—¿Eres gay? —la pregunta casi me obliga a escupir el recién sorbo de soda que acababa de tomar.
Pestañeé, observando a Manda como si le hubiese salido una segunda cabeza. Sabía por qué me lo preguntaba, éramos diferentes; mientras ella suspiraba al ver a algún chico que le gustara, yo me mantenía completamente a distancia. No porque no me gustara algún chico, sino porque los chicos con los cuales había tenido que lidiar no eran de confianzas y no me interesaba involucrarme con chicos como ellos.
—No tendría problemas que lo fueras. Eres caliente, Lexi. —sonrió y sentí como me sonrojaba al escucharla.
—No soy gay, Manda. —reí. —Es...
—No estás interesada. —terminó por mí. —Lexi, eres guapa y tienes la carne bien puesta.
Amanda sabía que no había sido así siempre ya que desde pequeña había tenido problemas de sobre peso.
Me encogí de hombros, no me gustaba hablar de ese tema, era algo que me desagradaba, esos temas siempre iban de la mano con la sociedad enferma en la cual vivíamos. Si no tienes cuerpo, eres delgada o con color de piel clara, los chicos pasaban de ti. Los libros, los programas de televisión, absolutamente todo giraban sobre estos cuatros puntos, yo solamente ya estaba cansada de esto.
—Deja de castigarte. Eres inteligente y cualquier cosa que te hayas creado en la cabeza, no es más importante que eso. —me regañó y reí.
No tenía baja autoestima, por lo menos ya no, había aprendido a vivir con lo que tenía. Estaba segura y orgullosa de mi logro, pero no quería que nadie entrara en mi pequeña burbuja, eso sería abrirme a alguien y arriesgarme a la posibilidad de que me rechazaran.
—¿Entonces lo de la virginidad y los chicos es sobre ir a la iglesia? —esta plática ya la habíamos tenido antes. Sí, iba a la iglesia los domingos, mis padres eran católicos, conocedores de la palabra y aquello quizás también había influenciado un poco, pero la biblia no tenía nada que ver con lo que me había sucedido y como lo había manejado, yo no busco culpables de mis desgracias, creo que el ser humano tiene que ser capaz de aceptar sus culpas y no echar culpa a Dios o a terceros.
—Ya te lo dije. No tiene nada que ver, son dos cosas completamente diferentes. No quiero acostarme con el primero que quiera hacerlo. —y muchos querían, pero solamente buscaban incluir a la inocente chica en su lista de tantas otras. Eso definitivamente no era para mí.
—¿Ni siquiera Alexander? Vamos, el tío realmente es jodidamente caliente. Verlo la otra noche sobre ese ring, lleno de sudor, músculos y tatuaje seguramente te tuvo que provocar algo. Yo solamente no pude apartar los ojos de él. Carajo, fue impresionante.
No, ese no era un tema el cual quería tocar. Claro que hubo provocado algo, ni siquiera fui capaz de apartar la mirada de Alexander, había olvidado a mi mejor amiga en un lugar extraño y en todo lo que pude pensar fue en él. En lo impresionante que se veía, lo poderoso que era.
Me mordisqueé el labio inferior, nunca había fantaseado con alguien más allá de los hombres calientes los cuales leía en los libros, pero cuando había llegado a casa y preparado para dormir, solamente había recordado a Alexander. De lejos, cuando se acercó, cuando lo tuve a escasos centímetros de mí. Sus ojos verdes oscuros sobre mi rostro, su mirada con brillo malicioso, su boca apretada en una perfecta línea, todavía cuando lo recordaba provocaba que mi interior se agitara y mi rostro calentara.
Esto estaba demasiado mal.
—Es lindo. —sabía que decir aquello era una casi sentencia de muerte, pero era todo lo que podía decir sin arriesgarme a caer en un interrogatorio. Si por casualidad decía que me hubo resultado caliente, justo como a ella, estaría en problemas. —Pero no es lo que piensas. —me apresuré en decir. Conocía el cerebro de Amanda, la sonrisa que empezó adornar su boca solamente me confirmaba que se estaba haciendo ideas extrañas. —Rowan también es guapo...
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Falling for you ( F.F.L #1)
Teen FictionAlexander "Rex" Finlay es malo, lo supe desde que nuestras miradas se cruzaron. Sonríe con malicia. Está tatuado. Le gustan las peleas clandestinas y gusta de todas las mujeres. Sus ojos verdes quieren ver mi alma, no me gusta, siento que ve mi oscu...