Capitulo 2: ¡Buenos Días!

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Mi madre había regresado al cuarto para despertarnos a mi hermano y a mi. Cuando esto pasó, yo ya estaba listo para la escuela, con el uniforme puesto, pero tirado en mi cama leyendo mi libro, el cual únicamente había soltado para ponerme el uniforme y así poder seguir leyendo mas tiempo.

Mi madre al ver que ya estaba despierto y listo paso de largo de mi, y pico con su dedo a mateo, mi hermano, el cual dormía plácidamente en la litera de arriba.

Después de 5 minutos de reclamos entre estos dos porque mateo no se quería levantar, mi madre logró hacer que saliera de la cama con una fuerte amenaza.

Mi madre salió de la habitación con mi hermano por fin fuera de la cama. Mateo corría de un lado a otro en la habitación, haciendo que no pudiera prestar atención en mi libro.

—¿Puedes dejar de correr por la habitación?—Reclame, a lo cual el me miró mal.

—Yo corto por donde se me pegue mi regalada gana—Me apunto con el dedo—¿Haz visto mis calcetines?—Pregunto cambiando de tono totalmente.

—Mamá los lavo antier—Respondí apuntando la puerta, indicando que no estaban en la habitación.

—Gracias—Musitó por lo bajo—Y deja de leer ese estúpido libro, por eso todos te molestan en la escuela—El tomó mi libro y lo lanzó al otro lado de la habitación, para después salir de esta dando un portazo.

Me levante de la cama y recogí mi libro, el cual se había doblado un poco en el impacto contra la pared, pero no importa, después de todo, el que esté doblado no me impide leerlo.

Igualmente, deje mi libro a un lado. Mire la hora en el reloj de la mesita de noche, el cual, me indicaba que aún era temprano, así que me tomaría mi tiempo para desayunar.

Salí de la habitación para ir a la cocina, y en esta se encontraba mi papá haciendo café.

—Buenos días—Me saludo sin prestarme mucha atención, corriendo de un lado a otro en la cocina, guardando y sacando cosas para su desayuno, pero además de esto, arreglándose para ir a su trabajo.

—Buenos días—Respondí de la misma manera, y yo tampoco dándole mucha importancia a lo que sea que estuviese haciendo.

Tosté tres panes, uno para mi mamá, uno para mi hermano, y otro para mi. Cuando estuvieron listos, tome el mío y lo embarré de mermelada, para después sentarme en la mesa, y acompañarlo con un poco de café que había en la cafetera. No le había quitado nada de café a mi papá, el ya había tomado su tasa y se había ido.

Comí mi pan tomándome mi tiempo, ya que parecía que no nos iríamos nunca. Escuchaba a mi madre gritarle a mi hermano porque este se había dormido de nuevo, por lo que si quisiera, podría incluso hacer otro pan y volver a comer.

Mi madre se metió al comedor casi corriendo, haciéndose una coleta para que su cabello estuviera peinado, y acomodándose su ropa deportiva a jalones.

Apunte a la tostadora, donde yo había dejado su pan tostado, a lo cual ella agradeció con la mirada. Cuando mi madre pudo terminar de peinarse, rápidamente sacó frutas del refri y las metió a la licuadora, para finalmente licuar todo y meterlo en un termo, todo esto mientras le gritaba a mi hermano que se apurara, que llegaríamos tarde si no se apuraba.

Mi hermano llegó a la cocina con pereza, arrastrando sus pies por las pocas ganas que tenía de levantarse.

Cuando mi madre pudo ver que mateo ya estaba aquí, tomó su termo y su bolso, y nos indicó que nos metiéramos al auto cuanto antes.

Me levante de la silla, dejando mi plato y mi tasa ahí. Después me dirigí a la entrada para abrir la puerta, a la cual pasó mateo perezoso y mi madre casi corriendo, casi casi atropellando a mateo por las prisas.

Mi madre abrió el auto con sus llaves, y ambos subimos a este. Quite mi mochila de mi asiento, ya que yo suelo dejar mi mochila en el auto, y mateo la tiro al tapete, ya que yo había puesto mi mochila en su asiento.

Recogí mi mochila y la puse en mis piernas, mateo puso su mochila en medio de ambos y la uso como almohada para dormir en lo que llegábamos a la escuela.

Mi madre conducía como en las películas de acción, pisando totalmente el acelerador y con su mirada seria al frente. Mi madre sabe que Justo a las 7:20 comienza a hacer tráfico en la escuela, por lo cual, ella siempre se asegura de llegar antes, para que ella pueda llegar al gimnasio junto con sus amigas, pero esta vez se le había hecho tarde, esta vez mi madre tardó más en despertar a mi hermano.

Habíamos llegado a la escuela, pero en esta había un terrible tráfico, por lo cual mi madre decidió bajarnos unas cuadras antes para poder ella llegar a tiempo.

Mi madre en cuanto nos bajamos se fue, yo mire a mi hermano, el cual por mi mirada frunció el ceño.

—Como siempre, te quiero por lo menos a tres metros alejado de mi, así que shu—Me hizo un desplante y comenzó a caminar hacia la escuela.

Espere unos cuantos segundos a que se alejara y comencé a caminar en la misma dirección, después de todo, íbamos para el mismo lugar.

Cuando mi hermano se metió a la escuela, yo puse mis manos en mi pecho, agarrando fuertemente mi mochila y haciendo presión en esta, tome aire, y también fuerzas para poder entrar a lo que me espera.

Cuando reuní el valor suficiente como para entrar, a paso seguro camine hacia la puerta, la cual en cuanto la crucé, recibí una patada en mi espalda que me hizo caer al piso, y por tener mis manos aferradas a mi mochila, estas no alcanzaron a detener mi golpe.

—¡Buenos días estrellita! La tierra te dice ¡Hola!—Gire sobre mi mismo para poder ponerme de pie, viendo así a mi agresor, Damián, como siempre, el chico popular, el cual se encontraba junto a mi hermano, el cual me miraba serio, de brazos cruzados.

Puse mis manos en el piso para poder ponerme de pie, pero en cuanto las puse en el piso, una de estas había sido pisada.

Levante mi vista para ver a la persona que tenía su pie sobre mi mano, divisando así a Santiago, amigo de Damián y de mi hermano, este me miraba con una sonrisa de superioridad en su rostro, acomodándose su rubio cabello con la mano sin dejar de mirarme con una afilada mirada amenazante.

—Buenos días compañero, ¿Cómo te fue en tu fin de semana?—Quite el pie de Santiago de mi mano, la cual había quedado con una roja marca de zapato estampada en ella. En cuanto pude, me levante del piso para no verme rodeado en este, aunque igualmente rodeado estaba desde que llegue.

—Eres un grosero—Me tomaron del cuello de la camiseta desde atrás—Te hicieron una pregunta y tú pasaste de largo. ¿Qué no te enseñaron modales?—Giré mi cabeza para ver de quien se trataba esta ves, y el ver quien me agredía ahora, viendo así a Patricio, mi ex mejor amigo, el cual me cambio por simplemente popularidad.

—Buenos días—Musité mirando mal a mi agresor, el cual parecía satisfecho con haber logrado que yo hiciera lo que él quiso.

Mi hermano miraba serio la situación, no ayudándolos a ellos, pero tampoco a mi.

—¿Han visto a Aarón?—Pregunto mi hermano, ganándose una mirada amenazante de el fornido peli café el cual no decía nada, pero se podía ver que decía que no era el momento—¿Que? No me mires así—Mateo, mi hermano, miró de igual manera a Damián, el cual aún no cedía con su afilada mirada—A Aarón le gusta la parte en la que lo golpeamos, eres un pésimo amigo—Recalcó mi hermano, y yo abrí grande los ojos, ya que obviamente las intenciones de estos eran hostiles.

—Si tanto quieres defender a tu hermanito ¿por que no lo haces?—Mi hermano cerró su puño, y lo apretaba con fuerza.

Ya no era en centro de atención en ese lugar, por lo cual huir ahora me será más fácil.

—Por que no mejor vas y chingas a tu madre—Mateo, mi hermano, empujó a Damián, haciendo que este retrocediera, y pareciendo esto el inicio de una pelea.

Ahí fue donde vi mi oportunidad, los que me detenían para no huir ahora están muy ocupados tratando de separar a mi hermano y a Damián, así que en cuanto pude, salí corriendo del lugar tan rápido a cómo mis piernas me daban.

Por suerte, y gracias a Mateo, mi mañana aún no se había arruinado, aunque también sabía que el que me haya defendido hoy me lo cobraría en casa más tarde.

MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora