Prólogo

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Realmente nunca se tuvieron interés el uno al otro.

Apenas se conocían y sus únicos encuentros habían sido tan escasos como la información que tenía cada uno del contrario, a duras penas sabían su existencia pero tenían en claro que sus papeles eran contrarios.

Proteger y destruir

Por lo tanto era más que obvio que nunca lograrían un encuentro que no fuese por sus asuntos de sus respectivos roles, tampoco es como si quisieran establecer amistades.
Además de ello por el momento sólo tenían pocas cosas en común o en realidad si tenían unas cuantas, más sin embargo no lo sabían por esa misma razón.

Doodle-Sphere

Un lugar majestuoso lleno de hojas infinitas dispersas por todos lados las cuales a veces llegaban a cambiar de forma adoptando la vista de pequeñas islas con puertas y alguna que otra vez se volvían cubos de pintura pero en la mayoría del tiempo eran hojas. En el centro se encontraba un ser bastante curioso.

Un monstruo esqueleto.

Tenía una estatura bastante baja, prácticamente la de un niño humano de unos ocho años de edad, tenía una mancha de tinta en un pómulo y la característica más resaltante eran sus pupilas las cuales cambiaban constantemente de colores y formas sobre todo cuando experimentaba alguna emoción. Vestía ropas algo extrañas, un pantalón holgado sujetado con tirantes en los pies descalzos del esqueleto, una camisa blanca acompañada de un pequeño chaleco, de su cintura colgaban los tirantes del pantalón todo el tiempo los cuales tenían un color cian, un cinturón retacado de pequeños frascos llenos con pintura, guantes de artista y sin faltar su inseparable bufanda.

Aquel monstruo de carácter divertido y bromista ocultaba que no era capaz de tener sentimientos por si sólo, sentía que sus frascos eran una mentira que lo mantenía vivo, realmente no le gustaba mucho pensar en ello.

En otro lugar muy distinto pero en cierto modo parecido había otro monstruo como él, vivía en aquel yermo blanco y vacío que alguna vez fué su universo, no lo recordaba mucho como para extrañarlo pero a veces deseaba tener una vida normal regida por un guión en lugar de estar a la deriva.
Físicamente era algo extraño comenzando por los colores de sus huesos, algunos eran negros y otros rojos mientras que únicamente las puntas de las falanges de sus manos eran amarillas, sus pupilas eran completamente desiguales y de sus cuencas surgían rastros permanentes de magia azul que habían dejado su rostro marcado para siempre.
La moda no era lo suyo, vestía una camisa roja bastante simple, una gabardina y shorts holgados que tenían costuras mal hechas en las mangas y extremos todo acompañado por una bufanda azul eléctrico.

No era amistoso con otros, siempre desconfiaba de todo y nunca dormía a menos que el cansancio terminase por noquearlo. No tenía mucho en mente.

Sólo destruir el multiverso para luego acabar con su propia vida dejando solamente al universo original, lamentablemente su trabajo estaba condenado a nunca terminar, todos los días surgían un sinfín de universos y líneas de tiempo nuevas.
Aparte de su torcido plan no había que hacer, sólo ver novelas, tejer, comer cosas obviamente robadas y crear sus preciadas marionetas en las que ponía todo su esfuerzo.

Excepto que algo surgió en los dos, una cosa prácticamente insignificante la cual era más que obvio que sería ignorada pero más tarde provocaría problemas. Como una pequeña semilla que cae en la tierra quedando olvidada hasta que finalmente sale para crecer lentamente llegando a florecer y llamar la atención de todos.

Podría decirse que era hermoso visualmente pero en el cuerpo se volvería terriblemente doloroso.

Podría decirse que era hermoso visualmente pero en el cuerpo se volvería terriblemente doloroso

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Adivinen quien viene de concluir una historia y empezar otra en una misma hora.

:v

Tinta y pétalos [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora