t o n t i t o ➹rubegetta

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Mientras Auron y Luzu están hablando de quién sabe qué, Mangel está mirando cómo un grupo de chicos están jugando fútbol en la cancha, para luego dirigir su mirada a su castaño amigo, quien va corriendo agitadamente hacia ellos.

—Ya llegué—avisa Rubén, sentándose al lado de Mangel.

—¿Qué tal te fue? —Auron lo mira con curiosidad.

—Eh... —Rubén se pone a pensar—. Mejor que otras veces.

—¿Cómo que mejor que otras veces? —pregunta Luzu.

—Sólo tiré por la ventana la mochila de la que siempre trae un listón rojo en el cabello, así que me dieron un reporte—responde Rubén y se encoge de hombros.

—Sí que eres un bobo—Luzu niega con la cabeza.

—Meh, qué importa, estas cosas pasan... —habla Rubén tranquilamente.

—¡Rubius, el balón! —un grito le interrumpe.

—¿Cuál ba... ? —no puede terminar de hablar, porque el balón impacta sobre su cara, haciendo que el castaño caiga de espaldas contra el suelo.

Rubén sólo escucha un pitido leve y poco a poco va escuchando mas que eso; unas risas de delfín llegan a sus oídos y otras cuantas voces más.

Abre los ojos, viendo hacia el cielo y luego ve un par de siluetas viendolo desde arriba.

—¿Eres tú, Jesucristo? —pregunta Rubén con dificultad.

—¿Estás bien, Rubius? —escucha la voz de Auron y comienza a distinguir los rostros de sus otros dos amigos.

—Qué feo eres—suelta.

Se pone a pensar que si ya se murió y está en el cielo no debería de sentir ese dolor en la espalda ni en la cara, tampoco debería de ver que sus amigos están con él. Definitivamente esto no es el cielo, piensa Rubén.

—Dioooos—escucha la voz de Alexby.

Cada vez ve más siluetas mirándolo desde arriba y cada vez se ven más borrosas, siente como un hilillo de quién sabe qué liquido sale por su nariz, resbalando por su mejilla. Escucha unos débiles gritos diciéndole "Rubius", "Rubén", "¡Doblas!", para después ver todo negro.

—¿Ya se murió? —pregunta Alex, mirando a Rubén tendido en el suelo con la nariz sangrando.

—¡Llevenlo a la enfermería, subnormales! —grita alguien, haciendo que todos reaccionen.

Una hora después o quizás dos, Rubén comienza a abrir los ojos y siente como si alguien le hubiera metido unas ostias; porque le duele todo, o es un exagerado y siente que todo su cuerpo está muerto.

Abre los ojos por completo, viendo algo blanco encima de su nariz o lo que puede alcanzar a ver, siente un dolor en la cara, en la espalda y en el trasero, también.

Trata de recordar que fue lo que sucedió, pero su mente le da otra idea muy diferente, que hace que abra los ojos como platos.

—¿¡Me violaron!? —casi grita, intentando levantarse, pero un dolor más fuerte le llega y evita que haga cualquier otro movimiento.

La enfermera del colegio llega después de escuchar el grito de Rubén y lo ve recostado en la camilla, soltando unos quejidos.

—Al fin despiertas, Rubén—

—¿Qué me pasó? —pregunta Rubén.

—Te dieron un golpecito ahí—señala su cara, mientras sonríe tranquilamente—. Es extraño que te hayas desmayado cuando ya estabas en el suelo, me dijeron que estuviste consciente un momento y luego te fuiste.