Capítulo 13

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Capitulo 13

Aquello no era una habitación como las demás, era una jaima, no se podía estar en un lugar más moro que ese. Las paredes estaban forradas de tela en color rojo y verde, con unos dibujos asimétricos en color blanco, el suelo estaba recubierto de mantas, alfombras y cojines y en el centro de todo ello una tabla muy fina en color blanco, solo faltaba la música, la cual no tardo en oírse muy floja. Buscaba impaciente de dónde provenía, estaba cerca de la cama, la miraba asombrado cuando en medio de toda esa música que le hacía sentir cosas insospechadas, el tintineo de unos cascabeles, se giró y allí frente a él se encontraba una chica bailándole la danza de los siete velos, el contoneo de sus caderas lo tenían hipnotizado, llevaba la cara cubierta por un tupido velo dejando solo sus ojos con un antifaz lo único que le podía mostrar por el momento, se acercaba a él muy despacio para que le quitase algún que otro velo que llevaba a su cintura

Sus manos encima de su cabeza como si estuviese rezando, su pecho sacado hacia fuera, las rodillas flexionadas y el movimiento de su vientre lo tenían realmente embobado como si fuese un niño con un juguete nuevo.

Un sujetador de color rojo en forma triangular con unos collares colgando por la parte de abajo adornado levemente su cuerpo que permanecía desnudo a los ojos de él, los pantalones rojos atados a la cintura y con una lazada del mismo color, excepto en los tobillos que llevaba un poco de velcro para dejarlos atados de manera que en los laterales estaba tan abierto que se dibujaba cada poro de sus muslos como si la estuviesen dibujando, en los pies unas zapatillas del mismo color que la ropa, aquellas punteras redondeadas hacia arriba le hacían al caminar un estilo muy particular.

Caminaba decidida hacia él que de la misma impresión había caído en la cama y se había sentado sin proponérselo, sus pasos eran seguros pero al estar a su altura se quitó los pantalones, se los puso alrededor del cuello de él y luego se retiró moviendo los glúteos como toda una bailarina, un minúsculo tanga tapaba su zona más íntima, en los laterales unas pequeñas cadenas la adornaban aún más.

Los ojos de él estaban abiertos de par en par cuando sin darse cuenta se encontró con que ella estaba frente a él y poniendo sus manos a los lados lo obligaba a caminar sentado hasta llegar a la cabecera de la cama, trago saliva...

- Eres la mora más hermosa de este aren –luego tomando el rostro de ella entre sus manos la beso.

Aquel beso dio pie a algo más y evidentemente el azafato que esperaba en la puerta por si sucedía algo que no debiera ser, se marchó solo y sin la compañía de ninguno de los dos, nuevamente al programa.

Aquella cama sin cabecero y cubierta con un dorsel, mostraba unos cojines de color rojo donde ambos posaron sus cuerpos, las caricias que se regalaban incluso hasta con la mirada, hacia estremecerse hasta el menos sensible, una bonita forma de amarse, explorándose mutuamente sin llegar a nada intenso por el momento.

Las manos de él recorrían sin freno las curvas del cuerpo de esa mora que ocultaba su rostro tras medio antifaz. El dorsal que colgaba desde el techo tapaba las escenas más insospechadas, aunque en la habitación solo estaban ellos, aquella tela hacia que el acto que estaban comenzando en ese momento fuese aún más erótico de lo que ya de por sí lo era.

Se deshizo de la camisa de él desabotonándosela poco a poco y posteriormente se la saco por la cabeza, ya que su camisa tenía un estilo más bien mora, pareciera que la vestimenta que llevaba él puesta estaba elegida a posta, pero en realidad no era así, ese era su estilo, su forma de vestir, realmente le gustaba todo lo que tenía que ver con esa cultura.

El sujetador de ella cayó a un lado de la cama quedándose casi desnuda, en realidad un poco más de lo que estaba. Aquellos labios tan carnosos recorrían cada milímetro de la piel de ella, la cual jadeaba con cada roce, se le erizaba la piel, se estremecía con el aliento que quedaba impregnado en su cuerpo.

Simultáneamente el vientre de ella comenzó a moverse en el mismo instante en que sonaba una música tan peculiar como era "La danza del vientre". Ni tan siquiera se sorprendió de que ella comenzase a moverse encima de él de esa manera, ya que el solo roce de su sexo encima del de él, lo estaba llevando donde ella quería. Para asombro de él, ella se bajó de la cama y se acercó a una vara de acero, la misma que aguantaba aquel techo de tela que le daba el toque esencial a la fantasía que él siempre había deseado, continuo bailando allí de pie, rozándose y haciendo gestos muy sugerentes para un hombre, lo cual conseguía su objetivo sin problema alguno, lo estaba llevando a su terreno, quería que el la deseara más aun de lo que ya la deseaba en ese momento.

Se puso en cuclillas con las piernas abiertas para levantarse lentamente y así mostrarle sus lindos y redondeados glúteos. Él bufaba como un toro en celo, se mordía el labio superior intentando aguantar su deseo masculino por poseerla. Aquella mora se puso frente a él y agarrándose a la barra con las manos hacia arriba, más tarde se agacharía sin flexionar las rodillas y mirándolo fijamente se abrió de piernas, segundos después estaba completamente en el suelo y caminaba a gatas directa hacia él.

Por instinto, él se bajó de la cama y comenzó a caminar o mejor dicho a arrastrarse igual que hacia ella, una vez que estuvieron frente a frente y donde sus narices se tocaban punta con punta, sucedió lo inevitable, ambos se pusieron de rodillas quedando a la misma altura. Ella se deshizo de aquella blusa que el portaba con gracia, aquellos pectorales bien formados y esas abdominales le hicieron a ella imaginarse todo lo que podría hacer con su lengua sobre semejante piel morena y más aun lo que estaba dispuesta a comenzar a hacer sin prohibiciones, mientras se besaban incasablemente se reincorporaban nuevamente y caminado abrazados se dirigían hacia la cama, lo obligo a sentarse en la misma y nuevamente ella se postro a sus pies poniéndose de rodillas, fue entonces cuando le quito el botón del pantalón y bajando la cremallera de este, introdujo su mano en el interior de su prenda interior comprobando de esa manera que estaba bastante excitado y que aumentaba por momentos.

Las caricias eran ya bastante notorias por ambos lados, cuando ella ya había liberado la parte más excitada de él, la dejo al aire, lo miro a los ojos mientras la masajeaba un poco más intentando provocarle espasmos de placer. Una oleada de calor recorría la espalda de ella al mismo tiempo que el emitía gemido desgarradores que incluso las ganas de la que estaba siendo la fantasía sexual de aquel chico hacia que creciera de una manera descomunal ante los ojos llenos de fuego de ella.

Lo que comenzó con un simple baile de seducción término siendo un baile de lujuria y perversión que continuaría hasta que el alba despuntara plenamente.

Mientras que todo se desencadenaba de distintas maneras...una limusina en este caso la cuarta, llegaba al mismo hotel pero esta vez en una zona totalmente distinta a las tres primeras, lo condujeron a una zona bastante ajardinada, todo estaba rodeado por árboles, setos, una extensa variedad de flores se abría camino a cada paso que daba, era como estar en el paraíso, pero en plena noche. Todo era tan mágico como si estuviese en un cuento, el azafato le dio un antifaz y le dijo que siguiese el camino que estaba bordeado con rocas.

- Continua por este camino, cuando llegues al final encontraras una pequeña cabaña, entra y acomódate como quieras, aunque por el antifaz que te acabo de dar creo que supondrás lo que tienes que hacer.

Él asentía con la cabeza.

- Yo estaré merodeando por aquí, soy el leñador como podrás ver por mis ropas. Una última cosa, no mires atrás.

El chico continúo andando sin mirar atrás. En sus labios una leve sonrisa, creía saber lo que se encontraría tan pronto llegase a esa cabaña, pero lo que no podía sospechar era como sería todo lo que lo estaba esperando.

Después de un par de minuto de estar caminando tenia frente a él la puerta que le conduciría al interior de la cabaña. Llamo con cuidando golpeando con los nudillos dicha puerta y nadie contesto, evidentemente probo varias veces y al comprobar que no contestaba nadie giro el pomo de la puerta y entro sigilosamente sin hacer ruido.

Era una cabaña muy acogedora, siguió las instrucciones y entro en el dormitorio, tomo el camisón que había encima de la cama, se desnudó y se lo puso, luego se metió en la cama y espero.

Continuará...

Fantasias de medianoche (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora