2. Crescendo

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Cuando Aleksandrina fue creciendo, dejando la ambigüedad de la niñez a su espalda, fue innegable el hecho de lo absolutamente diferente que era el primogénito de Aleksander. Su belleza, su cuerpo, y esa esencia dulzona que comenzó a acompañarlo apenas comenzó a recibir la pubertad, dejando clara incertidumbre para todos los que temían el porvenir del joven.

Aleksandrina era diferente a otros varones, no se podía disimular, u ocultar con meras palabras, su padre era consciente de eso. Su tutor, tampoco podía hacer ojos ciegos al nombre inevitable de la naturaleza de Rine, una que al parecer había heredado de su madre como un regalo que podía traer tremenda desgracia y dolor al joven.

—Es un Omega, nunca creí que fuera posible que un varón naciera bajo esa naturaleza —dijo Aleksander un día a su consejero (es viejo Beta encargado de la educación de Rine), después de despedir a su hijo para ir a dormir—. Un regalo lo considero, puesto que es lo poco que me dejo Inna.

El sirviente acompañó a su señor en silencio, el Alfa reflejaba gran angustia en sus ojos cuando fue a su oficina, y tomó una botella de fino vidrio medio llena de Vodka. Aleksander se sirvió en una copa, ofreciendo un poco al viejo Beta, uno de esos pocos que consideraba una migo genuino a pesar de su posición como sirviente bajo el nombre de su familia.

—Señor, si me permite comentar. —El Beta aceptó la copa, y suspiró pesadamente sentándose frente a Aleksander en una silla tapizada de grueso terciopelo frente al Alfa—. Concuerdo con que es un cambio fascinante de la naturaleza el que estamos observando; pero al ser único en su tipo, no podemos dejar que otros lo vean.

—Tal como su madre, él podría ser arrebatado de mis manos. Es lo único que me queda precioso en esta vida —dijo el Alfa, con una expresión vulnerable que mostraba lo cansado que estaba de todo el peso que era cargar con el liderazgo de su familia, y del destino de su hijo—. Inna odiaría que no pudiera garantizar una vida diferente para Rina. Ni siquiera pude hacer algo por ella...

Aleksander tomó de un trago su vaso, jadeando con el escozor del Vodka al pasar por su garganta. Se sirvió otro vaso, y miró el líquido reflejar las luces de la chimenea que el Beta había prendido para esa fría noche.

—Señor, a pesar de nunca haber podido conocerla; tenga certeza de que ella entendería lo que haga para proteger a su hijo —dijo el otro, mirando al Alfa perder sus ojos en recuerdos, y lamentaciones—. Puede ser difícil, y quizás el joven Rine poco vaya a comprender, pero también es mi deseo protegerlo, pues de alguna manera he sentido como si fuera un hijo mío —confesó el hombre.

—Debe ser nuestra prioridad mantenerlo a salvo, y en secreto su naturaleza —murmuró Aleksander, dejando su vaso de lado, y con ojos llenos de tristeza continuó—: Debemos crear una mentira para el mundo, aunque tengamos que cambiar la verdad de quien es mi hijo.

Así es como Aleksander se sentó a hablar con un confundido Rina. Le explicó de la ausencia de piedad en ese mundo para personas como él, también le habló de lo poco que el entendía de la naturaleza que compartía con su madre difunta. A pesar de las preguntas de su hijo, el Alfa decidió solo responder aquello que no revelara la verdad de quien fue Inna.

Aleksander, por primera vez en mucho tiempo, abrazó con fuerza a su hijo, y le suplicó perdón por la vida a la que tendría que someterlo. Sonriéndole con todo el amor que le profesaba, el Alfa le dijo:

—A pesar de que tu nombre, o tú mismo, tengan que convertirse en algo diferente —La voz de Aleksander temblaba un poco, pero se mantenía con esa dulzura que únicamente le mostraba a su hijo—, te pido, te imploro, que no olvides el futuro que deseas, o quien eres. Y si un día, aunque sea olvidando a esta casa, u olvidándome a mí, encuentras tu libertad, suplico te alejes, que hagas lo necesario para lograr tu felicidad.

Aleksandrine poco comprendió las palabras de su padre, hasta que se vio obligado a cambiar sus ropas por ostentosos vestidos, su nombre por otro que terminara de afirmar la mentira en que se veía acorralada de vivir con el fin de mantenerse a salvo. Es así que en esa casa de invierno continuó, vivía en secreto un varón Omega llamado Aleksandrine, y a puertas abiertas, nació una joven de nombre Irina, quien se veía con la amargura de ocultar quién era.

A pesar de que su padre tomó esa decisión bajo el más noble amor, y explicó hasta donde pudo sus motivos. Aleksandrine no podía más que comenzar a odiar la estampa con la que nació, a odiarse a sí mismo y el mundo que le obligaba a negar su propia naturaleza.

Cuando alcanzó la plenitud de la adolescencia, se encontraba absolutamente perdido. Sin saber cuáles eran sus deseos, sin encontrar un lugar propio, comenzó a recluirse en su habitación, a vaciar todos sus pensamientos en hojas que iba ocultando. No encontraba la voluntad de odiar a su padre, o a su madre, por la naturaleza a la que se veía condenado, pero comenzaba a resentirse, pues el último que tenía palabra sobre su vida, era él mismo.

—Su padre no tenía otra opción, no deseaba que viviera todos sus días en absoluto aislamiento —explicó su tutor en uno de esos días que el joven apenas quería hablar con nadie, hasta negándose a comer.

—¡Que va a comprender mi padre! —profirió furioso el joven. Aterrado de su propia naturaleza, de lo dominante que era ese período llamado celo que las mujeres Omegas, y que él, debían sufrir—. ¿Por qué he sido condenado así? ¿Por qué insiste mi padre en que no olvide quién soy? ¡Ni siquiera puedo definir si he de ser varón o mujer por propia voluntad! —gritó con rabia, con profunda frustración.

Su tutor no pudo más que dejarle solo, esperando a que el joven lidiar con sus emociones negativas. Aleksander, como otras muchas veces, no pudo más que pararse en silencio afuera de la habitación de su hijo cuando este se negó a verlo en sus peores episodios. El Alfa tocaba con suavidad la pesada puerta de madera, y susurraba sus disculpas, como otras veces.

No odiaba a su padre, pues este siempre le recordaba cuánto lo amaba, pero en su momento, no podía entenderlo.

Ruiseñor de Invierno [Omegaverse] [Hetero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora