VII

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—¿Puedes parar de pasar de mi cara, por favor? —se quejó la rubia—. Si lo vas a hacer, al menos dame una felicitación por el día del árbol.

—Greengrass, no sé cuál es tu plan, pero no esperes que yo colabore con él.

—¿A qué coño te refieres con un puto plan? Comadreja, me tienes los ovarios hinchados —masculló, estresada.

A decir verdad, lo que la estaba agobiando era que todos sus amigos iban adelantados con su pareja, menos ella. La chica Weasley ni siquiera se había dignado a mirarle cuando ella se coleaba a las clases de cuarto año y Astoria torcía la cara, cosa que hería su orgullo profundamente.

—No te hagas la buena de un momento a otro. Ay sí, me consuelas y pretendes que nos hagamos mejores amigas. ¿Qué coño? Ubícate —dijo, sin intenciones de sonar creída; lo único que deseaba era que Daphne se le despegase de una vez por todas.

—Weasley, ¿de qué me has visto cara? —se burló, pasándose una mano por el cabello—. Yo no quiero amistad contigo, por Morgana, para algo están mis amigos; ¿tan importante te crees?

—Eso no es lo que demuestras —contraatacó la pelirroja.

—Yo no busco amistad, linda, busco un polvo.

Pero qué cojones-...

—Traidora, me atraes. Estás buenísima, lo juro.

—¿Y eso qué se supone que significa?

—Que quiero que follemos. Aunque sea un polvo y ya está, lo que quieras, y te dejo en paz.

—Joder, maldita...

—Mira, que no cualquiera tiene esta oportunidad —dijo, señalando su propio cuerpo con un dedo—; es mi obra de caridad del mes.

—Obra de caridad mi culo, jod-...

—Habla ahora o calla para siempre —susurró seductoramente, sonriendo victoriosa. Por fin había vuelto a tener el control de la situación.

—Bueno —habló el hombre, silenciando a toda persona que aún seguía hablando—

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—Bueno —habló el hombre, silenciando a toda persona que aún seguía hablando—. Debo decir que la mayoría de sus pociones fueron una decepción; ya fuese porque estaban mal hechas o porque son de las que les enseño a los niños de primer año. Sin embargo, a pesar del tremendo fracaso que se ha visto por aquí, hubo una sola que llegó a llamar mi atención.

—Quién sabe qué coño habrán hecho los demás —murmuró Pansy en el oído de Hermione. Como era obvio, Snape había dicho que se sentasen con la persona que hicieron el trabajo y nadie puso objeción.

—Muchos de vosotros hicisteis cosas sencillas, otros os fuisteis más por el lado de lo complejo y largo. Las sencillas claramente salían bien, pero muchas de las complejas estaban asquerosamente terribles. Sin embargo, debo felicitar a dos personas, que han hecho exactamente lo que yo quería que hiciesen. Felicidades a Millicent Bullstrode y Daphne Greengrass, con su perfecta poción de Amortentia.

Maldito Veritaserum; Pansmione.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora