El hombre se frotó sus ojos cansados, mirando un reloj que estaba sobre una mesita junto al televisor. Era buena hora para terminar el «relato», aún si el niño que le miraba no parecía sentirse en lo más mínimo aburrido, o a con intenciones de permitirle parar.
—Tus padres deberían llegar pronto —suspiró el hombre—. Y no te he dado de cenar.
—Puede ser cereal, así no nos tardamos —sugirió Rine, y Alek sonrió cansado a su bisnieto.
—No, la verdad nos queda mucho, y ya no soy tan joven hijo —Rió con ganas al ver el sutil puchero del niño; Rine en general era mejor portado que su hermano mayor, así que le alegraba ver que también mostraba su carácter cuando deseaba algo. Decidió negociar un poco para alegrar al niño—: Si lo dejamos para otra ocasión, puedo decirle a tu padre si te deja visitarme unos días; comemos papas fritas y pizzas mientras continuamos.
Rine era un chiquillo curioso, a veces podría mirar en silencio sin mostrar lo que pensaba en su rostro, pero, cuando estaba frente a una persona que quería y respetaba, el niño se desinhibe.
El pequeño le sonrió a Alek y asintió luciendo satisfecho.
El viejo Beta, por otro lado, quería detenerse por lo agotador que era leer ese recuento. En su infancia, su abuelo apenas le contó algunas cosas del legendario Aleksandrina; pocos sabían qué fue de su destino, los pocos datos que tuvieron del destino de la familia, fue que desapareció por voluntad propia. ¿Le habrían hecho algo? Alek no le sorprendería ver que, a lo mejor, su naturaleza le costará su libertad, o su vida.
Se alegraba que su nieto hubiera nacido en esos tiempos, aunque también experimentaba una profunda tristeza y agradecimiento por los Omegas de esos cruento tiempos. De no ser por ellos, el mundo en que ahora eran libre, no se hubiera pavimentado. Era extraño que Faddéi no quisiera terminar de leer esas memorias, explicando que eso se sentía como si no fuera escrito para él.
—Abuelo Alek, sí Aleksandrina tiene nuestro primer apellido, ¿significa que es como un primo muy lejano? —preguntó Rine, acompañando al Beta a la cocina para que pudieran cenar algo de lo que habían dejado para comer.
Esperaba que la cena hubiera sido preparada por Tasya, en todo caso por ambos; su nieto tenía todavía la dieta de un bailarín, y sentía que moriría de todas las cosas que parecían ensaladas, o pollo hervido. Al menos desde que era director de una compañía, se permitía comer como gente normal en tiempos recientes (suponía que también debía agradecerle a sus bisnietos).
—¿Estas bien abuelo? —preguntó Rine, sentándose con él a comer un poco de estofado que encontró en la nevera.
—Sí, solo es la edad —bromeó.
—Abuelo Alek...estaba pensando: ¿es verdad que trataban así a los Omegas como papá? —preguntó Rine, tomando unos bocados. A pesar del peso de la pregunta, no parecía más que simple curiosidad: y era lógico, ese tipo de actitudes habían comenzado a dejarse, y reprobar.
Aunque en la juventud de su padre, todavía persistieron comportamientos que Alek siempre vio como retrogradas.
—Esto es muy viejo, antes la gente tenía ideas muy extrañas —contestó Alek, no queriendo profundizar en un largo historial de abusos. Ahora que pensaba, esperaba que Aleksandrina no hubiera grabado eso en su diario...
—Quería decirle a Rine que su padre solo quería cosas buenas para él. Eso es lo que siento —comentó el niño tras un largo silencio entre ambos—. Papá les hubiera dicho a todos esos Alfas cosas muy duras, y tal vez los hubiera querido golpear.
Alek rio con ese último comentario: podría apostar a que Faddéi hubiera provocado un escándalo nacional tras una buena disputa. El viejo Beta no tenía favoritos, pero definitivamente la franqueza casi descuidada de Rine era refrescante.
—Hijo, ¿has pensado qué harás cuando sepas tu segundo género? —preguntó el hombre, dejando de lado su cuchara para poner atención al pequeño.
—Eso... —torció sus labios, tal como hacía su madre cuando estuviera pensando algo complicado—, no lo he pensado.
El niño no parecía preocupado o inquieto por eso. Alek podía ver, con orgullo, que sus hijos no iban a fundamentar su vida en un aspecto biológico, y de ser un Omega, el niño definitivamente les daría problemas a muchos Alfas. Su hermano mayor, todo apuntaba, sería un Alfa.
Su atención se vio dirigida al ruido de una cerradura. Tasya y Faddéi habían llegado. Alek esperaba no haber roto alguna regla al tener al niño despierto después de las once; al ver a su nieto, pudo ver que desvelar a Rine no le cayó en gracia.
Tasya colocó una mano sobre el hombro de su Omega, con una sonrisa; ambos lucían bastante formales con sus ropas de gala (y definitivamente como un matrimonio, pensó Alek). La Alfa sonrió a ambos con su buen ánimo usual.
—Espero que esto no se vuelva una costumbre, Rine. Sino tendré que dejar a tu padre darte uno de sus regaños extra largos —dijo ella, entornando los ojos al ver a su Omega alzar una ceja con su amenaza—, y créeme que son muy, muy, largos, ¿Por qué crees que tu hermano no toca sus videojuegos hasta terminar su tarea?
—Si ya cenaste, deja descansar a tu abuelo, y ve a dormir —exigió Faddéi siguiendo el juego de Tasya, con expresión severa.
El niño miró a su madre, luego a su padre, y decidió que no quería ser castigado, arriesgando que no le dejaran visitar a su abuelo. Se bajó del banco de un brinco, pues habían estado comiendo la isla que había al centro de la cocina.
—Gracias —suspiró Alek; definitivamente ya no estaba para cuidar niños, aunque adoraba hacerlo.
—No dejes que te manipule para desvelarse, es muy inteligente —dijo Faddéi en voz baja—. Al menos con Matysh es más fácil ver si miente.
Alek asintió—. Tomare tu consejo. Si me disculpas, iré a la recamara.
—Sí abuelo, la preparamos esta mañana, no podría dejar que te fueras a esta hora. —Faddéi dijo, poniéndose a recoger algunas cosas fuera de lugar en la cocina. Tasya se acercó a ayudar con los platos que dejaron, besando la mejilla del Omega cuando pasó junto a él.
—Por cierto, la razón que quisiera evitar su hora de dormir... —comenzó Alek—, no se molesten, hice lo posible por hacer que lo dejara por la paz, pero: Rine quería leer ese diario, el viejo, sin importar que le dijera.
—¿El de Aleksandrina? —preguntó Tasya abriendo ligeramente sus labios en sorpresa, Faddéi miró tranquilo a su abuelo.
—Supongo que si tanto pidió verlo, iba a encontrar la manera de leerlo —agregó el Omega—. Es extraño; cuando quisimos leerlo nosotros, no podíamos terminarlos, era como si no fuera para nosotros.
—No se sentía correcto —agregó Tasya—. Aun cuando pensamos que podía aclarar que pasó en las tierras altas, cuando visitamos las ruinas de su familia. Pero sentimos que si bien eso fue importante, está bien que quedará en el olvido —se encogió de hombros ella, sonriendo al ver que Faddéi no parecía preocuparse de eso.
Faddéi despidió a Alek. Esa noche, mientras se dormía con la esencia siempre reconfortante de Tasya a su lado, pensó si no habían podido leer esas memorias, porque no eran para ellos. Ciertamente, su familia tenía muchos misterios y preguntas del pasado.
¿Sería que por eso sintieron tan importante llamar a su hijo menor como aquel hombre que vivió siglos atrás?
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N/A: ¡Y con esto cerramos la niñez y pre adolescencia de Aleksandrina! Una pequeña aparición de los padres de Rine. Prontop entraremos a la segunda parte, no es muy larga esta historia.
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Ruiseñor de Invierno [Omegaverse] [Hetero]
Roman d'amour[Segunda parte para la historia Omegaverse hetero "Ruiseñor de otoño] (Es recomendable leer la historia mencionada, pues da un poco de contexto a los personajes mencionados al principio, y a Aleksandrina). Desde que nació Aleksandrina su padre supo...