Capítulo 1.

60.5K 5.8K 1.8K
                                    

Samara

—Necesito que le coquetees.

Stop.

Mi cara por todas partes gritó un: ¿Qué locura acababa ella, de decir?

Esas cuatro palabras, que salieron de su boca con una tranquilidad tan profunda, me hicieron voltear a mirarla de inmediato, con mucho desconcierto. No lo podía creer. Estaba consciente de que existían momentos en los cuales ella bromeaba conmigo, pero en ese punto de la conversación, toqué un tema importante, uno que ameritaba seriedad.

Y no absurdos chistes.

—¿Te estás volviendo loca, o que te pasa?

Le pregunté, solo para ser educada, porque en el fondo sabía perfectamente que, loca, ya estaba.

¿Quién en su sano juicio puede pensar en coquetearle a un hombre que no ha visto ni siquiera por primera vez?

—A veces creo que sí estoy loca, nunca he descartado esa posibilidad—respondió con tranquilidad.

—Estoy hablando enserio, Roth—la miré a los ojos—. No es el momento de hacer bromas.

—Yo también estoy hablando enserio—esbozó una sonrisita, mostrando los dientes—. ¿Qué te hace pensar que no es así? Además, creo que nunca antes he hablado más enserio en mi vida, como en este preciso momento.

Eso ni ella misma se lo creía.

Roth pensaba que la vida era como una fiesta, en la que abandonabas una y te pasabas a otra, solo buscando diversión. Casi nunca se comportaba como debía y cuando lo hacía, lo aparentaba. Fingía entender el sentido de la vida y cuando menos lo esperabas, volvías a verla percibiendo la vida como si en ella tuvieras muchas oportunidades para vivirla.

Yo sabía que no era así. La vida la mayor parte del tiempo, se convertía en una tortura para nosotros, en ella solo había pequeños instantes de felicidad que luego eran marchitados por confusos y torturantes momentos de dolor, que a veces eran interminables.

—No me parece correcto, que me pidas que le coquetee a un hombre que no conozco.

Ella rodó los ojos.

—Pero lo vas a conocer, que es lo importante.

Sus labios volvieron a ensancharse en una sonrisa angelical que me demostró que por mucho que lo intentara, no la haría cambiar de opinión.

¿Por qué tenía que ser tan terca?

—Este es un trabajo demasiado importante—le recordé—. No quisiera perder esta oportunidad, porque estoy segura que jamás lograré conseguir una parecida.

—Nunca digas nunca.

—No pienso prestarle atención a tus boberías—le dejé en claro.

—No son boberías.

—¿Entonces qué son?

—De verdad no te entiendo—relamió sus labios, mirándome como si mis decisiones fueran ridículas—. ¿Acaso no sabes con quien será tu entrevista?

Por supuesto que lo sabía.

¿Cómo se le ocurría preguntarme eso?

En la agencia de trabajos a la cual asistí, me dieron la información necesaria sobre la propuesta de trabajo que estaba disponible hasta el momento. Una oportunidad laboral que no muchas personas consideraban, menos cuando descubrían para quien tendrían que trabajar.

Se decía, que era el ser más despreciable que había existido en el planeta, que incluso con verlo a los ojos, podía sentenciar tu vida a cien años de tortura profunda.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora