Día 30: Odio

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Desde que había despertado la primera mañana en aquella mansión Bud de Alcor, sombra del dios guerrero de Z, tenía una cosa dada por hecho, su estancia en aquel lugar seria temporal, seria hasta el día en que Syd se recuperara, hasta que las violentas ventiscas cesaran. No era su hogar y nunca lo fue, de Syd lo era, y sería el de los gemelos solo si el patriarca de la familia así lo decidía.

Con el pasar de los días Bud ya sabía cuál era la posición tomada por aquel al que se negaría siempre a llamarlo su padre, no hacía falta preguntar, con solo ver el rostro inexpresivo de quien se sentaba en la punta de la mesa, su escaso dialogo, sabía perfectamente que un día seria aquel hombre quien le pidiera que se retirara y prefiero no esperar su orden. El trato, el poco tacto, e incluso las miradas, todo delataba cual era la decisión ya tomada, mas Bud no permitiría que así fuera, Bud se iría, era un hecho.

Bud salió del cuarto aquella mañana invernal, mañana en que el clima parecía haber cambiado de manera drástica, como si hubiera comenzando la primavera, aunque faltaba un mes, estaba seguro que ese día era el último en aquella mansión. Camino a paso seguro hasta la habitación de huéspedes, toco la puerta con lentitud y espero que se le permitirá el paso, ante todo debía ser respetuoso.

— Pase — se escuchó la voz amable de la máxima mandatara de Asgard, quien se encontraba atrapada en aquella mansión desde el día de nacimiento de los bebés debido al mal clima.

Bud paso a paso lento y arrodillo mostrando respeto ante su mandataria, algo que no había hecho en tantos días debido a que siempre se encontraba ocupado con algo. Inclino la cabeza gacha, en modo de pedir disculpas por su indisciplina ante aquella que solo le hablaba con amabilidad y le mostraba gran gentileza en sus palabras.

— Buenos días señorita Hilda —exclamo sin levanta la mirada.

— No hace falta — Pidió esbozando una sonrisa —. Levántate Bud, no me gustan estas muestras de sumisión, tú no eres así.

Bud accedió levantándose, manteniendo siempre la cabeza gacha, mostrando arrepentimiento, no solo por su pasado como sombra de Z y todo lo que había hecho, también por lo que en los meses que siguieron hasta ese momento había pasado, no solo por salvar la vida de Syd, por tenerlo tantos meses incomunicado, pero no por propia decisión sino por los sucesos que transitaron.

— Puedo leerlo en tu mirada — exclamo amablemente, acerco su mano al rostro de Alcor y con suavidad lo fue guiando hasta que la miro frente a frente —. Puedo leer el designio de Odín, él no está en contra de todo esto y a diario orare también para que los continúe protegiendo como a hasta ahora.

— Señorita Hilda.

— ¿Seguirá siendo un dios guerrero? — pregunto la voz tajante de Sigmund, demostrando aquel odio que sentía hacia aquel, un desprecio de origen incierto, aquel rencor que reflejaba desde el día en que supo que estaba con vida.

Ante aquellas palabras Bud cerro su puño con impotencia, él lo sabía, no era un dios guerrero propiamente dicho, Syd seguía con vida, y el solo podía ser el dios guerrero de Z por lo que sería una simple sombra.

— El decidirá qué es lo que prefiere— exclamo con amabilidad mirando a Bud, en un intento de evitar una posible disputa entre quien era su dios guerrero y quien lo fue hasta no hacía mucho —. Toma todo el tiempo que requieras para decidirlo, las puertas del palacio siempre estarán abiertas, para ti, para Syd y para los pequeños.

— Si señorita Hilda — asintió bajando la mirada.

— No pierdas cuidado, nosotros cuidaremos de Hilda — acoto Sigmund colocando su mano en el hombro de Alcor.

Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora