—¡No todos actúan como ella! Tiene problemas. —nuevamente escuchaba los gritos de papá. A él no le importaba nada a nuestro alrededor. Únicamente se interesaba en él, su trabajo y tener más dinero. Estaba obsesionado con algún día tener dinero.
—No me importa lo que tú digas, Alonsso. Has estado ignorando esto desde el principio. —no quería escucharlos. Ellos pensaban que estar en la habitación evitaba que pudiera escuchar sus gritos.
—¿Qué quieres que haga?
Sabía que era la causante del disgusto de papá, siempre lo he sabido, simplemente vivo con ello y no le doy mucha importancia. Tomé un tazón de unos de los cajones de la cocina y me serví un poco de cereal mientras intentaba ignorar los gritos de mis padres.
—Estar cambiándola de escuela no solucionará el problema. —me encogí de hombros, no era como si tuviese culpa de aquello. Era demasiado cansado, ya estaba acostumbrada, pero mi madre no.
—¿Quieres que me siente a ver como maltratan a mi hija? —su pregunta sonó con indignación. —¡Por el amor de Dios! —me encogí de hombros nuevamente mientras me sentaba en el comedor a espera de lo que venía. —¡La haz visto! —chilló preocupada. —¡Hoy me llamaron de la escuela! ¡Un grupo de niñas estúpidas la rodearon y golpearon hasta que terminó en la enfermería!
Cuando me llevé la cuchara a la boca sentí un agudo dolor, aún me dolía la mandíbula y algunas costillas.
—¿Y crees que ella hizo bien al sacarle un cuchillo? —chasqueé la lengua tras escuchar el grito de mi padre. El pretendía que siguiese aguantando a esas zorras estúpidas.
Si no fuera por un profesor, les habría enterrado el cuchillo en alguna parte del cuerpo. No me importaba, estaba cansada de la mierda de la escuela, de la mierda de los estudiantes que había allí.
—Claro que hizo bien. No podía seguir aguantando toda esa mierda. —escuché como mi madre reía, pero sin ninguna gracia. —Estás tan malditamente concentrado en tu estúpido trabajo que no tienes ni idea por lo que está pasando tu hija.
Me detuve, dejé la cuchara en el tazón, de repente se me había ido el apetito. No tenía idea que mi madre sabía sobre los problemas en la escuela, no hasta aquel grado.
—¡Estás loca! —le gritó mi padre. —¡No puedes apoyar esa actitud! —seguía gritando. —¡Por el amor de Dios, puede terminar en la cárcel!
—¡La prefiero en la cárcel a que me la maten!
Me quedé quieta, sin saber qué hacer. El grito de mi madre se había escuchado lleno de dolor y desesperación.
—¡Será una delincuente! —y eso fue todo lo que necesité escuchar para irme a mi habitación y encerrarme.
Para cuando me tiré en la cama, las lágrimas bajaban por mis mejillas. El pecho me dolía y no por los golpes de la mañana, yo no quería aquello, no quería estar peleando en la escuela. No quería seguir siendo la burla de las chicas lindas y populares o de los chicos que querían tener a una chica a quien humillar.
«¿Y si la follamos?»
El recuerdo de aquellas palabras envió un escalofrío por mi cuerpo, haciendo que me encogiera aún más sobre la cama.
Todo dolía, todo me dolía.
Esa vez tuve que pelear y pelear de verdad, me habían acorralado un grupo de chicos luego de la clase de deportes e intentaron tocarme. El simple hecho de ser tocada por esos asquerosos imbéciles había sacado lo peor de mí. No me había importado nada, solamente los enfrenté y al hacerlo terminé con una mejilla roja por la bofetada que uno me había proporcionado, pero eso no me intimidó.
Escuché como alguien abría la puerta, pero no me molesté en mirar de quien se trataba. El colchón se hundió a mi lado y supe que era mi madre cuando me acarició el cabello.
—Estoy muy orgullosa de ti, Lexi. —la escuché decir y el nudo en mi garganta se hizo más fuerte. Mi madre confiaba en mí y yo solamente le daba dolores de cabezas. —Si tengo que cambiarte de todas las escuelas lo haré, no dejaré que nadie lastime a mi niña. Levanta esa carita, dúchate y olvídate de esas zorras estúpidas —no pude evitar sonreír entre lágrimas al escucharla.
—¿No estás enojada? —ella nunca se enojaba conmigo, quien siempre parecía molesto era mi padre.
—Sabes que no. No llores por esas niñitas. —levanté el rostro y vi cómo me sonreía. —Irás a Charlevoix High. Empezarás allí el próximo semestre.
La miré sorprendida y con la boca ligeramente abierta, me incorporé en la cama y la observé confundida. Charlevoix High, allí estaba Amanda, no era un colegio de chicos ricos como a los que ella estaba acostumbrada, de hecho, había terminado allí como castigo por parte de sus padres. Allí haría su último año en lo que se preparaba para ir a la universidad. Según ella, era agradable y había muchos, muchos chicos guapos.
—¡Gracias, mamá! —chillé mientras la abrazaba.
Si Amanda estaba en la misma escuela, sabía que todo cambiaría, éramos un par imparable, juntas podíamos con cualquier cosa.
Año nuevo.
Semestre nuevo.
Colegio nuevo.
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Falling for you ( F.F.L #1)
Teen FictionAlexander "Rex" Finlay es malo, lo supe desde que nuestras miradas se cruzaron. Sonríe con malicia. Está tatuado. Le gustan las peleas clandestinas y gusta de todas las mujeres. Sus ojos verdes quieren ver mi alma, no me gusta, siento que ve mi oscu...