No lo había pesado, no había duda siquiera en hacerlo, no había considerado siquiera en las aun latentes heridas de batalla, a pensar que en poco tiempo se cumplirían dos meses desde aquella cruenta batalla donde el honor de su pueblo quedo mancillado.
No le importaba sentir que abandonaba a su hermano gemelo, que se alejaba de la seguridad que había tenido en todo ese tiempo, no le importaba abonador una calidez que pocas veces tuvo ni sentirse acompañado por alguien que le demostraba cariño y afecto de manera desinteresada.
Daba por hecho que nunca había tenido una compañía sincera, amigos de verdad, siempre se vio solo en un mundo desarmado donde el por ser noble era odiado y escupido. La soledad era su compañía desde que tenía recuerdos, al principio solo por ser parte de los privilegiados.
Cuando fue nombrado dios guerrero se sintió afortunado, podría dejar su soledad en el pasado, tenía la compañía de sus camaradas, quienes no lo veían como el niño mimado de una familia acaudalada, quienes lo veían como su igual y uno de los más fuertes guerrero de Asgard.
Pero el tiempo, el cruel destino lo devolvió a aquel desasosiego de melancolía y soledad, cuando despertó la mañana siguiente de las batallas, cuando el cruel designio de los dioses fue soplar a su favor para que sobreviviera y que sus compañeros perecieran a manos de un puñado de caballeros de bronce.
Camino con un rumbo fijo, aquel lugar donde todo comenzó, donde callo de rodillas en aquel acantilado mirando aquella roca frente al mar de la que solo quedaban vestigios de una ruina donde la sacerdotisa de Odín no se volvería a orar. Dio unos pasos, fuetes y seguros hasta su primer lugar de encuentro, aquellas estepas donde un cuerpo sin vida callo en la batalla y ya, dos meses después no habían quedado marcos.
— Tholl — exclamo arrodillándose donde supuso fue el lugar de caída de su camarada.
No había llegado a conocerlo, apenas si sabía algo de él, que al igual que su hermano gemelo era un aldeano, que luchaba día a día por vivir en Asgard, que ayudaba sin reparo a su pueblo, que obedecía a Hilda por ver bondad en sus ojos.
— Espero te encuentres cenando en el Valhalla a la derecha de Odín, Tholl — dijo bajando la cabeza antes de encaminase al siguiente destino.
Recordaba la residencia Phenril de su niñez, la cada de una familia también distinguida, como la suya, pero que todos en Asgard veneraban, el padre de familia era conocido como un hombre benevolente, su mujer amable. No tenía muchos recuerdos reales de Phenril, apenas si lo conoció cuando niño, puesto que se llevaban cuatro años y sus familias los obligaban a convivir una vez al año.
Cuando supo de aquel suceso su familia lamento por no haber estado presente, y no fue hasta que Hilda los llamo como sus dioses guerreros cuando su corazón se alegró de ver a Phenril con bien, más aquellos años después de ser abandonado ya habían logrado convertir a aquel niño que recordaba como un niño feliz en un joven amargado.
— Espero que Odín te de tu lugar en el Valhalla, no merecías tanto dolor Phenril — susurro cayendo de rodillas en la fría nieve de la cascada antes de dar una oración a su compañero caído.
El siguiente sitio a donde se dirigió a las cavernas de lava volcánica donde Hagen entreno, sabía que aquel era su hogar de descanso también, no tardo en divisar una cruz levantada, no era lo normal, los ritos sobre cómo tratar a los difuntos eran claro, se los cremaba, por lo que quien hizo aquello fue alguien ajeno al pueblo. Se inclinó ante aquella cruz con pesar, sabía que Hagen allí no se encontraba, pero al menos se sintió cerca de él.
— Hagen — susurro, no lo conoció lo suficiente, sabia poco y nada de aquel guerrero de rubios cabellos, dio una oración a modo de respeto antes de levantarse e irse al siguiente lugar, miro hacia atrás una última vez —. Estoy seguro, Odin debe tenerte de banquete en banquete compañero.
En el bosque espeso busco vestigios de los cristales amastistas, y aunque no tuvo una relación muy buena con aquel guerrero le rindió el culto que se merecía, después de todo Alberich murió como guerrero y no rendirle honor sería una falta de respeto.
En las ruinas se tardó su tiempo, allí Mime de Benennach había fallecido, sabía que era hijo de una de las grandes leyendas en toda la región, y también uno de los más poderosos. Recordó que el mismo tuvo una plática con Mime sobre él porque peleaba si era pacifico, si prefería la música por sobre la batalla, pero Mime aquella única vez que hablaron no le respondió.
— Mime, compañero, espero disfrutes el tiempo al lado de tu padre, juntos en la mesa de Odín, como debe ser — exclamo en voz alta mirando al cielo.
No se atrevió a entrar al palacio, seguramente Hilda se encontraba orando y Fleur acompañándola, era deshonroso ser el único sobreviviente. Camino sin rumbo fijo hasta donde vio el cementerio, donde las tumbas estaban dispuestas para rendirles honor a los fallecidos, y se arrodillo frente a la tumba de quien fue su mejor amigo.
Las lágrimas no aguantaron más, su llanto contenido se hizo escuchar, se sintió imponente, su orgullo aplastado por algo de lo que el no tuvo control, sino los dioses en una cruel decisión con el —. Siegfried, perdóname — dijo mirando la tumba vacía.
— Syd — interrumpió Bud acercándose conmovido a abrazarlo para confortarlo.
— Yo debí morir...debería estar con ellos.
— Los dioses así lo quisieron, Syd.
— Es tu culpa, yo estoy vivo por ti...
— Vamos a casa — dijo con voz casada levantándolo en sus brazos. No era la primera vez que Syd lo acusaba de atentar contra su destino, y seguramente no sería la última.
Ya de regreso a su hogar, Bud recostó con sumo cuidado a Syd en la cama, quien lo miraba con desprecio, tan pronto como se acostó se dio vuelta. Bud lo ignoro de igual modo, no porque estuviera herido, sino para darle espacio, espacio para tranquilizarse y pensar. A pesar del tiempo Bud no se arrepentía de su decisión, de ver con vida a Syd y no dudar en hacer todo a su alcance para evitarle la muerte, aunque eso significara para Mizard un golpe a su orgullo.
Aunque le dolía el desprecio de Syd, Bud no dudaba seria temporal, esa era una de las razones por las cuales había evitado sacarlo de la casa en tanto aún se recuperara, en tanto aun los recuerdos estuvieran frescos, Syd no lo odiaba, eso era un hecho, solo sentía culpa, culpa de ser un sobreviviente a pesar de todo, que todos sus compañeros murieran.
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Fictober 2020
FanfictionAl sobrevivir de la batalla de Asgard, Syd y Bud comienzan a convivir juntos