One-shots •Frerard•

Señor Iero 3/3

— Amor, ya te dije que no hay helado de menta — Dijo Frank algo cansado.

Había salido a las diez de la noche para poder comprar helado de menta para su amado, el cual estaba embarazado. Era hermoso ver que Gerard llevaba en su vientre el fruto de su amor. Pero lo que le molestaba era que le agarrara antojos a la noche. ¡A veces en la madrugada! Pero todo sea por su dulce y hermoso pelinegro.

— Está bien... ¿Puedes venir a casa rápido? Necesito que vengas, Frankie — Contestó Gerard del otro lado de la línea.

— Estaré ahí en algunos minutos — Dijo Frank antes de cortar la llamada.

Terminó comprando un helado de fresa y luego se fue a su auto para irse directo a casa. Mientras conducía pensaba en lo afortunado que era por tener a alguien como Gerard a su lado. A veces era algo caprichoso pero era lo que más le gustaba de él. Hubo algunos problemas con su relación. Se les hizo muy difícil a ambos poder estar juntos, pero habían dejado todos los lujos porque estaban muy enamorados. Frank ahora tenía un gran trabajo como empresario y Gerard pintaba en casa, pero no vendía el arte que realizaba, no creía que fueran muy buenas como para venderlas.

Fue muy lindo enterarse que estaban por ser papás. Un día ambos caminaban por el parque tomados de las manos, Gerard estaba muy decaído, se sentía muy mal, entonces Frank le comenzó a dar besitos en toda su carita haciéndole sacar una sonrisa, hasta que se desmayó. Fue un día muy horrible para el tatuado porque no entendía nada de lo que pasaba, así que tomando a Gerard en brazos lo llevó al auto y de ahí condujo hasta el hospital, en donde le dijeron que su muy querido pelinegro tenía un embarazo de dos meses. Primero sonrió, gritó, rió, abrazó al doctor y luego fue donde su amor y le dijo él mismo la excelente noticia. Ambos lloraron de felicidad y se amaron mucho ese día, estaban felices por tener un hijito o hijita que sea el fruto de su gran amor. Cinco meses habían pasado de aquel entones, ahora Gerard tenía un enorme vientre, estaba esperando a un lindo niño al que llamarían Miles.

Los padres de Gerard jamás lo buscaron, el único que se interesó por su bienestar fue Mikey, quien se emocionó con la noticia de que sería tío, él fue quien le regaló un gran peluche de unicornio de color azul para su sobrino. El de lentes le dijo a Gerard que sus papás estaban muy enojados con él, que no había herencia para el pelinegro, pero eso poco le importó a Gerard, él estaba bien así. Con Frank a su lado no necesitaba más nada.

Hizo una pequeña sonrisa cuando llegó a su casa. Tomó el helado que había comprado y sin más salió de su automóvil para poder entrar a su residencia.

—Llegué, caramelito — Dijo Frank una vez que había cerrado la puerta con llave. Llevó en sus manos el helado de fresa hacia la cocina, dejando éste en la nevera para que no se derritiera y luego fue hasta su habitación. Gerard no había respondido a su llamado, supuso que estaba dormido ya que eran casi las once de la noche. Suspiró cuando terminó de subir las escaleras, todos estos meses que habían pasado Frank decidió trabajar desde casa para no perderse nada del embarazo de su Gee, él y su bebé eran lo que más le importaba, y si algo le llegaba a pasar en su ausencia jamás se lo perdonaría, por eso había pedido esto, lo cual no fue problema porque él ya había trabajado desde su hogar antes, así que estaba más que feliz con eso.

Se quitó los zapatos fuera de la habitación y abrió la puerta lentamente para no despertar al amor de su vida, hasta que vió algo que lo dejó realmente sorprendido. Era Gerard desnudo en su cama, tocándose, gimiendo 'Señor Iero', una mano tocaba su propio miembro y la otra posaba sobre su gran vientre. La luz de la luna dejaba ver su hermoso cuerpo todo iluminado, Gerard era hermoso ante los ojos de Frank. Ver a su pelinegro así hizo que se pusiera duro de inmediato, en realidad cualquiera se pondría así al ver a Gee de ese modo, por eso el tatuado se sentía tan afortunado de tener a su lado a semejante hermosura. Siguió observando a su Gee tocándose, gimiendo como loco. Hace meses no hacían nada, y la verdad es que lo extrañaba.