Día 22: Relámpago

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Bud avanzo a paso lento y pesado, sin percatarse que era perseguido, su andar lento y pausado se conectaba de igual manera con su dificultosa forma de respirar y la fiebre. Cada paso comenzó a ser mas difícil hasta que callo de rodillas al suelo, no aguatando mas el dolor que tenia en su hombro izquierdo, dejando por el suelo la bolsa con provisiones.

Rápidamente busco entre toda aquella botella de licor y la abrió golpeando la punta contra el frio suelo — Odín...te lo imploro, permíteme regresar con el— grito con arojo antes de sacarse la remera negra de un solo tirón, dejando ver una herida infectada, sangrante, vacío toda la botella de licor sobre la herida, mientras aguataba el dolor, cada vez aumentando de intensidad, tras tomar una bocanada de aire busco un puñado de nieve y con ella cubrió la herida.

— Tu— se escuchó detrás de sí, su rostro palideció de escucharlo.

Cerro sus ojos abatido, debió sentir que lo seguían, mas no creyó que ese hombre llegaría a encontrarlo. No pudo soportarlo, no aguantaría su llanto, lo que seguiría seria doloroso, moriría en manos de aquel tras sus espaldas y su hermano en la cabaña por las heridas de batalla — Perdóname Syd — susurro.

— Tu casa es más al norte ¿No es así? — dijo aquel hombre levantándolo con un solo brazo, colgándolo del hombro, mientras que con la otra mano coloco todo lo que estaba en el suelo en la bolsa.

Irrumpió en la cabaña rompiendo la puerta de una sola patada, notando no solo el estado de esta, abandonada, mal cuidada, sino también el estado de quien yacía en la cama. Bajo con cuidado a quien llevaba al hombro, Bud se colocó de rodillas en el suelo, manteniendo la mirada baja.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? — pregunto secamente mientras comenzaba a alimentar el fuego de la chimenea.

— No lo sé...diez días, quizás, dos semanas.

— Ya veo — exclamo sacándose la chaqueta y dejándola caer pesadamente sobre la mesa.

— Has lo que quieras conmigo — exclamo aguantando el llanto, temía lo peor en aquella situación, el encontrándose herido, Syd convaleciente en la cama, y un probable deseo de venganza de aquel a quien derroto —. Te lo suplico, no toques a Syd.

— Oh si, eso voy a hacer — exclamo en un tono casi burlón, se acerco a paso lento, se escucho un sonido, como se quitaba el cinturón, pero no lo coloco a un costado, lo envolvió como cabestrillo sobre su cuerpo para inmovilizar el brazo.

— Tauro — dijo con sorpresa levantando la mirada.

Aldebarán sonrió ante la mirada absorta de Bud, paso su mano por la cabeza de quien en ese momento estaba de rodillas, llorando desconsolado y se cruzó de brazos — Ignoro que me trajo de regreso a la vida aquí en Asgard.

— ¿De regreso a la vida?

— Tu no me mataste — respondió levantándolo del brazo sano —. Tus heridas también deben sanar, no solo las de tu hermano.

— Tauro.

— No puedo vengarme de alguien en las condiciones en las que te encuentras, recupérate primero y tendremos una batalla de iguales.

Bud asintió agradecido ante aquellas palabras, esperanzado que no solo fueran palabras vacías de alguien que luego cobraría venganza en el momento menos pesando. Fue directo a su lugar, a aquella silla junto a la cama donde se recostó, escucho entonces unos pasos tras él. Tauro negó con la cabeza antes de ir contra la cama y mover a Mizard a un costado, y le señalo el espacio, Bud obedeció, recostándose en la cama y dejándose caer dormido por el cansancio.

Al día siguiente Tauro no estaba en la cabaña, la puerta estaba cerrada, como si la hubieran arreglado, estaba por levantarse cuando sintió las pisadas fuera, por lo que se detuvo de su acción. Aldebarán entro dándole un golpe a la puerta, con más provisiones.

— Con esto tendrás un par de semanas más, quizás un mes — dijo dejándola sobre la mesa y lo miro severamente —. Ven aquí, y ponte de espaldas.

— Si — obedeció temeroso, a su lado Syd estaba aparentemente dormido o eso creyó. Se levanto tambaleante y fue directo a donde Tauro, donde le dio la espalda, cerro los ojos impotentes, en su mente solo tenía imágenes de una posible venganza donde lo humillaría de las maneras más crueles. Pero contrario a lo que pensó, aquel que le doblaba en altura coloco en su hombro una especie gasa embebida en algún liquido frio.

— Esto será suficiente para ese hombro, no esta tan mal.

— Tauro.

— No te lo repetiré dos veces, no se que me trajo a Asgard, pero si es la oportunidad de vengarme de ti, lo hare cuando estés en mejores condiciones...vuelve a acostarte.

— Tauro...gracias — dijo manteniendo la mirada —. No merezco esto.

La noche pronto llego, Aldebarán se encargo entonces de hacer no solo la comida sino también de realizar cualquier tipo de cosa que la cabaña necesitara en el trascurso del día, cualquier reparación por mas pequeña que fuera. Llegada la noche se sentó en el suelo de la cabaña después de cenar, con los brazos cruzados mirando a la fogata, Bud no dejo de observarlo a cada momento, sorprendido por la actitud que este tomaba.

Pero algo los saco de sus pensamientos en medio de la noche, un fuerte relámpago que salió de las estepas, mas no del cielo. Aldebarán se levantó súbitamente y miro hacia la dirección del rayo, aquella explosión de cosmos y poder retumbo hasta llegar a ellos.

— Aioria.

—¿Es tu compañero? — pregunto Bud mirando por la ventana.

— Los doce caballeros dorados nos encontramos en Asgard...debo irme.

—¿A dónde?

— Donde el cosmos de mis compañeros me llama — respondió levantándose, caminando a paso firme hasta donde su caja dorada se encontraba —. Cuida de tu hermano, no descuides tu herida.

— Tauro...

— No te guardo rencor por el pasado, eres realmente buena persona, solo te encontrabas del lado equivocado — sonrió acercándose de manera amistosa y burlona acercándose para despedirse —. Y mas te vale que te quedes en el lado correcto esta vez.

— Gracias — bajo la mirada ante escuchar aquellas palabras, aquel indulto por el pasado, del que no estaba orgulloso, pero tampoco se arrepentía.

— Y cuando recobre la conciencia, dile que también esta perdonado — acoto antes de irse, y desaparecer en el frio de la noche.

Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora