Capítulo 11

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Desperté y me encontraba en un lugar aterrador, comencé a parlotear en voz alta.

-¿Estoy muerto? ¿Así luce el infierno? ¿Es porque soy homosexual cierto? ¡Pues para que te lo sepas Yisus que yo fui mejor persona que varios de mis amigos heterosexuales!
-Nada de Yisus yo soy Jared Leto – Bajo un hombre del cielo.
-¡A la madre! – Brinqué del susto.
-Esto es The Black Parade, el asilo de los muertos, tu noviecito Gerard está por allá, que la fuerza te acompañe Iero.

Le di las gracias a ese señor raro y fui a buscar a Gerard. Seguí en la dirección que me dio Yisus -¡Que no soy Yisus!- Oh mierda, hasta en mis propios pensamientos me interrumpe; seguí en la dirección que me dijo Jared hasta que lo vi, con la mirada ida de casi siempre, se estaba tambaleando mirando a la nada, sentí escalofríos y como unos dedos recorrían mi cuerpo, osaron tocar el universo también, sentí como una cachetada que me hizo cerrar los ojos y un extraño olor a cera. Cuando abrí los ojos llevaba una especie de uniforme negro, pantalón negro, una como chaqueta negra con rayas blancas y una blusa negra, Gerard estaba en… oh mierda, estaba desnudo, pero estaba con la mirada tan ida y bueno, yo también me distraje lo admito, de pronto sentí una respiración detrás mío y ya Gerard no estaba, desapareció en un parpadeo; volteé y literalmente se abrió un hoyo en la tierra que me tragó y me llevó a la nada, comencé a sentir la caída hasta que toqué fondo.

Aquel lugar estaba tan obscuro que comenzaba a desesperarme, de pronto pude ver una antorcha encenderse y logré visualizar cadenas, una taza de sangre que decía “I love coffee” en letras aterradoras, sí, una frase tan común e incluso, digamos amigable, en letras perturbadoras.

-¡Auxilio! ¡Alguien que me explique qué hago aquí! – Grité desesperado, a mi llamado respondió una calavera con el mismo uniforme que yo más un casco negro con una pluma en la cabeza adivinen de qué color… negra.
-Estás en The Black Parade – Su aliento apestaba unas 10 o 15 veces más que el aliento de mi perro – Estás muerto, nadie sabe por qué entró, y nadie sabe cómo salir.

Susurraba esa cosa al hablar.

Estaba realmente impactado, la prisión estaba tan vacía, me sentía desamparado, sobre todo por la ausencia de mi Gerard, ¿Cómo estará? ¿Dónde estará? Al cabo de una hora no pude contenerme las ganas de hacer pipí, visualicé un inodoro todo hecho un asco pero enserio ya no me aguantaba así que lo usé, mientras hacía lo que tenía que hacer vi un unicornio, gris por supuesto para no desentonar con el lugar, tenía que verse sin vida.

-Por favor ayuda – Dijo con una voz tierna y suplicante cuando de la nada apareció Mikey, un momento ¿¡Mikey!?

Me miró indiferente, pude ver el rencor en sus ojos ¡Un momento! El me mató, el me trajo acá. 

“¡Vuelve acá hijo de puta!” le grité pero se largó con su unicornio, claro, debía ser Mikey Way y sus unicornios, incluso era predecible.

Bueno, terminé de hacer lo que tenía que hacer, en mi soledad tomé un gis que en realidad era parte caída de la prisión pero servía para rayar el piso “Gerard” escribí y acto seguido suspiré, como lo extraño, me recosté en el frío y áspero piso y me dispuse a dormir una siesta, pero como de costumbre no me podía estar tranquilo, di vueltas por todo el piso, eso ténganlo por seguro, claro que llegó un momento en el que me cansé, a punto de quedarme dormido cuando escucho un fuerte estruendo.

Me levanté a ver qué estaba pasando, cuando lo vi sentí cómo, aún muerto según la afirmación de aquella cosa, mi cuerpo se llenaba de vida y alegría al instante que mi mirada chocó con ese rostro tan perfecto.

-¡Gerard! – Corrí hacia él y lo besé – Gerard, Gerard, Gerard – Estaba tan emocionado.
-Aquí estoy Frankie, oye, el aliento de ese sujeto huele doce veces peor que el de tu perro – Gerard hizo una mueca de asco.

Ambos nos sentamos y él me miraba con cara curiosa, le pregunté qué pasaba pero en eso nos aventaron fuera de la prisión, era… un lobo.

Salí corriendo de ahí.

Un poco más tranquilos en el mismo ambiente aterrador e incómodo pudimos platicar un rato.

-Hoy han pasado tantas cosas, no me gusta estar muerto, pero al menos estoy contigo.
-Frank, aquí era, soy el elegido para algo, me lo dijo Mother War, me lo dijo Mitch Lucker, Jared y yo siempre lo supimos, y aquí, en The Black Parade, aquí está mi misión, alguien me espera ¿Me acompañas?
-Contigo iría hasta el fin del mundo.
-No puedes ir al fin del mundo con alguien, creo que el mundo no tiene final, más que el final de su existencia, o bueno, si te refieres a…
-Cállate Gerard, es una expresión – interrumpí – bueno, vamos.
Gerard estaba muy atento, se detenía, olía, cerraba los ojos o sólo miraba a todos lados y seguía caminando.
-Doce… ¡Aquí es! – Dijo Gerard feliz, seguro y decidido.

De pronto apareció una mujer con vestido negro, descendiendo lentamente del cielo.

-Helena.
-Gerard.
-Te estuve esperando.
-Me alegra verte, no sabes cuánto te eché de menos.
-¿Quién es él Gee?
-Oh, abuela, el es mi novio, Frank.
-Mucho gusto señora Lee, su nieto me habló mucho de usted, me mostró la letra de una canción increíble con su nombre.
-Mucho gusto Frank, oigan muchachitos, ustedes dos deben despertar.
Gerard y yo nos miramos el uno al otro ¿Despertar?

Enfermedad En Casa (Drowning Lessions).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora