez, no sucedió nada de lo que él se esperaba.

Durante la clase de Biología, la profesora sólo habló de los temas que verían próximamente, nunca dijo nada sobre cuadernos o calificaciones, ni siquiera les dijo sobre los resultados en los exámenes. Y como a Rubén le encanta hacerse películas en la cabeza, se dijo a sí mismo que todo eso parecía muy sospechoso.

Al final no sucedió nada que pusiera en peligro la vida de Rubén, a excepción de cuando se ahogó tomando Coca-Cola y el profesor le regañó por hacerlo durante la clase.

—Doblas, ¿ya? —le habla Samuel, ya listo para irse.

—¿Eh? Sí, ya casi —contesta guardando lo único que sacó durante tres clases: un lápiz.

Rubén ahora está más calmado y no carga con los nervios que le nacieron hace dos clases atrás, estaba seguro que moriría ahí mismo, delante de todos sus compañeros, pero no fue así. Se podría decir que ahora siente demasiada tranquilidad.

Tranquilidad que es destruida cuando mira a la profesora de Biología entrar por la puerta del salón, aunque la mayoría de los alumnos han salido ya ella lo pasa por alto.

¿Qué hace aquí si su clase fue hace dos horas?, se pregunta Rubén mentalmente.

—Samuel, necesito hablar contigo, ¿podrías quedarte un momento? No será mucho —habla la profesora llamando la atención del pelinegro.

—Sí, claro —responde Samuel sin titubear y luego voltea a ver a Rubén—. ¿Me esperas afuera? Quédate allá, y ni si te ocurra irte, ¿vale?

—Vale —asiente Rubén, si se sintiera mucho más nervioso tal vez se desmayaría ahí mismo, no sabe si eso es posible, pero quizás pueda descubrirlo.

Comienza a caminar hacia la salida del salón y como es tonto, choca con una silla antes de desaparecer por completo. Seguramente Samuel y la profesora lo vieron, pero ni siquiera se molestó en mirarlos.

—¡Rabis! —escucha un grito a sus espaldas, haciendo que voltee de inmediato.

—Hey, Luzu —saluda con una media sonrisa.

—¿Y Auron? ¿se fue? ¿sin mí? —pregunta volteando por todos lados.

—Sí, me dijo: "si ves a Luzu dile que me fui sin esperarlo porque tengo que ir a por un encargo de mi madre, que salió de imprevisto"; así que como sí te estoy viendo ahora, Auron me dijo que se-

—Vale, vale, ya entendí, Rubius, ya me lo dijiste antes. Gracias.

—Ah, es verdad.

—Sí, ¿entonces? ¿te estabas yendo? ¿nos vamos juntos a casa? —pregunta sonriendo.

—Eh... —Rubén se pone a pensar.

Si se va con Luzu podría escapar de Samuel y de su posible muerte, si es que la profesora de Biología le cuenta sobre los cuadernos, que es lo más probable.

—¿Rubius? ¿vamos o no? ¿o estás esperando a alguien? ¿a quién? A Mangel no; porque siempre vienen por él, ¿Alex? Eh... Dime quién —comienza a insistir Luzu.

—¿Yo? ¿esperar? Eh, bueno... —se rasca la nuca nerviosamente.

Si se queda entonces se muere, si se va, también, pero no se moriría hoy, sino mañana o cuando Samuel logre dar con él. En fin, la lógica de Rubén.

—¿Estás esperando a quien yo creo que es? —suelta Luzu en un tono jocoso

—¿Quién crees que es? —le mira curioso.

t o n t i t o ➹rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora