Prólogo

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Arranqué mi auto y pisé el acelerador a fondo como si mi vida dependiera de ello

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Arranqué mi auto y pisé el acelerador a fondo como si mi vida dependiera de ello. A decir verdad, la vida de esa persona dependía de ello.

Hacía mucho frío y como si el cielo predijese que esa noche tendría que llorar por mí, llovía a cántaros. Las incesantes gotas que se deslizaban por los cristales del auto y la oscuridad, dificultaban mi visión. La desesperación por llegar a mi destino me obligó a aumentar la velocidad, restándole importancia a lo resbaladiza que se encontraba la carretera por la lluvia.

En ese instante no podía pensar en mí, temía que cuando llegara fuera demasiado tarde. Me negaba rotundamente a perder a alguien más... Todo había sido mi culpa. Era a mí a quien querían, era mi maldición...la llevaba en la sangre.

Respiré  profundo cuando me encontré frente a mi destino. Me estremecí ante la imagen tan perturbadora de aquella fábrica abandonada donde me había citado.

Me obligué a andar y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo mientras me adentraba en la oscuridad que abrazaba el lugar. Pestañeé varias veces intentando adaptar mi visión,  pero me era casi imposible divisar más allá de donde pisaba. El olor a polvo y a humedad era realmente desagradable y el espantoso silencio que reinaba demasiado inquietante.

Terminé topándome con una enorme sala desierta, llena de escombros y máquinas oxidadas. Además de mis pisadas y las gotas que impactaban contra el suelo, debido a las infinitas goteras que tenía el techo, no se escuchaba nada más. Por lo que el sonido de una voz casi inaudible, proveniente de detrás de una puerta, llamó mi atención. Me encaminé en su dirección y a medida que me iba acercando logré descifrar lo que decía. Susurraba mi nombre.

Reconocí la voz y sin analizar mucho la situación, corrí desesperada y abrí la puerta de un tirón.

No sabría decirles si lo que sentí fue sorpresa, alivio o impotencia; cuando me di cuenta que la voz salía de una grabadora que habían dejado encima de una silla.

Maldije para mis adentros.

¿Qué significaba esto? ¿Estaban jugando conmigo?

El sonido de unos pasos acercándose, activó todas mis alarmas, haciéndome girar sobre mi propio eje.

Mi mirada conectó con la suya y palidecí ante la escena que estaba presenciando. Sentí como mis piernas se debilitaron, amenazando con hacerme caer. No podía moverme ni aunque quisiera, el impacto me había dejado congelada.

Si alguien me hubiera preguntado cual sería mi final, me hubiera tomado toda una vida decirles que: "en sus manos". Lo podía haber esperado de cualquiera, pero jamás de aquella persona, que ahora me apuntaba con un arma a la cabeza.

¿Alguna vez han sentido un dolor tan profundo en el alma? Ese dolor que te consume... Te consume tanto que de alguna forma te anestesia, con la promesa de hacerte sentir únicamente un vacío eterno. Y nada más.

No sabía lo que era la muerte, pero no podía ser peor que lo que estaba sintiendo en ese momento.

—¡Dispara! —exclamé con la voz firme y mi mirada clavada en la suya.

Reí...

Entrecerró sus ojos y me miró con confusión. Debía pensar que estaba loca, pero no era así. Me reí porque dolía demasiado como para poder llorar.

Volví a reír, pero esta vez con amargura. Reí por mí, porque ese día me perdí.

—Lo siento —dijo dándome una fría mirada. Sus ojos no reflejaban emoción alguna, pero muy en el fondo podía ver la duda.

—¡Cobarde! ¡Vamos, hazlo! —grité.

Bajó el arma y por un momento pensé que aún había esperanza. Fui acercándome despacio, con mi cuerpo tembloroso y sin perder contacto con sus mirada.

Aquellos segundos parecieron eternos, pero...

—Algún día nos volveremos a ver —Apartó la mirada e hizo una pausa—, prometo que coincidiremos en el mismo infierno —sentenció y con esa promesa todo se desvaneció.

Disparó.

Disparó a la persona que más odiaba en el mundo. Sin embargo, no la mató. Las balas no podían atravesar su propio reflejo.




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¡Nota de la autora!

Hola...

Si has llegado hasta aquí, que sepas que mi corazón es tuyo...❤️

¿Qué les pareció el prólogo?

Besos...los amo.

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