➹₂₅

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Rubén logra levantar la mitad su cuerpo de la cama, para apagar la quinta alarma que suena.

Mira somnoliento la cabecera de su cama, pestañea un par de veces, mientras lleva una de sus manos a su espalda baja para rascarse, pero no tarda en dejar caer su rostro contra su almohada, durmiéndose al instante.

—¡Rubén, Rubén! ¡Rubén Doblas! —apenas y logra escuchar, pensando que esa voz es parte de su sueño, eso hasta que escucha la puerta abrirse de golpe—. ¡Que te despiertes, hijo de tu desaparecido padre!

—¿Ah? —Rubén logra abrir los ojos cuando siente que le jalan las sábanas y mira a su madre a un lado de la cama.

No sé pregunta qué hace su madre en casa y por qué no está en el trabajo, tampoco por qué mierda tiene que ir al colegio, ni qué día es hoy, lo único que se pregunta es por qué nació, y las pocas neuronas que tiene encendidas no son suficientes para dar una respuesta a tal pregunta.

—Levantate ahora mismo, te cambias rápido y bajas a desayunar, pasaré a dejarte al colegio, no más retardos, Rubén —habla estrictamente y sale de la habitación.

—Sí... —murmura aún medio dormido.

Se levanta con muchísima flojera y logra terminar de alistarse en lo que para él es un tiempo récord, a pesar de bostezar cada 10 segundos.

Si no fuera por su madre, lo más probable es que seguiría durmiendo y soñando que ya está de vacaciones, para que despertara una hora después y llegara tarde a clases, como usualmente pasa.

Desayuna con una flojera grandísima y ni cuenta se da de lo que come, podrían ser piedras y él se las comería de todas formas.

Todo pasa tan lento para el chico, que siente que tuvo que esperar una eternidad para estar dentro del coche de su madre e ir de una vez hacia su destino.

Lo dejaría todo porque te quedarás,
mi credo, mi pasado, mi religión~

Eso es lo poco que Rubén alcanza a escuchar, debido a que está más dormido que despierto y es extraño para él estar en camino al colegio tan temprano, tiene ganas de dormir, pero también de llorar.

Lo único de lo que no se queja es de la música que escucha su madre, quizás se vuelva a dormir gracias a eso.

Y aunque no se da cuenta, se queda dormido segundos después de haberlo pensado. Es por eso que no tienen que dormir tarde cuando tienen que despertar temprano al otro día.

—Rubén, ya llegamos, despierta —habla la madre de Rubén después de unos minutos, moviendo al chico que se quedó dormido.

—¿Mmh? Todavía es de noche —murmura, acomodándose en el asiento.

—De noche ni que nada, despierta, estamos en el colegio ya, sino te sales te saco, Rubén —le dice, desabrochando el cinturón de seguridad.

—Aaah —suelta un quejido.

—Ya, Rubén —le mira seriamente.

—Ya voy —dice rendido, toma su mochila en los asientos traseros y espera a que su madre le dé un beso de despedida.

—Sigues actuando como si fueras un niño, Rubén —a pesar de decirlo, termina por darle un beso en la mejilla—. No te saltes ninguna clase, pon atención, pórtate bien, no molestes a tus compañeros y ten un buen día.

¿Cómo quiere que tenga un buen día si dice que no haga todas esas cosas?; piensa el castaño.

—Sí, mamá —asiente, abre la puerta del carro y sale de él—. Adiós, mamá, buena suerte en el trabajo.

t o n t i t o ➹rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora