Él observó con prudencia la superficie nívea del cuello de ella; a pesar del tiempo que pasó, la marca permanecía como prueba fehaciente de su juramento, y de la devoción de Natalya. La chica siempre iba cubierta con cuidado, pero la Alfa le mostró casi un mes después, que aquel lazo sin precedentes permanecía.
Aquello demostraba sin duda, que entonces un Omega y un Alfa eran como iguales, capaces de jurarse a su pareja, capaces de ser devotos. Por tanto, aquello era un secreto que de saberse mostraría que la perspectiva de los Omegas era errada: aquella marca realizada por esa casta tan subyugada, pues, era un cambio enorme, aunque eso no saldría a la luz hasta muchas décadas después, en una generación diferente.
Un cambio histórico que no podía ser revelado. Pero, pensó Rina, ¿aquella marca no permaneció por su condición única como Omega varón? Natalya aseguró que no, la naturalezas seguía lo dictado por lo visto en su casta.
—Es mi juramento: nuestro —le repitió ella el día que fue a su casa a pedir su mano; pidiendo a sus padres esperar afuera mientras entraba con Rina a hablar con Aleksander.
—Padre, Natalya viene a pedir mi mano —dijo Rina, vestido como doncella pero usando su voz natural de varón, sorprendiendo un poco a su padre, quien guardó silencio asintiendo para dejarlos hablar—. Pero ella quiere decirte algo importante.
—Lord Sénnikov —comenzó Natalya solemne, con una sutil reverencia—. Debo confesar que, antes de pedir en matrimonio a Rina, yo sé toda la verdad: soy conocedora del secreto de Aleksandrina, y comprendo las razones por las que fue un hecho guardado con profundo recelo.
Aleksander se puso de pie de forma brusca, poniéndose algo pálido. Miró a su hijo que le sonrió calmo, asintiendo a la complicidad que mostraba Natalya con él.
—¿Cómo lo descubrió, Natalya? —preguntó un poco tenso.
—Él me dijo —contestó ella, mirando con ternura la Omega—. Y yo le di mi juramento de guardar el secreto si así lo disponía —Natalya descubrió su hombro ligeramente, hasta donde podía guardar su pudor.
Los ojos de Aleksander observaron atónitos la marca, y lo que la mirada de su hijo sobre la blanca piel marcada con aquel lazo visible indicaba. El padre del Omega tenía muchas preguntas, pero observando a ambos jóvenes mirar su rostro lleno de confusión, supuso que no eran cuestionamientos que nadie pudiera responder.
—Natalya, escucho con buena disposición la propuesta que quieras darme —dijo finalmente Aleksander tras un largo silencio, sonriendo.
La Alfa pidió la mano del Omega, que le fue dada sin muchas condiciones. Y Rina aprovechó esa ocasión para hablar de lo que había decidido hacer con su vida:
—Padre, tú sabes lo que hemos estado hablando, y Natalya sabe la forma en que quiero vivir: no puedo seguir esta charada en la que he crecido —dijo el Omega, sosteniendo la mano de Natalya con suavidad—. Viviré como Aleksandrina, y en este día pido se entierre a Irina.
Fueron años en que Rina y su padre estuvieron planeando el camino del Omega, lo que harían una vez este decidiera finalmente a seguir quien era; se abordaron todos los escenarios que podrían ocurrir, por supuesto, ninguno anticipó que un día el joven encontraría una pareja que aceptara su identidad y le fuera incondicional.
En aquel momento Irina murió, (como siempre debió ser), para dar paso Aleksandrina Sénnikov.
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Fueron días caóticos. Natalya mintió a sus padres sobre lo que ocurrió con su propuesta: Aleksander les dijo que Irina la había rechazado, y la joven Omega decidió huir con un Alfa que conoció en alguna fiesta, un sirviente de una familia noble.
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Ruiseñor de Invierno [Omegaverse] [Hetero]
Romance[Segunda parte para la historia Omegaverse hetero "Ruiseñor de otoño] (Es recomendable leer la historia mencionada, pues da un poco de contexto a los personajes mencionados al principio, y a Aleksandrina). Desde que nació Aleksandrina su padre supo...