Capítulo 6

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Con las manos ceñidas al volante conduje a través de la lluvia a una velocidad no recomendada

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Con las manos ceñidas al volante conduje a través de la lluvia a una velocidad no recomendada. Al cabo de diez minutos aparqué el coche frente a mi casa. La sensación de sentirme vigilada continuaba latente y terminó por obligarme a mirar a los alrededores antes de salir del auto.

Luego fui corriendo hacia la entrada principal y eché el cerrojo después de dar un sonoro portazo. Todo se encontraba en penumbras y en absoluto silencio.

Subí a toda prisa las escaleras hacia mi habitación. Entré al lavabo mientras me desprendía de la ropa húmeda. Me metí dentro de la ducha y abrí el grifo dejando que el agua caliente cubriera mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerzas cuando mi mente me obligó a revivir el encuentro en el cementerio.

La confusión se hizo camino en mi interior al recordar la naturalidad con la que mi nombre se deslizó en sus labios, como si él supiese todo sobre mí.

¿Cómo podría haber olvidado a un chico así? No, no...eso sería imposible.

Estaba casi segura de que no lo había visto antes y aun así, intenté rebuscar en mi memoria, un nombre, algo con el cual asociar su rostro, pero no conseguí ubicarlo.

Aquel idiota me había amenazado sin contemplaciones. Sin embargo, no fue eso lo que me desconcertó, ¿vacía? Aquella palabra hacía eco en mi cabeza y me abrumaba la idea de no poder darle una explicación lógica a su expresión.

Entonces lo recordé.

—Carreras —susurré para mí misma, como si de un momento a otro todo tuviese sentido. Había dicho que correría hoy.

Necesitaba volver a verlo...

Pensándolo bien, me parecía una completa locura, pero mi instinto se empecinaba en hacerme creer que solo aquel chico tenía las respuestas a muchas de las preguntas que se arremolinaban en mi interior. Quizás era muy valiente o muy estúpida, no lo sé, pero de lo que sí estaba segura, era de que yo iría a esas malditas carreras.

Automáticamente salí de la ducha envuelta en mi toalla. Busqué entre el desorden del bolso mi celular endemoniado que no paraba de sonar. El número de Emily apareció en la pantalla. Genial, justo a quien necesitaba.

—¿Quieres quedarte conmigo esta noche? Podemos hacer algo divertido, estoy aburrida y sola —dijo mi amiga enfatizando la última palabra. Siempre le había dado miedo quedarse sola, cosa a la que ya debería estar acostumbrada, puesto a que sus padres se pasaban la vida en viajes de negocios.

—Tengo una idea mejor —dije usando un tono misterioso pero divertido a la vez.

—Tus ideas nunca son buenas —hizo una pausa —, pero me encantan. Habla, ¿de que se trata? —dijo con evidente emoción.

—¿Qué sabes sobre las carreras de esta noche? —pregunté dirigiéndome hacia mi armario.

—¿Por qué? —cuestionó con curiosidad, su tono de voz había cambiado por uno más serio y podía imaginarla con el ceño fruncido— ¿Por qué quieres saber?, pensé que tu, ya no...—La interrumpí. Sabía a lo que se refería pero no era el momento para pensar en eso.

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