Capítulo Uno

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             ¿Han sentido la adrenalina al estar en una montaña rusa?

¿Aquellas cosquillas que se siente en la parte baja del vientre la cual no sabes si es que quieres vomitar, gritar o solamente disfrutar? Sí, así me sentía yo luego de cuatro meses en mi nuevo colegio. No podía creer el cómo habían cambiado las cosas y aunque había muchos estudiantes problemáticos, estaban demasiado concentrados en sus propios problemas como para ponerle atención a la nueva.

Los primeros días fueron incómodos, todos me miraban cuando fui presentada en el salón de clases por el profesor, pero ahora parecía que llevaba demasiado tiempo allí como para llamar la atención de todos.

—¡Oh, Dios, lo odio, ¡lo odio! —prácticamente brinqué del asiento cuando dejaron caer una pesada mochila en la mesa.

Observé sobre mis hombros y me encontré con una chica de cabellos rubios y ojos claros. Amanda, ella es mi mejor amiga, es una persona genial, yo digo que es perfecta.

—¿Qué sucedió? —sonreí y ella se sentó a mi lado, no sin antes quitarme mi emparedado de Nutella y darle una mordida. No debería comer chocolate, lo sé, engorda, te saca barros y algunos dicen que te relaja. A mí no me causa ningunas de esas cosas, solamente me encanta el chocolate y luego de algunos episodios en mi vida, había sido el único dulce que nunca pude dejar.

—El señor Collins. Si fuera por mí le daría una patada en las pelotas y así dejaría de fastidiar. —Amanda y yo no compartíamos las mismas clases, estaba más adelantada que yo.

—No puede ser tan malo. —le dije sonriendo y quitándole mi emparedado de Nutella.

—¿Creen que esta vez lo mate? —escuchamos como empezaban a murmurar, y luego observamos como más de un estudiante se alejaba. Unos caminando apresuradamente, otros corriendo como no queriéndose perder de algo.

—¡Pelea! —chilló una de repente muy emocionada Amanda. —¡Vamos, vamos! —decía rápidamente, empezando a tirar de mi brazo para levantarme y arrastrarme quien sabe a dónde.

No me quedó de otra, con emparedado en manos la seguí. Empezamos a correr hasta donde algunos estudiantes se dirigían. En los meses que llevaba allí había notado dos cosas: Había muchas peleas y que los problemas allí no se podían evitar luego que los tenías. Cuando llegamos había muchos estudiantes, estudiantes quienes se formaban un círculo y algunos parecían emocionados por lo que sea que estaban viendo y otros aterrados. Con la estatura que tenía no lograba ver nada, busqué a Amanda para preguntarle si había podido ver algo pero la había perdido entre los estudiantes.

—Pobre pendejo. —escuché como susurraba un chico con voz de lastima.

Estaba muy curiosa para saber lo que estaba pasando, y como pude, me abrí camino entre los estudiantes y lo que pude observar me dejó horrorizada.

Golpes.

Golpes.

Y más golpes.

Había un chico en el suelo, boca y nariz partida. La sangre le salía de un corte en la ceja y se perdía en la comisura de su boca, no era un chico flaco, tenía con qué defenderse, pero quien sea que lo estaba golpeando, no le había dado esa oportunidad. Mi mirada buscó a la otra persona, lo primero que pude observar fueron fuertes y duros hombros moviéndose al estar proporcionando golpe tras golpe sobre el pobre chico y luego observé una arrogante cabeza cuando el chico finalmente levantó el rostro.

Alexander.

Alexander Finlay.

Mi aliento se detuvo en mis pulmones con violencia. En el tiempo que estaba allí no lo había visto pelear, Manda me había dicho que eran muy pocos los estudiantes quienes se metían con Alexander, que si sabían lo que era bueno o si eran inteligentes no lo cabreaban.

Falling for you ( F.F.L #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora