El Rey Grey tiene una fuerza, riqueza y prestigio incomparables en un mundo gobernado por la habilidad marcial. Sin embargo, la soledad se mantiene muy por detrás de aquellos con gran poder. Debajo del glamoroso exterior de un poderoso rey acecha el...
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No pude evitar darle una palmadita a Elijah en el hombro, ya que parecía que su alma estaba a punto de escapar de su boca. Había sombras debajo de sus ojos sin vida, sus mejillas hundidas lo hacían parecer un esqueleto hueco.
"Ya, ya..." suspiré. Incluso Sylvie se compadeció de él, saltó de mi cabeza y aterrizó sobre la suya, mordiendo la coronilla de su cabeza para despertarlo.
Sus ojos espantosos se clavaron en mí mientras volvía la cabeza. "... No es justo," murmuró.
"¿Qué?" Me incliné más cerca para escucharlo mejor.
Se inclinó más cerca de mí, sus labios casi tocando mis oídos. "¡NO ES JUSTO, MALDITA SEA!"
"¡AHH!" Salté de la sorpresa cuando mis oídos empezaron a zumbar. "¡Qué diablos! ¡No me grites al oído!" Revolví mi meñique dentro de mi canal auditivo para limpiar la saliva perdida que mi amargado amigo había lanzado al interior.
"¡Apariencia, talento—incluso suerte con las chicas! ¿Por qué lo tienes todo?" Puso ambas manos en mi brazo, con una expresión de profunda concentración en su rostro.
Confundido por esta acción aparentemente aleatoria, le pregunté: "¿Qué estás haciendo?"
"... Tratando de ver si puedo absorber algo de tu Arturidad", murmuró, aun concentrándose.
"¿Eres tonto?" Negué con la cabeza, alejando sus manos. Implacable, Elijah mantuvo sus manos pegadas a mi brazo, lo que nos ganó a ambos algunas miradas extrañas de los estudiantes que pasaban mientras salíamos a cenar.
De camino al comedor, un poco más abajo de los dormitorios, le expliqué brevemente a Elijah cómo había conocido a Tess— realmente odiaba que la llamara así—dentro del Bosque de Elshire. Mientras le contaba la historia, desde vivir en el castillo del Reino de Elenoir con Tess hasta aprender a manipular el maná de su abuelo, pero podría decir que no estaba ayudando a su estado de ánimo.
"¿Sabes lo atractivos que son los enanos, Art?" Se inclinó un poco demasiado cerca para sentirse cómodo mientras los dos seguíamos caminando.
"¿C-cuánto?"
Aparté la cabeza de mi demasiado emocional compañero.
"NADA. EN. ABSOLUTO", dijo como un hecho. "¡El estándar de belleza que tienen los enanos es completamente opuesto al de los humanos, Art! Puede que me hayan criado en su reino, pero nunca llegará el día en que pueda empatizar con su definición de 'atractivo'".
Me reí, preguntándome cómo se vería una mujer atractiva para los enanos, "¡Jaja! Explícame lo devastadora que fue tu vida."
"Cuando cumplí ocho años, mi abuelo—el anciano que me cuidó—me presentó a quien esperaba que fuera mi futura esposa. Estuvo toda la semana anterior, diciéndome una y otra vez sobre lo hermosa y elegante que era. Cuando apareció, juro que pensé que estaba mirando a un hombre, Art." Su cuerpo se estremeció al recordar la escena.
