parte doce

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—¿Cuánto tiempo tienes?

—Dos meses —repitió Peter. La chica que estaba con él, asintió encantada y llevó las manos a su propia panza de muchos meses.

—¿Y tu esposo? —le preguntó una señora— ¿O vienes solo?

Peter negó, rápido.

—No, él está-

—Qué lindo —chilló otra chica, emocionada por la camiseta de Peter, que tenía de dibujo a un pequeño IronMan y «IronBaby» escrito— ¿Cuánto tiempo tienes?

Peter respiró profundo. Ella era la quinta persona que le preguntaba lo mismo.

—Dos meses —respondió.

—¡Igual yo! —ella cubrió su boca con sus manos, conteniendo su emoción—. Soy Joana. Él es mi novio —señaló a un chico alto, rubio y joven, quién conversaba al otro lado del salón con otros tipos—, se llama Sean. ¿Y el papá de tu bebé?

Peter aplastó los labios. Esa era la primera vez que asistía al taller para gestantes que su doctora le había recomendado hacer. Tuvo ganas de irse cuando se le acercó la primera chica y las ganas no hicieron más que aumentar al ver que tenía a mujeres embarazadas rodeándole. No entendía porqué se le acercaban a él, cuando en una esquina estaban otros chicos en su mismo estado.

Peter suspiró y sonrió con la calma que le quedaba.

—Está hablando por teléfono.

—Oh, ya quiero conocerlo —habló la misma chica— ¿También trabaja para Industrias Stark o es millonario? —rió ella ante lo último. El Hospital Privado Stark sólo era para trabajadores, pero habían excepciones.

Peter prefirió no responder y sólo atinó a sentarse cuando la instructora aplaudió y se acomodó en un tapete al frente de todos. Ella se presentó para las personas que recién se integraban y luego comenzó a hablar sobre el embarazo y el parto... Peter se sentía incómodo porque era el único que estaba sin su pareja.

Después de abandonar el hospital hace un poco más de una semana, el mismo Tony le había dicho que tenían que comenzar a ir a esos talleres y prepararse para lo que venía. Había insistido tanto, que Peter terminó aceptando, y ahora Tony era el que no estaba.

Peter alzó su mano.

—Disculpe —interrumpió a la instructora, que estaba hablando de algo sobre nuevas experiencias y cosas que no entendió.

—¿Sucede algo... —ella posó la mirada en el papel que Peter tenía pegado en su pecho—...Peter?

Peter sintió como la cara se le encendía al ser el centro de atención de los demás, incluso algunos murmuraban y pensó que se reían de él cuando escuchó una risita suave a sus espaldas.

—Mi... Uh. Mi pareja no... Él no...

—¿No viene contigo?

—No —negó rápido—. Quiero decir, sí, está aquí, pero no aquí —señaló el espacio.

La instructora hizo una mueca y Peter enrojeció más. Quería levantarse e irse corriendo.

—¿Quieres que vaya a buscarlo?

—Por favor —habló, tímido. La mujer asintió y se puso de pie.

—¿Cómo se llama? —preguntó.

Peter parpadeó y sintió las miradas más fuertes en él.

—¿Qué? —murmuró. La instructora alzó una ceja—. Tony. Se llama Tony. Tony Stark.

Peter respiró profundo al ver la cara de la instructora y escuchar el jadeo de los demás, preguntando si su pareja coincidía con el nombre del hombre más poderoso del mundo o si era ese Tony Stark. También escuchó a un chico —y entendió porque las chicas no se le acercaban a preguntarle de cosas— murmurar que era imposible porque él venía de Queens y Tony Stark... En fin, lo odió y odió estar ahí.

Cuando la mujer reaccionó, y antes de que comenzaran a preguntar, Peter se levantó, buscó sus zapatos y abandonó el lugar.


























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