Capítulo 4

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Todavía permanecía congelada en el lugar, incapaz de articular palabra alguna

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Todavía permanecía congelada en el lugar, incapaz de articular palabra alguna. Dominada por un torbellino de emociones que me eran imposibles de controlar. Lo odié, odié que por esa fracción de segundo me hiciera dudar de mí misma, haciéndome sentir débil. Estaba convencida de que había pasado página; sin embargo, el corazón me golpeaba el pecho con brusquedad y tenerlo frente a mí nuevamente estaba causando estragos en mi interior.

Me hice de todo mi autocontrol y volví a mantenerme impasible. Siempre había admirado la capacidad que poseía para ocultar mis sentimientos, me atrevería a decir  que, era la mejor en ello y me hacía sentir orgullosa.

A pesar de que se encontraba de espalda, tenía la certeza de que era él. Lo observé fijamente y no fue hasta entonces cuando me di cuenta que unas manos rodeaban su cuello. Era ella, la pulsera que adornaba su delgada muñeca la delataba. Por inercia dirigí mi vista hacia mi mano, yo tenía una igual; la usábamos para recordar que nos tendríamos siempre  la una a la otra.

Ni siquiera sabía cómo sentirme al respecto. De repente, lo que parecía ser un sentimiento de añoranza, se transformó en ira en menos de unos segundos. Me sentía traicionada...

Desde el momento en que me fui sabía que era el final de nuestra "historia", que él debía continuar con su vida al igual que yo continué con la mía. Claro que, ¿con Celeste? Tenía que ser una maldita broma.

Se estaban besando...Él la estaba besando, a Celeste, a mi hermana ¿Cómo se atrevió?

Respiré profundo en un intento desesperado por calmarme. No pretendía quedarme allí presenciando dicha escena y mucho menos iba a permitir que supieran que los había visto. ¿Por qué? Simple, mi orgullo estaba por encima de ello y tampoco me apetecía enfrentar la situación, ya tenía suficientes problemas en mi vida como para comportarme como una adolescente dolida sin dignidad.

Agradecí inmensamente que la cocina de mi casa fuera enorme y que desde mi ubicación ellos no pudieran verme. Intenté ser lo más cautelosa posible cuando decidí dar media vuelta y regresar por donde vine. ¡No, no, no! ¡Mierda! Cerré los ojos y maldije en un susurro cuando el pómulo de la puerta se me resbaló de las manos. El estruendo resonó en toda la habitación. Me giré y vi como ambos dieron un respingo separándose rápidamente.

Tranquila Aud. Acabas de llegar. No has visto nada. Actúa  normal, me dije a mí misma.

—¡Sorpresa! —exclamé con falsa emoción.

Mi aspecto se volvió más sereno al ver sus caras de asombro. Bueno, al menos no fui la única sorprendida. Ese hecho tal vez conseguía... ¿reconfortarme? Definitivamente no.

Aunque no podía negar que la cara de embobado que se le quedó al idiota me causó una gran satisfacción. Pestañeó varias veces, como si necesitara convencerse de que realmente estaba allí, frente a él.  Aproveché lo abstraído que me observaba para lanzarle una fría mirada que ni siquiera  fue capaz de sostener. Tan cobarde, pensé.

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