Capítulo 1

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Correr, saltar, tropezar, continuar, reír, tomar aire, gritar y continuar; tocar, besar, llorar y continuar; soñar, amar, hasta que finalmente caes y descansas, así es la vida, sin mencionar las cosas tristes por supuesto, pero esto sería un resumen, ahora voy a pasar a contarles la historia entera ¿empezamos? mmm pero...¿por dónde?

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El primer y último recuerdo de Kara con su padre, fue siendo arrastrada por la casa , él la había agarrado de sus finos y suaves cabellos color dorado y ahora se dirigían a la parte trasera de la casa, sus largos y gruesos dedos estaban bien asidos de su cabellera, cada cierto tiempo sentía una fuerte punzada cuando trastabillaba, pero su padre no se detenía y continuaba caminando, así que como podía ella acomodaba su pequeño cuerpito para poder retomar el paso, sabía que cuando se alejaran lo suficiente de la casa y estuvieran cerca del lago su padre la soltaría y así fue, cuando sintió que habían dejado el camino de tierra y ahora podía ver a su alrededor la alta hierva, escuchar el sonido de pájaros y de cigarras supo que no había vuelta atrás, su padre la soltó dándole un pequeño empujón hacia adelante y haciéndole seña con su escopeta para que avanzara.

-No me mires así, tú lo quisiste de esta forma

La pequeña de 8 años no contestó, puso cara seria, dio media vuelta y avanzó, ignorando a su acelerado corazón y las ganas de llorar, su día definitivamente no podía ser peor.

-Eres una mala agradecida ¿lo sabes? Solo quiero pasar tiempo contigo y tú te pones así por unos estúpidos patos

Kara optó por no responder, se mordió fuerte el labio y continuó en silencio, podía sentir el fuerte olor a alcohol que desprendía su padre y no quería hacerlo enojar de nuevo. Como si lo de la ventana fuera culpa suya, pensó.

A medida que avanzaba, Kara trato de concentrarse en la naturaleza a su alrededor y no pensar en lo que iban a hacer, sintió la suave briza del verano que se colaba entre los árboles, el murmullo de los animales, las cosquillas en sus piernas que la hierba le provocaba al rozarla, el calor y la luminosidad del sol en su rostro. Por unos minutos lo logró, hasta que volvió a sentir las ásperas manos de su padre tomándola del brazo y obligándola a detenerse.

-Agáchate, ahí están- le dijo en un susurro y tiro de ella hacia abajo para que obedeciera.

Vio a lo lejos a los indefensos patos e inmediatamente alejó su vista de ellos, sus ojos se posaron en el hombre a su lado, lo vio relamerse sus labios, como lobo que está a punto de atrapar a su presa, como sus fosas nasales se agrandaban e inspiraba profundamente, como preparaba y apuntaba su escopeta, uno de sus ojos desapareció detrás de la mira del arma, toda su atención estaba en él, sin embargo su corazón dio un pequeño brinco cuando le escuchó decir:

-Búscalo

Y acto seguido disparó, el eco de la escopeta y el olor a pólvora seguía en el aire cuando la pequeña se levantó y echo a correr con todas sus fuerzas, su corazón latía acelerado, su respiración estaba entre cortada y sus piernas le temblaban pero aún así no paró y siguió corriendo, no podía pensar en nada, solo en huir.

- ¿A dónde vas mocosa?

Jeremiah elevó una de sus manos intentando detenerla, pero fue demasiado lento, Kara ya corría bosque adentro, lejos de él; se incorporó, rodó sus ojos y meneo la cabeza en desaprobación, pero no la siguió, dio media vuelta y se dirigió a buscar al pájaro, dio unos cuantos pasos cuando sintió su sangre helar y se detuvo, volvió a girar su cabeza hacia la dirección donde había corrido su hija, soltó su arma y fue detrás de ella por el camino donde la vio desaparecer.

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