El Rey Grey tiene una fuerza, riqueza y prestigio incomparables en un mundo gobernado por la habilidad marcial. Sin embargo, la soledad se mantiene muy por detrás de aquellos con gran poder. Debajo del glamoroso exterior de un poderoso rey acecha el...
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LUCAS WYKES
"¿Y qué diablos se supone que es esto?" Enarqué una ceja, mirando alrededor de la habitación tenuemente iluminada, que me recordó a una bodega de vinos de construcción tosca.
Esa pobre excusa de mago de la Casa Ravenpor me había traído aquí, diciéndome que sería algo que me interesaría.
Normalmente, lo hubiera mandado al carajo por hablarme con tanta arrogancia, como si me estuviera haciendo un favor, pero había sentido bastante curiosidad, especialmente después de la explosión en el Palacio Tri-Union ese mismo día.
"Bienvenido a una de las muchas moradas humildes donde celebramos nuestras reuniones," dijo una voz ronca. Estaba rodeado por al menos sesenta figuras encapuchadas, pero solo una llevaba una máscara—la que estaba sentada perezosamente en el medio, dirigiéndose a mí.
Era una sencilla máscara blanca con dos pequeños orificios para los ojos y una sonrisa dibujada con crudeza donde debería estar la boca. La máscara era lo suficientemente básica, pero la sonrisa simplemente dibujada emitía una sensación siniestra.
Charles Ravenpor, de pie a mi lado, se había puesto su propia bata con capucha. Ahora se arrodilló e inclinó la cabeza.
"Mi señor, he traído a Lucas Wykes como usted pidió," dijo en un tono cauteloso y silencioso.
"Ahh, el famoso Sr. Wykes, en persona," se rió, ignorando a Charles. "Me alegro de que pudieras unirte a nosotros en nuestra pequeña... cruzada."
Miré alrededor. "No estoy aquí para unirme a nada. Vine aquí por curiosidad, pero no estoy impresionado. ¿Quién se supone que eres, de todos modos? No pareces ser un estudiante. No me digas que eres profesor," me burlé.
"¡Cómo te atreves! Deberías estar agradecido de que incluso consideráramos dejar que un perro callejero como tú se nos uniera," siseó una de las figuras encapuchadas a mi derecha.
"¿Un perro?" Repetí, sintiendo los músculos de mi cuello tensarse.
Silenciosamente preparé un hechizo para el ingrato que se atrevió a burlarse de mí, pero antes de que pudiera terminar el conjuro, el hombre detrás de la máscara sonriente chasqueó los dedos.
De repente, el snob encapuchado que me había llamado perro dejó escapar un aullido agudo mientras se quemaba en llamas.
Mis ojos se agrandaron. Incluso para un lanzamiento instantáneo, eso fue rápido... aterradoramente rápido.
"Ahora, ahora. Eso no fue muy cortés de decir a nuestro miembro más nuevo, ¿verdad? dijo el enmascarado desde su trono de tierra. El fuego ya había destruido la túnica del niño y le quemaba la piel.
"¡P-perdóname! Estaba equivocado. ¡Me disculpo! P-por favor," suplicó, tratando desesperadamente de arrastrarse hacia el hombre enmascarado. Las otras figuras encapuchadas parecían demasiado asustadas para hacer algo para ayudarlo.
