Dia 9 Pequeño

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Se veía indefenso, un pequeño bulto en sus brazos envuelto en una mantita color celeste, su rostro emanaba la más pura inocencia. La manita del pequeño salió de entre la pequeña manita, solo para aferrase con fuerza a aquello que tenía más cerca, el dedo de la mano derecha de quien era su padre.

— Hermano — exclamo Syd recostado en la cama, tapado con una cobija hasta su cuello, sus ojos no tenían esa mirada que llevaba a diario, se veía abatido, triste, reflejaba un dolor indescriptible, su orgullo había sido remplazado por impotencia, más aun sintiendo a su lado a aquel pequeño que dormía, igual al que tenía su hermano en brazos en ese instante.

— ¿Cómo algo tan pequeño e indefenso puede significar tanto? — se preguntó Alcor Z volviendo a cobijar al pequeño en aquella manta

—Madre — exclamo Syd, recordando a su progenitora, con un gran dolor oprimiendo su pecho, se sentia igual que ella.

Mizar miro a Alcor, su mirada parecía vacía, en ese instante se veía en el lugar de su madre cuando él y Bud acababan de nacer, no podía hacer nada, más que observar, no podía decir nada, no estaba en sus posibilidades hacer algo

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Mizar miro a Alcor, su mirada parecía vacía, en ese instante se veía en el lugar de su madre cuando él y Bud acababan de nacer, no podía hacer nada, más que observar, no podía decir nada, no estaba en sus posibilidades hacer algo. Bud por lo contario, sentado a su lado miraba a aquel pequeño en brazos y no apartaba la mirada de él, su mirada en un principio se sentía fría y distante, miraba al pequeño sin verlo realmente o eso pensaba.

— Y pensar que nunca lo odie — su mano temblaba en ese instante, se aferraba a aquel neonato en sus brazos sin querer soltarlo — A ella jamás la juzgue, supuse siempre que debía aceptar el designio de él sin decir nada, era su deber.

— Hermano.

— En este momento, en este preciso momento, estoy en sus zapatos, soy mi padre y jure no serlo, debo afrontar una dolorosa decisión — le interrumpió mirando a Syd con severidad —Perdono a nuestra madre, ella no tuvo opción, pero a quien la tuvo, a quien la llevo a cabo no.

— En este momento, en este preciso momento, estoy en sus zapatos, soy mi padre y jure no serlo, debo afrontar una dolorosa decisión — le interrumpió mirando a Syd con severidad —Perdono a nuestra madre, ella no tuvo opción, pero a quien la tuvo, a...

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— Bud — exclamo sorprendido.

Alcor se levanto meciendo con suavidad al pequeño, ahora su mirada se había suavizado, dejo al pequeño para ayudar a Syd a sentarse, y así, solo así dejar a ambos recién nacidos en sus brazos.

—  Estoy en su lugar, mas no comparto su posición — le interrumpió abriendo la cama para acostarse a su lado —. Esa es mi dolorosa decisión a afrontar.

Syd partió en llanto entonces asintiendo a las palabras de su gemelo, mirando a los dos recién nacidos en sus brazos, ciertamente estaba de acuerdo con la decisión de su hermano. Internamente si estaba un poco cohibido por la decisión, la tradición marcaba que uno debía morir o la desgracia llegaría al hogar, era algo que se le había enseñado desde pequeño, algo que sus padres le habían explicado con pesar, un par de gemelos no era buena fortuna para un hogar.

Afuera de la cabaña, alumbrada por la luz de la chimenea en un ambiente por demás cálido y no solo por el calor emanado de la hoguera, una fuerte ventisca azotaba, levantando nieve y tierra, dificultando no solo la visión. Se diría que era designio de Odín, un mal presagio, dos niños gemelos nacidos bajo una ventisca de semejante magnitud, eran un mal augurio.

Un galope se escuchaba irrumpir en el silencio, caballos corriendo con prisa por los prados de Asgard, dejando sus marcas al paso del galope. Una caravana era guarecida por varios guardias, y dentro de la carroza la sacerdotisa se encontraba, rodeada por no solo su hermana, sino una pareja que miraba tristemente, y el guardia con una hoja en sus manos, la descripción exacta de los cuerpos de los dioses guerreros que aún no habían sido encontrados.

Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora