Capítulo 3: Atrápame si puedes. PT 3

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        Habían pasado unos minutos desde el pequeño enfrentamiento con el demonio en el primer piso, Shibazaki se había recuperado un poco del golpe anterior pero aún no estaba totalmente recuperado, mientras seguía corriendo persiguiendo al demonio Shibazaki paso por el pasillo de su salón y se fijó en la puerta abierta de su sala que Alice estaba dentro. Todos parecían un poco exaltados dentro ya que hace unos momentos unos vidrios se rompieron abajo a causa del grito del demonio, Shibazaki mientras venia se fijó que algunos auxiliares se dirigieron al lugar a ver qué había pasado.

Shibazaki se preguntaba si Alice confiaba en que él iba a derrotar al demonio o simplemente no le importaba que le sucedía. Como sea, ella lo había abandonado a su suerte otra vez, antes de salir del campo de visión de esa sala, Shibazaki miro a Alice y se fijó que ella también lo estaba viendo.

         Su mirada era la de “¿Por qué estás perdiendo el tiempo?” o “¿Aun no terminas? Que patético”

         Shibazaki no quería admitirlo pero ella le daba miedo a él. Ella era un demonio, alguien quien venia del infierno. El aun no sabía todo lo que ocurría respecto a eso .pero él había muerto y resucitado para hacer trabajo de cacería de demonios impuros y toda esta situación era muy imprevista para el quien hace unos días era un estudiante normal.

Él tenía problemas normales, tenía que estudiar para pruebas normales, holgazaneaba normalmente, le gustaba una chica como a cualquier otro. Pero ahora tenía una prioridad mayor: aumentar el número de su reloj y sobrevivir.

Sobrevivir, esto era lo único que lo hacía actuar en estas situaciones, lo quiera o no tenía que hacerlo, no quería saber cómo iba a morir si el número llegaba a 0.

Apuñalado, perforado, quemado, ahogado, disparado, cortado, golpeado, estrangulado, envenenado, o simplemente iba a desaparecer. La idea de saber que si el número llegaba a 0 era su fin era lo que le aterraba más aún que toda la situación que afrontaba. Mientras corría Shibazaki miro al reloj, el número 32 se mostraba en él.

         (¡Tengo que matarlo!)

         El joven llego al final del pasillo, donde se encontraban las escaleras, le quedaba solamente la azotea, su lugar de descanso favorito. Shibazaki comenzó a subir la escalera lo más rápido que pudo, las puertas hacia la azotea estaban abiertas.

         El hecho que saliera al exterior hizo que el sol golpeara un poco los ojos de Shibazaki, este se cubrió un momento y miro que cerca de 10 metros estaba el demonio.

Su cara era ahora la de un perro, su hocico era largo y parecía que tenía rabia, sus orejas eran tan largas que llegaban al suelo, sus ojos que antes miraban para todos lados ahora estaban centrados en Shibazaki y estaban totalmente rojos, su pupila era lo único de color diferente y era de color verde. Su pelaje era totalmente negro, su cola era larga y parecía que tenía un aguijón al final de esta, en sus patas tenía unas garras de tamaño aproximado al tamaño de un dedo anular de un adulto, como sus patas eran más delgadas ahora, recibir un golpe de ellas no debía ser más fuerte que antes, pero ahora tenía que tener en cuenta sus garras que parecía que podían cortar su piel muy fácilmente.

         —Bien… ¿ahora como lo hago…?

         Shibazaki cerró la puerta por si acaso alguien venia, tenía que tratar de hacer los menos daños posibles al entorno, ya había roto un par de vidrios antes, solo el mirón estaba allí, pero luego de que se rompieran los vidrios solo se apuró en entrar a las duchas, ignorando los vidrios rotos.

         El demonio era rápido, si subestimaba esa velocidad le iba a resultar en su contra, y quizás ya no tendría otro (literalmente) “golpe de suerte” Shibazaki debía hacer algo que lo frenara, no podía permitirse el mas mínimo error, solo un golpe podía llevarlo a su derrota.

Time Left IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora