7. Por Gandalf

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Volvimos a escuchar los tambores y pudimos ver a los trasgos persiguiéndonos otra vez. Salimos corriendo camino al puente, me dolía mucho la herida pero debía correr o morir. De repente algo ocurrió, las filas de los orcos se habían abierto y huían como si estuviesen aterrorizados. Una enorme siluete se podía vislumbrar detrás de ellos. No parecía humano. Legolas y yo miramos hacia la sombra y con nuestra vista pudimos saber que era.

- No puede ser…- dijo Legolas aterrorizado- es un Balrog, ¡Ha venido un Balrog!

- ¡El daño de Durin!- gritó dejando caer su hacha.

- Un Balrog- susurré y miré a Gandalf.

La figura oscura de estela de fuego cada vez estaba más cerca de nosotros.

- ¡Por el puente!- gritó algo desesperado Gandalf- Este enemigo supera todos vuestros poderes, ¡huid!, yo le detendré el paso.

- ¡Ni hablar!- me puse al lado de Gandalf.

- Legolas, llévatela.

Éste obedeció y me agarró por el brazo para llevarme con todos hacia el puente. Yo me resistí dándole un golpe y apartándolo de mí. Legolas me miró con sorpresa y enfado a la vez, por lo que siguió su camino.

- Mía, ¡Ven ya!- me gritó un muy cabreado Aragorn.

Miré a Gandalf y obedecí al montaraz. Una vez cruzado el puente el mago se encontraba en la mitad del puente, bastante cerca del Balrog.

- ¡No puedes pasar!- gritó- Soy un servidor del Fuego Secreto, dueño de la llama de Anor. ¡No puedes pasar!- volvió a gritar.

De la sombra brotó llameando una espada roja pero Glamdring (espada de Gandalf) respondió con un resplandor blanco. Pude escuchar el metálico estruendo al juntarse las espadas y en pocos segundos vimos caer de espaldas a la oscura y temible bestia detrás de un temible grito.

- ¡Vamos Gandalf!- grité.

De repente el látigo del Balrog agarró el tobillo del mago haciéndole quedar colgado del puente.

- ¡Huid, insensatos!- dijo antes de perderse en el vacio de aquel lugar.

En ese momento pude notar como algo dentro de mí se rompía, como moría por dentro. Frodo estaba cogido a mi brazo llorando y yo lloraba también.

- Vamos chicos, hay que salir de aquí- dijo Aragorn con la voz entrecortada.

Salimos corriendo de aquel lugar guiados por Aragorn y al llegar a una de las salas finales nos esperaba una horda de orcos capitaneada por uno de lo más horrible.  Entre Aragorn y yo abatimos al capitán forzando la huída de todos sus secuaces. Una vez fuera de las puertas, bajamos corriendo los amplios y muy gastados escalones que nos llevaron, contra todo pronóstico, al exterior. Pude notar por primera vez en muchos días el aire fresco en mi cara que con las lágrimas me helaba la cara. Una vez en un lugar seguro, la compañía se vino abajo. Yo, la primera.

 - Vamos pequeña, ahora sí que no le podemos fallar- me abrazó Aragorn mientras le caían las lágrimas.

Frodo se acercó y sin decir nada me abrazó. Él es el que más ha convivido con Gandalf después de mí, es normal que se venga abajo.

- Hoy haremos noche aquí y mañana iremos hacia Lothlorien- dijo Aragorn al ver lo mal que estaba la compañía.

Mientras los hobbits preparaban la cena, Gimli, Aragorn, Boromir y Legolas hablaban sobre qué camino coger y cual sería a partir de ahora la estrategia a seguir, yo estaba sentada en una piedra, pensando en todo lo que había pasado.

- Chicos y señorita- dijo Gimli sonriéndome- habrá que hacer guardia esta noche…

- Yo lo haré- le interrumpí- Tampoco creo que vaya a dormir mucho.

- Esta bien, pero si necesitas un relevo dímelo- contestó Boromir.

- Gracias- intenté sonreír.

Una vez se durmieron todos me senté en la rama de un árbol  a observar la estrellas y pensar con claridad. No puedo creer que el único padre verdadero que he tenido, el único que me ha sabido valorar siempre, que me ha levantado en los peores momentos haciéndome ver lo que en realidad valgo ya no esté.

-  No puede ser, Gandalf tiene mucho poder, estoy segura que esto no ha podido acabar con él- me intentaba auto consolar mientras lloraba.

- Quizás sea mejor que duermas, Mía- apareció Legolas de la nada.

- Estoy bien, puede hacer guardia.

- Mía no lo estás- me secaba las lágrimas- es normal, él era mucho para ti.

Sin pensármelo me abalancé sobre él y empecé a llorar. El acariciaba suavemente mi melena con una mano y la otra la podia notar en mi cintura. No quería salir nunca de sus brazos, me hacía sentir segura. Después de unos minutos oliendo su aroma a bosque me separé un poco de él quedando cara a cara. Legolas me tomó del mentón y con la otra mano me colocó un mechón detrás de la oreja. Poco a poco se acercó a mí posando un suave y corto beso sobre mis labios que para mi pareció una eternidad. No sabría cómo describir lo que sentí. Sus labios algo fríos por la temperatura, la suavidad del beso, todo eso me hizo darme cuenta que realmente estoy enamorada del elfo. Al  separarse me dijo:

- Duerme, ya hago yo la guardia- asentí.

Antes de irme a dormir me dio otro corto beso y se fue a ver los alrededores para vigilar.

¿Enserio pretende que ahora yo pueda dormir? Me tumbé junto a Gimli y en pocos instantes me dormí. Llevaba días despierta y mucho cansado acumulado, menos mal que ahora ya podía descansar.

A la mañana siguiente me levanté notando un pese en mi cintura. Al abrir los ojos vi un brazo del enano por encima de mí.

- Gimli- lo moví- antes de estos deberíamos tener una cita ¿no?- reí.

- ¿Qué? ¡No es lo que parece! Yo…

- No pasa nada- le achuché las mejillas- al menos no habremos pasado frío- rieron todos.

- Maldita elfa, no me hagas estas bromas- me miró con recelo.

- Sabes que en el fondo me quieres- bromeé.

Aragorn empezó a explicar el camino que seguiríamos hasta Lothlorien cuando me di cuenta que Frodo parecía estar mal. Me acerqué a hablar con él.

- ¿Cómo vas?- le pregunté.

- No pienso fallar en mi misión Mía, por Gandalf. Voy a llevar este anillo a la destrucción pase lo que pase y cueste lo que cueste.

- Y yo lo haré contigo, se lo debemos a Gandalf- sonreímos.

- ¡Mía!- me llamaron los dos movidos hobbits.

- ¿Qué pasa?- les sonreí.

- Nos ha dicho Frodo que le enseñaste a luchar, ¿nos enseñarás a nosotros?- se veían ilusionados.

- Claro, pero no sé si podréis seguir el ritmo- bromeé.

- No nos menosprecies, elfa- saltaron sobre mí.

- En la próxima parada os enseño algunas cosillas- nos levantamos del suelo.

- Vamos chicos- dijo Aragorn refiriéndose a nosotros- sigamos el camino.

Empezamos el camino, por delante iban Aragorn, boromir y Gimli, detrás íbamos los cuatro hobbits y yo. Legolas estaba avanzando camino para situarse junto a Aragorn y al pasar por mi lado rozo mi mano sonriendo sin mirarme. Maldito elfo me tiene loca. Pude notar cómo me sonrojaba por momentos.

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Bueno bueno, pues aquí viene el capítulo 7. Muy intenso diria yo, ¿Qué opináis?

Espero que os guste mucho a todas y muchas gracias por leer mi fic de verdad, estoy muy agradecida. 

PD: por fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin

Rojo Escarlata (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora