10. Sentimientos y más sentimiento

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Cabalgamos durante la puesta de sol y el lento crepúsculo, mientras la noche caía. Gandalf se detuvo y nos dejó descansar unas pocas horas. Me sentía fatigada.

- Creo que voy a dormir chicos- dijo el enano visiblemente cansado.

- Te acompaño- contesté.

Lo necesitaba, necesitaba descansar. En muy poco tiempo me habían pasado muchas cosas, unas buenas y otras muy malas. La muerte de Boromir, la alegría de volver a estar con Gandalf y bueno, Legolas...

Cuande desperté pude ver a Gimli tendido a mi lado. Éste seguía dormido. Me recliné y pude ver al montaraz hablando con Legolas y a Gandalf de pie, apoyado en el bastón, tal y como se encontraba antes de haberme dormido.

- Te he echado de menos Gandalf- e dijo con una dulce voz- he echado de menos tus acertijos al hablar, tu sabiduría y sobre todo tu constante apoyo.

- Mi pequeña- me dijo mientras me acariciaba la cara- no temas a perderme, porque jamás te dejaré, jamás permitiré que te pase nada, aunque dudo mucho te haga falta- reímos- Recuerda que un padre enseña todo lo que sabe a una hija- me dijo guiñando el ojo.

La verdad es que Gandalf es lo mejor que me ha pasado. El me acogió cuando me fui de mi hogar y me cuidó y amó como a un hija, una hija con muchas imperfecciones, y aún así ha sabido sacar lo mejor de mí.

Levanté la vista al cielo y eso disipó mis pensamientos. Pude ver un unas largas nubes que atravesaban el cielo nocturno guiadas por un fuerte viento.

- Es hora de partir- sentenció Gandalf.

Subí a un caballo, esta vez junto a Gimli, mientras que los demás tenían el suyo propio. Pasaban las horas y notaba como el pequeño enano cabeceaba en mi espalda.

- Gimli, no te duermas que puedes caerte- le susurré pero no me hizo ni caso.

En menos de una abrir y cerrar de ojos me encontraba casi colgada de un lado del caballo agarrando al casi caído enano.

- Vamos sube- dije mientras hacía toda mi fuerza para no caer, agarrar a Gimli y dirigir al caballo.

- ¡Joder! Me he dormido, lo siento- exclamó el enano algo sobresaltado.

- Vamos Gimli, intenta no matarte ni matar a nadie antes de salvar la Tierra Media- bromeó Legolas.

- Maldito elfo...-dijo entre sientes.

Estuvimos unos minutos en silencio hasta Gimli lo interrumpió.

- Oye elfita- dijo algo tímido- aún no te he agradecido lo que hiciste por mí delante de ésos malditos elfos, tú no eres como ellos. A ti te aprecio mucho.

- Por no ser como ellos tuve que abandonar mi hogar, pero tranquilo, estoy orgullosa de ser como soy. Y sabes una cosa, tú vales mucho más que cualquiera de los que te juzgan. Eres como un hermano cascarrabias para mí Gimli.

- Así que cascarrabias eh...- reímos.

- Chicos, ya hemos llegado- anunció, por fin, Gandalf.

Cuando estábamos a punto de entrar alguien en una lengua desconocida para mí dijo algo.

- Deteneos, extranjeros aquí desconocidos.

- Yo entiendo bien lo que decís-dijo Gandalf, aunque no entendí nada- pero pocos pueden hacerlo. ¿Por qué no habláis en la lengua común?

- Es Voluntad del rey Théoden: que nadie franquee estas puertas, excepto aquellos que conocen nuestra lengua y son nuestros amigos. Nadie es bienvenido aquí en tiempos de guerra si no es nuestra gente.

Rojo Escarlata (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora