Todo lo que conocía era oscuridad, una oscuridad que lo acompañaba en todo momento, no permitiéndole ver nada, oír nada u oler nada. No sentía nada, ni dolor, ni tristeza, ni amor. Los sentimientos eran ajenos a él, salvo la ira. La ira parecía estar con él siempre, acompañándolo en su propia oscuridad, susurrándole con distintas palabras, con una voz gruesa que lo alimentaba lentamente para que saliera de aquella oscuridad que lo atrapaba y de la cual no podía salir. Intentó e intentó escapar de la fría oscuridad, abrir los ojos con fuerza y huir de aquel lugar para siempre. Pero no lo había logrado. Su fuerza era escasa y su voluntad estaba rota, empañada por aquella misma oscuridad que lo estaba abrazando sin poder hacer absolutamente nada. No podía ver sus manos, o sentir su cuerpo si es que estaba vivo o consciente. Lo intentó, buscar su cuerpo, abrazar la calidez de sentirse vivo una vez más, pero no lo había logrado. Ni siquiera se había acercado a un sentimiento semejante. Su conocimiento de los sentimientos era absolutamente nulo, si no fuera por la misma ira que él abrazaba.
También sentía soledad. Una soledad fría que parecía adherirse a él como si fuera una lapa. Pero no era una soledad absoluta. A parte de aquella oscura, gruesa y animal voz que representaba su ira, había estado escuchando otras voces que le explicaban cosas, que lo educaban lentamente para poder formarse como un verdadero humano. Había aprendido a leer, escribir, sumar, de biología, ciencia y geografía. Sabía sobre las dos guerras mundiales que habían asolado el mundo y sobre la aparición del hombre de acero: Superman, el kryptoniano que había sido criado en la Tierra y que se alzó como su protector y uno de los miembros de la Liga de la Justicia, uno de sus pilares.
Al parecer, los héroes existían en aquel mundo, pero él no los había visto ni sabía si realmente eran héroes, aquellos que hacían acciones sin querer nada a cambio. ¿Realmente Superman era una buena persona? No podía decirlo con certeza, porque él no lo había visto. Sabía sobre sus rasgos, su piel, sus ojos, su traje y poderes...todo sobre el Hombre de Acero, gracias a aquellas voces que lo educaban y le mostraban, a veces, imágenes de aquello que le estaban contando. No podían mostrar imágenes de los idiomas, pero si de la luna, las estrellas, los ríos, el sol...todo aquello que aquellas voces podían mostrar, se lo mostraban y él lo absorbía completamente, aferrándose a esas imágenes que a veces invadían su oscuridad continua y eterna.
No sabía cuanto llevaba en aquella oscuridad, pero para él era todo su mundo, todo lo que conocía, y aquellas voces eran una compañía continua que él sentía reconfortante, queriendo siempre hablar con las voces, pero no pudiendo encontrar su voz. Eso lo frustraba demasiado. Quería poder hablar con sus maestros, decirles que lo sacaran de aquella oscuridad y que lo ayudaran a ver el cielo azul que tantas veces le habían mostrado. Pero su voz estaba muerta. Nunca había logrado sacar una sola palabra de tantas que había aprendido, y se había quedado allí, a oscuras, esperando que volvieran las voces o que le mostraran nuevamente el sol brillando en el cielo, rodeado de nubes o abrazando el mundo bajo sus pies.
Era una eternidad la espera. Sentía como los nervios se apoderaban de él, como se sentía ansioso por más. Conocía el significado de los nervios, de la ansiedad. Sus maestros se lo habían explicado, como si las definiciones fueran sacadas de un diccionario, quedando grabadas en su mente.
Pero un día, las voces no llegaron a presentarse y su mundo oscuro se fue derrumbando lentamente, con la voz de su ira presente en su mente. Sus oídos se llenaron con los pitidos constantes y sus ojos que antes no podían ver nada, ahora observaban un cristal azulado que lo retenía, con una habitación llena de cápsulas y con las luces parpadeando, rojas, guiadas por los pitidos.
Movió los ojos por el lugar, escaneándolo. Bajó los mismos, examinándose así mismo. Se vio con un traje negro, con una enorme S en el pecho, roja como la misma sangre, lo que no comprendió. Aquel símbolo que él estaba llevando, era el símbolo de Superman, el ser más poderoso en aquel mundo que no conocía.
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Naruto: El Super
FanfictionSuperman, el Hombre de Acero, el héroe a la cabeza de la Liga de la Justicia, uno de los salvadores de la Tierra más de una vez, uno de sus pilares más importantes... Siguiendo las órdenes de la Luz, CADMUS ha lanzado un proyecto de clonación sobre...